Capítulo 24

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Después de aquella divertida tarde en el centro comercial y de una agradable cena todos juntos, ya que los jefes no estuvieron sentados en la misma mesa que ellos, Law  y (TN) ya estaban en la habitación del hotel

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Después de aquella divertida tarde en el centro comercial y de una agradable cena todos juntos, ya que los jefes no estuvieron sentados en la misma mesa que ellos, Law  y (TN) ya estaban en la habitación del hotel. Estaban sentados charlando en la cama. Se suponía que, en breves momentos, debían aparecer Nami y las demás para contarles si habían averiguado algo.

—Estoy muy nerviosa. Necesito saber que han descubierto —comentó la chica. Ella estaba tumbada y el pelinegro sentada a su lado.

—Paciencia —murmuró él, mientras acercaba una mano hasta el pelo de la chica y comenzaba a acariciarlo suavemente. La chica rodó hasta pegarse a sus piernas.

—Y tengo ganas de hacerlo —añadió.

—No podemos ahora. Pueden llegar en cualquier momento —recordó él, mientras le apretaba uno de sus mofletes. Acercó un dedo a sus labios para acariciarlos y ella lo lamió lentamente. Empezó a reírse al ver la expresión del pelinegro—. Muy graciosa.

—Ay —se quejó, ansiosa. Se incorporó y se sentó a horcajadas sobre el chico. Se acercó y mordisqueó suavemente su oreja. Acto seguido, dio una rápida lamida a su cuello.

—(TN)-ya... —gruñó Law, le empujó suavemente para apartarla y le cogió la cara con una mano—. No seas mala. No me provoques.

—¿Te he provocado? —preguntó ella, contenta.

—Bueno, muchas cosas de las que haces me provocan —confesó él, antes de darle un suave y corto beso en los labios. Esta vez fue ella la que posó sus manos en las mejillas del chico y le devolvió el beso. Cuando se apartó, el pelinegro pudo ver una gran sonrisa dibujada en su rostro. ¿Por qué tenía que ser tan adorable?

—Te quiero —murmuró, mientras le apretaba la cara con las manos.

—Y yo... —susurró él.

—¡No! Di te quiero —pidió ella, hinchando los mofletes.

—Te quiero. Mucho.

(TN) le abrazó con tanta energía que los dos cayeron sobre el colchón. Ella apoyó su cabeza en el pecho de él y se quedó ahí quieta mientras disfrutaba de sus caricias en el pelo. Law no pudo evitar sonreír ligeramente. Jamás se hubiera imaginado haciendo este tipo de tonterías, y menos sentirse tan feliz por hacerlas.

Unos minutos después, el ruido de alguien golpeando a la puerta interrumpió aquel momento de tranquilidad. La chica se incorporó y se acercó rápidamente a abrir la puerta. ¡Eran ellas, por fin!

—¡Law! Nos llevamos a (TN). Queremos hablar de cosas de chicas —comentó Nami, todavía en el pasillo.

—No hace falta. Pasad si queréis. Yo voy a ducharme —dijo el pelinegro, alzando la voz. Sería raro que entraran a hablar con los dos, así que había preparado ese pequeño teatro por si acaso todavía les estaban vigilando.

Donquixote Circus «Law x Lectora»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora