Capítulo 23

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—Luffy, Ace

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—Luffy, Ace. Nos toca preparar la mesa para la comida —comentó Sabo, interrumpiendo el juego de cartas al que estaban jugando la mayoría.

—¡Comida, comida, comida! —exclamó Luffy, mientras se lanzaba corriendo hacia el armario donde guardaban los platos, cubiertos y demás.

—Voy a buscar a Law. A lo mejor se ha quedado en la tienda —dijo (TN) a sus amigas. ¡Qué raro!

Salió de la carpa principal y aceleró el paso hasta llegar a la zonza de las <<habitaciones>>. No le había hecho mucha gracia eso de que Doflamingo tuviera tanto interés por hablar con Law. Apartó la tela que hacía la función de puerta y entró. Se encontró al pelinegro tumbado en su colchón. Dando la espalda a la puerta y colocado en posición fetal.

—Ey... ¿Qué quería? —preguntó la chica, mientras se acercaba hasta él y se sentaba en el colchón. Al ver que no le contestaba, puso las manos en su brazo y estiró para que se girara—. ¡Law!

La joven se quedó horrorizada al ver su cara. Tenía un ligero moretón alrededor del ojo y una herida en el labio, aparte de otras pequeñas magulladuras. ¿Acaso ese malnacido le había golpeado?

—No es nada. Estoy bien —dijo él, serio.

—¿Por qué te ha hecho esto? —preguntó (TN), con la voz quebrada. Notaba que las lágrimas se empezaban a acumular en sus ojos.

—Estoy bien, no llores —insistió Law, intentando tranquilizarla. Se incorporó mientras se llevaba una mano a las costillas.

—¿También te ha golpeado ahí? —preguntó ella, alarmada, mientras cogía la camiseta y se la levantaba. Efectivamente, también tenía zonas magulladas. Iba a acabar lleno de moretones—. No puede ser... ¿Qué ha pasado?

—Al parecer, a ese bastardo no le gusta mi actitud... Simplemente ha querido darme una lección —explicó el pelinegro, frunciendo el ceño.

—Pero esta no es forma de hacer las cosas... —murmuró (TN), alarmada. Law apartó la mirada. Era mejor no contarle sobre la otra opción—. ¿Y qué ha conseguido con esto?

—Nada. Porque pienso seguir odiándole —gruñó él.

—Bueno, pero intenta controlarte cuando estés delante de él. Por favor... No quiero que te haga nada más. Law... —le suplicó ella.

—Ya lo sé —dijo. Y no era porque temiera que volviera a darle una paliza, sino porque la próxima lección era echarle a ella del circo y dejarla de nuevo en la calle. De hecho, la paliza había sido porque se había dejado. De lo contrario, aquel bastardo hubiera acabado igual de herido que él—. Además no quiere que nadie se entere. Un poco difícil.

—No. Bueno, puedo intentar maquillarte ese moretón del ojo... Lo del labio... Podremos inventar algo —propuso la chica—. Iré a por algo de maquillaje. E iré a pedir alguna pomada o algo para ponerte.

Donquixote Circus «Law x Lectora»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora