XLVII. Ubicación

181 25 22
                                    


Renee Belrie
Colonia 22



Renee había recordado.

No solo en su mente estaban los libros de ingeniería y arquitectura que la habían ayudado a construir algo perfectamente estable para saltar hacia el otro lado del muro, sino también estaba el Códice de Zeemett y el Expediente 512.

La buena noticia era que había descifrado casi todo el códice mientras corría de un lado a otro para llevar sillas, mesas y lo que encontrase para armar una escalera improvisada. La mala noticia era que debía sobrevivir para decirlo y eso no lo veía muy probable con dos Nadie siguiendo órdenes de matarla.

Un láser rozó la falda de su vestido. Soltó un respingo en cuanto cayó en cuenta que Kybett había sido derrotada y por ello Once Cero Tres —la chica de ojos castaños, que intimidaba más que la de ojos celeste— había tenido tiempo para tomar su arma y disparar a Renee.

Renee corrió hacia Kybett, quien yacía sobre el césped con el rostro pálido. Tenía un golpe en la frente, similar al que Aprell ya había cicatrizado con ayuda de ciertas pomadas de Wivenn. Renee no pudo identificar mayores heridas gracias a la tinta que aún recorría su cuerpo por el pequeño ritual que había querido hacer antes de casarse. Lo único que Renee vio, y se arrepintió de haberlo hecho, fueron diminutas manchas en el cuello de Kybett. Quizás de sangre seca o quizás de algo más. Renee deseó que solo fuese sangre seca.

Kybett estaba consciente, algo desorientada, así que Renee la ayudó a ponerse de pie. Escuchó a Eliott gritándole que se alejaran, pero Renee no podía irse sin él. Ella debía ser la última en cruzar aquella estructura, era la única que sabía cómo derribarla.

Dando una corta instrucción a Kybett después de asegurarse que pudiera caminar por su cuenta, Renee regresó a la batalla. Había notado que ninguna Nadie se le había acercado. Comprendió por qué: Siura se estaba encargando de ello. Lidiaba con Diez Cero Tres y Once Cero Tres a la vez. No estaba sola, sin embargo, parecía hacer todo el trabajo. A Eliott, Hazz y Wivenn se les notaba el cansancio.

Renee no sabía muy bien sobre los entrenamientos que los Nadie recibían. No podía pensar mucho al respecto. Tan solo sabía que no era normal que Siura pudiera pelear con dos de ellas a la vez y estar ilesa. Quizás se debía a su increíble velocidad, pero Renee sospechaba que había más en ella que solo una mujer que sabía secretos.

—Yo las distraigo, ustedes huyen —habló Siura. Dio un fuerte golpe a la cabeza de Once Cero Tres, obligándola a caer por el impacto. Renee notó que el golpe la mareó, ya que intentó ponerse de pie sin éxito. —¡Corran! ¡Parece que tengo que gritarles para que reaccionen!

Siura se las arregló para retroceder hacia la mesa derribada de bebidas. Renee sabía que entre todas las bebidas había dos tipos de café: el que ella olió y el que Siura le dijo que no oliera. Renee sospechaba que Siura ya había previsto la llegada de las Nadie, a lo que el café tendría algo que podría detenerlas al menos temporalmente.

—¿Vendrás con nosotros? —inquirió Renee una vez que Hazz dio su última patada antes de correr hacia la salida.

Siura sonrió. Renee no comprendió cómo su rostro lucía tan pacífico estando a mitad de una pelea.

—No. —Se aseguró de dejar a Once Cero Tres en el suelo, golpeándola con su óculo en la nariz. Mientras tanto, Diez Cero Tres intentaba atacarla, pero Siura bloqueaba o esquivaba todos los golpes.

Renee asintió.

Eliott y Wivenn salieron de la pelea tan pronto como pudieron. Las Nadie intentaron ir tras ellos, sin embargo, Siura no les permitió el paso. Se las estaba arreglando bastante bien por su cuenta.

Expediente 512 (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora