XI. Pájaros

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Hazz Soreil

Colonia 3


El diálogo que se llevaba a cabo entre Hazz y Cvijett no podía ser denominado como diálogo ya que en realidad Cvijett era la única que hablaba para alardear que habían descubierto su plan "secreto" de ir tras la cura.

—Lo cierto es que no esperaba este encuentro —decía Cvijett mientras esquivaba a Hazz—. Pero a veces las casualidades nos favorecen.

La pelea se había tratado de bloqueos y evasivas. Para sorpresa de Hazz, Cvijett era tan buena como ella. Lo cual tenía sentido si recordaba que sus entrenamientos en la niñez habían sido coordinados por el mismo hombre. La diferencia era que Hazz se había alejado y Cvijett se había quedado, así fue como logró ser su igual.

En cuanto ordenó a Eliott que se llevara a Renee y Kybett fuera detrás de ellos, los tres que restaban comenzaron con la retirada.

La pelea se estaba llevando a cabo de manera limpia: solo golpes con el cuerpo y nadie más se estaba entrometiendo, sabían las reglas. Hazz por un momento pensó en dispararle para deshacerse de ella, pero sabía que eso solamente les causaría muchos más problemas, así que comenzó a armar un plan rápido en su cabeza.

Aunque Cvijett Smirak muriera, serían perseguidos por la Condena con tal de obtener lo que todo el mundo deseaba: la cura de la Zeta. No le vio sentido a perder el tiempo con su muerte, por lo que le gritó a Wivenn y a Aprell que se largaran de ahí antes de que ella saliera.

En los pequeños vistazos que Hazz daba hacia su alrededor, notó que ya eran más los cadáveres que los cuerpos vivos. Los Agentes seguían llegando con la intención de detener a ambos bandos, pero no lograban pasar de la entrada del pasillo. Era una lástima que los Nadie no estuvieran ahí para acabar con todos de una vez. Hubiera sido entretenido para Hazz.

De imprevisto, Cvijett tomó su arma y apuntó directamente al pecho de Hazz.

—Tranquila, no la usaré —dijo relajadamente al ver que Hazz no tardó en obtener el arma propia—. Sería inútil matarte. Aún necesito que consigas la cura para mí. En cuanto la tengas, o yo averigüe cómo la encontraste, será cuando necesitarás mucho más que una J-10 para matarme —amenazó, refiriéndose al arma que Hazz tenía en la mano—. Fue divertido verte de nuevo, pero tengo otros asuntos que resolver por aquí. Hasta entonces, Hazz Soreil.

Con eso, Cvijett ordenó a todos que avanzaran hacia su propósito principal, mismo que era desconocido para Hazz. Ella no supo cómo tomarse ese giro inesperado y no se detuvo mucho a pensarlo. Salió corriendo hacia su nave en cuanto notó que los agentes cambiaron el objetivo de la Condena a ella.

Visualizó a Aprell esperándola en la rampa de la entrada, así que apresuró el paso para llegar antes de que se cerrara. Los disparos no se detuvieron hasta que utilizó la rampa como escudo al momento que subió en la nave.

Por el impulso de la velocidad que llevaba, Hazz no pudo evitar tropezar con Aprell, cayendo sobre su pecho justo a tiempo para que la rampa no los hiciera puré a ambos.

El brazo que tenía herido gracias al concreto que se había incrustado en él por las explosiones le dolía mucho más conforme los segundos pasaban. La adrenalina estaba comenzando a desaparecer de su cuerpo. Wivenn tendría que curarla lo más pronto posible si no quería que la enorme herida se infectara.

Hazz prácticamente le había salvado la vida a Aprell al caer sobre él, pero ya había sucedido tantas veces que Hazz había perdido la cuenta desde que eran niños. No se molestó en pronunciar una disculpa, consideró que ambos estarían a mano si tomaban en cuenta que él la había ayudado unos minutos a antes. En cualquier caso no era como que Hazz lo hubiera necesitado.

Expediente 512 (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora