Parte 16

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Karin repasó la información que le apareció en la pantalla del ordenador. Había metido en el buscador del programa de la farmacia del hospital los nombres de las medicinas que le había tenido que recetar a Sakura Haruno.

Como suponía, se trataba de medicamentos bastante fuertes. Los antidepresivos y los ansiolíticos no le llamaron tanto la atención, porque eran relativamente comunes hoy en día que hubiera al menos una caja de pastillas de este tipo en los botiquines de todas las casas.

Pero sí despertaron su curiosidad el resto de los nombres. Algunos de los cuales todavía se trataba de medicamentos aún en fase experimental o no aprobados para la venta al público, aún. Y, además de todo eso, eran bastante fuertes, en el sentido de que era casi seguro que podías obtener efectos secundarios brutales para el cuerpo.

Pero todavía le faltaba información, porque aquellas medicinas estaban prescritas o recomendadas para diversas enfermedades, así que iba a necesitar averiguar más. Y como no podía acceder al historial médico de un paciente a menos que él o ella le diera permiso... Iba a tener que recurrir a métodos nada ortodoxos, ni legales, dicho sea de paso. Estaba segura de que si la pillaban podrían retirarle la licencia médica de por vida.

Pero tenía que saber, tenía que arriesgarse; si esa información servía para ayudar a su primo, bendita fuera.

Cogió el teléfono móvil del bolsillo de su bata de médico con su nombre bordado y lo desbloqueó. Buscó un número y, tras vacilar unos instantes, le dio a la tecla de llamada.

Esperó, con la respiración contenida, casi rogando porque él no le cogiera el teléfono. Tal vez se estaba precipitando, y Naruto se enfadaría mucho si ella se metía en problemas por querer ayudarlo...

―¿Diga?―Un escalofrío la recorrió al escuchar aquella voz sibilante, carente de toda emoción.

―Orochimaru.

―Vaya, vaya, pero si es que mi querida estudiante, Karin Uzumaki. ¿A qué debo el placer y el honor?―Karin resopló. Ya la había puesto de mal humor. El tío no fallaba.

―Necesito tu asquerosa mente retorcida, tus contactos y tu falta de escrúpulos.

―En resumen, necesitas mi ayuda. ¿No crees que deberías reconsiderar la forma de pedir un favor?

―Y tú deberías reconsiderarte a ti mismo al completo, pero como no lo vas a hacer, yo tampoco. Estamos en paz. ―Una risa la hizo apretar los puños.

―Siempre has sido sincera y cínica, por eso me caes tan bien. Dime qué necesitas. ―Karin tomó aire.

―¿Podrías conseguirme el historial médico de una paciente si te digo dónde tienes que buscar?

―Es posible barra probable. Aunque lo que me pides es... peliagudo.

―¿Cuánto quieres?

―Ya llegaremos ahí. Primero dime el nombre del paciente y el hospital.

―Sakura Haruno. Y el hospital es el Hospital General de Suna. ―Kairn oyó un ruido, como de una pluma o un bolígrafo rasgando un papel de buena calidad.

―Bien. Me pondré nuevamente en contacto contigo en cuánto tenga los datos que me pides. No vuelvas a llamarme y no te preocupes por el pago. Ya te diré. ―Karin oyó el crujido que anunciaba el final de la llamada y se quedó unos segundos con el teléfono aún pegado a la oreja, escuchando el bip-bip-bip de la línea cortada.

Colgó y se quedó mirando para la pantalla de su teléfono móvil, tirándolo luego de cualquier manera sobre la mesa del consultorio.

No sabía si había hecho bien, pero ahora ya era tarde para echarse atrás. Tan solo le quedaba esperar noticias.

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