XLVIII. Amiga

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Renee Belrie
Ubicación desconocida


Renee aún no comprendía aspectos relacionados con su familia. Algunas preguntas estaban sin respuestas. Esperaba que Istenia pudiera resolverlas. Si Siura tenía razón, la encontrarían donde encontrarían la cura.

Había pasado una hora desde que despegaron. Renee estuvo en la enfermería gran parte de esa hora, esperando su turno para que Wivenn la revisara. Durante ese tiempo observó a Kybett. Confirmó sus sospechas sobre ella. Los signos estaban ahí, lo sorprendente era que nadie lo había notado. Probablemente Wivenn era el único que lo sabía. Por eso se habían casado.

Después de elegir habitaciones aleatoriamente, Eliott le preguntó si deseaba que él la acompañara o la dejara sola mientras pensaba. Ella enseguida le pidió su compañía. Presentía que las próximas horas serían las más privadas que tendrían en un tiempo. No había manera de predecir lo que se aproximaba, sin embargo, era conocimiento general que no sería fácil.

—¿Tienes hambre? —inquirió Eliott.

Renee negó con la cabeza. Sabía que si afirmaba, Eliott se alejaría de ella para ir por comida y ella solo quería disfrutar el momento con él. Le gustaba estar con él de esa manera: acostados y con la cabeza de Renee en el pecho de Eliott. Ahí ella encontraba una paz que no existía en ningún otro lugar.

Los últimos días juntos ambos habían aprendido del otro. Mientras Renee había aprendido a apreciar el silencio, Eliott había aprendido a apreciar el cariño. Él ya no se tensaba cada vez que Renee le daba un abrazo o un beso inesperado, así como ella ya no se sentía incómoda sin hablar. Al menos no con él.

—¿En qué piensas? —murmuró Renee.

Sintió el pecho de Eliott subir en una profunda respiración.

—En ti. En nosotros. En lo que sucederá después de esto. —Hizo una pausa. —Tú tienes responsabilidades con tu familia y yo...

—Con una colonia entera —completó Renee sin muchos ánimos.

Eliott guardó silencio por un momento. Renee levantó su cabeza lo suficiente para ver su rostro, descubriendo que él ya la veía.

—¿Por qué siempre tienes novios tan complicados, Belrie?

Renee soltó una carcajada. Se alejó de Eliott para poder observarlo mejor.

—Una vez que seas rey, será difícil estar juntos —retomó ella con seriedad—. A menos que decidas tener una tercera prometida, no veo cómo nuestra relación podría sobrevivir.

Eliott alzó una ceja.

—Me gustaría que fueras mi prometida. Pero no ahora. No así.

Renee asintió, comprendiendo a la perfección lo que Eliott quería decir.

A decir verdad, ella tampoco tenía deseos de casarse pronto. Aquel mes había descubierto tanto de sí misma que sabía que había mucho más por descubrir. Le gustaba estar con Eliott, le gustaba el compromiso que tenían con el otro al instante, sin embargo, no deseaba tener nada más por el momento.

—Lo sé. —Renee regresó a su posición anterior, escuchando los latidos del corazón de Eliott. —Es demasiado. Así que, ¿te parece si nos concentramos en el presente? Prometo que cruzaremos ese puente cuando estemos cerca.

Eliott asintió. Acarició el cabello de Renee por algunos minutos, que parecieron segundos, hasta que volvió a hablar.

—Ya tienes la respuesta del códice, ¿cierto? Por eso estás tan relajada.

Expediente 512 (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora