XVI. Segundos (segunda parte)

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Renee Belrie
Ubicación desconocida


La ausencia de Aprell y Hazz en la cabina de seguridad era notoria. Todos estaban tensos, a la espera. Renee era la más nerviosa. Constantemente estaba mirando hacia la puerta, esperando escuchar algún golpe o ver a Aprell entrar por ella.

La cabina tenía varios asientos con cinturones que cruzaban el pecho y piernas de quien estuviese sentado en cualquiera de ellos. Tanto a Priss como a Renee tuvieron que ajustarles el doble para que realmente las sostuvieran. Un solo día con buen alimento no bastaba para aumentar su masa muscular.

Wivenn estaba sentado a su izquierda. Priss a su derecha. Los tres se sostenían las manos para tranquilizar los nervios que sentía Renee. En el fondo sabía que no era la única nerviosa.

Las alarmas no se habían silenciado, no obstante, las explosiones se escuchaban sobre ellas. Cada que algo estallaba, Renee daba un pequeño salto. Los nervios y su desconfianza a la estructura de la nave perjudicaban su manera positiva ver la situación. No había manera de ver algo positivo ahí.

Comenzaron a escucharse golpes contra la cabina. Era un sonido tan grave que no parecían ser puños tocando la puerta. Era algo más parecido a objetos chocando contra ella. Tanto Eliott, quien se encontraba frente a ella, como Renee parecieron deducirlo al mismo tiempo: no eran objetos, sino cuerpo humanos. Renee apostaría que Aprell y Hazz estaban en problemas.

Eliott reaccionó al momento en que miró a Renee a los ojos. Ambos sabían que ninguno de los que estaban afuera de la cabina iba a poder entrar sin ayuda.

Renee estaba por impulsarse fuera del asiento, sin embargo, Eliott no se lo permitió. No parecía ser consciente de sus acciones. Solo caminaba directamente a la puerta, pero no dejaba que nadie lo ayudase. En ese momento Renee aceptó que nunca iba comprender a Eliott.

Todos querían ser útiles. O, por lo menos, Renee quería ser útil. Cosa que no iba a lograr si estaba ahí sentada como si no sucediera nada. Renee necesitaba mostrarle al equipo que servía para algo más que memorizar símbolos extraños.

No fue difícil deshacerse de las ataduras. Eliott ya se encontraba fuera de la cabina cuando Renee comenzó a buscar algo que pudiera ser de ayuda. Tuvo que estabilizarse al sentir que la nave no dejaba de dar vueltas, pero no dejó que eso le impidiera seguir avanzando a través de la cabina. Sintió la mirada de Priss y quizás escuchó un grito de Wivenn, no obstante, no se detuvo.

La cabina era mucho más grande de lo que parecía desde la entrada. Más que una cabina, Renee sospechaba que era algo similar a un búnker, con la diferencia de que estaba dentro de una nave y no enterrado.

A pesar de la distancia a la que se encontraba de la puerta, Renee lograba escuchar los gritos de Eliott. No entendía por qué gritaba tantas veces lo mismo. Algo tenía que estar sucediendo allá afuera de lo que Renee no estuviera enterada. Rogaba que Eliott no se hubiese metido en la misma situación que se encontraban sus compañeros.

Después de varias caídas por el brusco movimiento de la nave, por fin pudo encontrar una cadena metálica. Estaba enrollada sobre una columna que parecía ser lo suficientemente resistente para soportar tres cuerpos.

Renee supuso que la razón por la que no habían entrado a la cabina era que Eliott no podía subir a ambos al mismo tiempo. Así que se apresuró a encontrar el botón que accionara el movimiento de la cadena. En cuanto lo presionó, la cadena comenzó a desplegarse por sí misma.

Los segundos pasaban, pero la cadena se desenrollaba lentamente. Renee escuchó cómo los gritos de Hazz se unían a los de Eliot. No iban a soportar mucho tiempo ahí.

Expediente 512 (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora