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Jungkook

El sentimiento de tristeza, desespero, desesperanza y soledad era tan presentes, tan fuertes que mi cuerpo pesaba mucho y mi cabeza se sentía como en un enorme mar de pensamientos.

Caminaba por un camino de tierra, a mis lados había árboles y el sol ya comenzaba a irse. Hacia frió y el viento golpeaba con suavidad mi rostro. Este ambiente simplemente me hacía sentir más, miserable, solo y desesperado.

-Quiero ir contigo –dije en un lamento –quiero estar contigo

Dejé el camino de tierra y me interné en el bosque, esquive torpemente los árboles, cada vez más y más profundo.

No quería que nadie me encontrara, no quería que nadie me detuviera.

No sé por cuánto tiempo caminé, pero supongo que fue un largo camino porque cuando miré a mis alrededores, lo único que veía eran árboles, árboles y más árboles, además, todo ya estaba oscuro, simplemente iluminado por la intensa luz de la luna. La misma luna que tanto disfrutabas ver, cada noche, la que te gustaba ver desde la ventana de tu habitación antes de ir a dormir y después de haber pasado muchas horas leyendo uno de esos tantos libros.

Me dejé caer de golpe sobre el suelo, me recargue en uno de los árboles y miré a la luna. La imaginé a mi lado, sentada, mirando hacia el cielo con una leve sonrisa en los labios y lo único que conseguí fue, sentir dolor en mi corazón al no tenerla a mi lado.

Unas cuantas lagrimas salieron de mis ojos y las sentí recorrer mis mejillas.

-Llévame contigo, por favor –suplique –quiero estar a tu lado

De mi bolsillo saqué al mismo responsable de alejarme de ella. La misma arma que ese hombre uso para arrebatarle la vida.

Quite la funda y observé el resplandor que hacia la hoja del cuchillo cuando la luz de la luna chocaba con él.

-Como en Romeo y Julieta ¿Recuerdas? –sonreí débilmente

No lo pensé dos veces, no dudé ni un segundo y con fuerza clavé el cuchillo en mi abdomen.

El dolor creció con rapidez a un punto que me hizo soltar un gemido. Sentí como mi boca se llenaba y tuve que toser, pero lo único que salió fue sangre. Manche mi ropa, mis manos y el mango del cuchillo.

Recargue mi cabeza en el tronco y miré a la luna hasta que el dolor punzante dejé de sentirlo y mi corazón dejó de sufrir. Cerré los ojos y dejé que todo mi cuerpo se relajara y mi alma fuera con ella.

Abrí los ojos de golpe, mi pecho subía y bajaba con rapidez, estaba agitado, como si hubiera corrido un maratón. El sudor lo sentía escurriendo por mi frente y me sentía un poco desubicado.

-¿Jungkook? –preguntaron

-¿Charlotte?

Se levantó del sofá, dejó el libro que llevaba en las manos a un lado y se me acerco.

-¿Te duele mucho?

-N-No

-¿Quieres que llame a un doctor?

-No

-¿Entonces por qué lloras?

Llevó su mano a mi mejilla y deslizó con suavidad su dedo. No me había dado cuenta de que estaba llorando, pero ahora que lo menciona, me sentía... triste, me sentía desesperado y un poco asustado.

Mi brazo izquierdo estaba envuelto en una especie de yeso, pero era de silicón y alrededor lo habían vendado.

-¿Quieres que vaya por un doctor para que te de algo de analgésicos?

-No –susurré

La tomé del brazo y tiré de ella para que cayera sobre mi pecho. Con mi brazo derecho presione su espalda.

El alivio que sentí al tenerla abrazada fue tan, indescriptible. La tristeza, la desesperación y el miedo que sentía, desaparecieron por completo.

Pegué mi mejilla a su cabeza y cerré los ojos.

-am... ¿Jungkook?... podrías... ¿Podrías soltarme?

No quería hacerlo y no me importaba lo que ella pensara.

-Solo quédate así un momento. Por favor

Pensé que iba a protestar o a decir algo, pero agradecí profundamente que no se alejara de mí.

Después de quién sabe cuánto tiempo deslice mi mano de su espalda a la cama y ella se levantó.

-¿Ya estas mejor? –preguntó

-Sí, gracias –susurré

-¿Recuerdas lo que paso?

-Yo venía de regreso a casa, estaba detenido en uno de los semáforos, pero cuando acelere, un auto de la otra calle, a mi izquierda, venía rápido y lo que recuerdo es que quiso frenar, pero las llantas derraparon

-Bueno, el otro hombre dijo lo mismo, dijo que derraparon sus llantas cuando quiso frenar

-¿Entonces por qué preguntas?

-Solo, quería saber que tan bien estaba tu memoria –sonrió

-Gracias por preocuparte por mi memoria

-De nada –tomó la orilla de la cobija que me cubría y la subió un poco a mi pecho -¿Tienes frió?

-No

-Tus padres seguramente llegan –miró la pantalla de su teléfono –en unas cuatro o cinco horas

-¿Van a venir?

-Claro que sí, Eugen los llamó de inmediato ¿No querías que vinieran?

-No, solo... no fue nada grave

-Pero cualquier cosa que le pase a su hijo, Eugen lo tiene que informar

La puerta se abrió suavemente y Eugen entró.

-¡Joven Jungkook! Me alegra tanto que haya despertado

-Bueno verte, Eugen

-¿Cómo se siente?

-Me siento bien

Toda esta calma se fue al caño cuando la puerta de la habitación se abrió de golpe.

-¡Jungkook!

La ruidosa de Violeta por un momento me puso nervioso.

-oh por dios –se acercó a mi cama con prisa y Charlotte tuvo que dar un paso hacia atrás con rapidez para que Violeta no la empujara –vine corriendo en cuanto me entere

Me tocaba el rostro, los hombros, los brazos y el abdomen. Me estaba manoseando usando de pretexto que estaba preocupada y su manoseo me estaba doliendo, me estaba moviendo y mis heridas y golpes me estaban doliendo por eso.

-Señorita Baudin –intervino Charlotte –el cuerpo de Jungkook esta adolorido, tenga cuidado de no lastimarlo

-¿Por qué estas tu aquí? –le preguntó de mala gana Violeta

-Porque traje a Eugen, porque él es mi jefe, es el hijo del mejor amigo de mi padre y porque es mi viejo amigo de la infancia ¿Alguna razón más?

Me encantaba cuando ella contestaba de ese modo y no dejaba que nadie la intimidara.

No pude evitar sonreír un poco y vi como Eugen tampoco resistió la risa.

Vals de Máscaras (JeonJungKook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora