XXX. Seguridad

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Renee Belrie
Sede de la Aurora


—¡RENEE!

El grito con su nombre hizo que ella abriera los ojos, alerta.

Sin su sentido de la vista completamente despierto, Renee se guio por el oído. Escuchaba disparos. Explosiones. Gritos. Más disparos. Más gritos.

Su mente no podía procesar lo que estaba sucediendo. Sintió que estaba viviendo por una situación combinada de lo que pasó en la Residencia y lo que sucedió en la enfermería de la nave. Como si el trauma no fuera ya suficiente. Las explosiones hacían retumbar el edificio como si el techo de una nave se fuera a caer sobre ellos. El pánico la paralizó. No recordaba cómo había llegado ahí ni por qué, tan solo sabía que algo malo estaba sucediendo. Su mente seguía tan adormilada que no era capaz de pensar algo coherente.

Eliott repitió el nombre de Renee una vez más antes de que se escuchara un golpe seco. Renee no quería asociarlo, pero lo primero que le llegó a la mente al escuchar aquel golpe fue un cuerpo cayendo. En ese instante el pánico fue reemplazado por pavor. Ni siquiera quería moverse de su posición, no quería aceptar que eso en realidad estaba sucediendo. Sin embargo, los disparos, los golpes y los gritos que podía escuchar le estaban dando una terrible visión del panorama en que se encontraba.

Después de eso, estaba segura que tendría aún más pesadillas de las que soñaba. Estas se alternarían entre la mujer que mató sin intención en la Residencia, el techo de una nave casi cayendo sobre ella, el casi ahogarse en mar abierto y... bueno, lo que fuese que estuviera pasando en aquel momento.

A la tercera vez que Eliott gritó el nombre de Renee, ella por fin pudo moverse. Se sentó sobre la cama donde estaba sin dejar de temblar, intentando ignorar los sonidos agresivos. Como si el hecho de levantarse hubiera enderezado su memoria, los recuerdos llegaron en una ráfaga de conexión de neuronas. Su reacción alérgica.

Estaba demasiado confundida entre lo que había sucedido antes de que se desmayara y lo que estaba sucediendo al momento. Nada parecía ser procesado por su cerebro, tan solo el hecho de que se encontraban en peligro. Por alguna razón, a pesar de estar despierta, aún se sentía adormilada. ¿Eran efectos secundarios de la alergia?

—¡Kybett, cúbreme! —Eliott nuevamente gritó.

Renee dirigió su mirada a la entrada de la habitación. Apenas distinguió a Eliott caminando hasta ella con arma en mano. Escuchó la puerta cerrarse de un azotón, pero se sentía tan mareada que no podía enfocar su vista hasta la puerta, tan solo algo borroso. Suerte que tenía excelente memoria y había estado en la habitación de Kybett antes. Recordaba exactamente dónde se encontraban cada una de las cosas en ese lugar, solo que no entendía por qué estaba reaccionando tan lento.

—Renee. ¿Te encuentras bien? —Eliott llegó hasta un lado de Renee, hincándose en una pierna para que su rostro estuviera a la altura del de ella.

Renee negó con la cabeza.

—Me siento muy mareada, Eliott. —Renee cerró los ojos, tomando por la muñeca a Eliott para no perder el sentido del espacio. Agradeció que él no se alejara. Todo lo contrario, se escuchó un choque de metal con concreto cuando él dejó su arma en el piso y Renee después sintió la firme mano de Eliott rodear la suya. —¿Están todos bien? ¿Qué está sucediendo? ¿Por qué... me siento así? ¿Wivenn dijo algo?

Renee continuó con los ojos cerrados, agudizando su oído. Estaba casi segura de haber escuchado gritos de Hazz a través de la puerta, no obstante en ese estado no estaba segura ni de quién era ella misma.

Expediente 512 (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora