XIX. Familia

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Renee Belrie

Isla A-2885


Entre más dudas surgían en su cabeza, más respuestas tomaban sentido.

Hazz seguramente había descubierto que Renee tenía una manera de saber qué significaba el códice. Por ello su única prueba fue memorizarlo. Por ello Hazz la había aceptado en el equipo a pesar de lo desconfiada y necia que era.

Como si de magia se tratara, la voz de Hazz se escuchó detrás de ellos.

—Para ese cerebro tuyo, tardaste mucho en descubrir que yo no hago nada al azar, Belrie. —Renee se giró para verla. Hazz estaba cruzada de brazos recargando todo su peso en una pierna. —Si te mostré el Códice de Zeemett no fue coincidencia. Alguien que tiene esa capacidad de memoria entonces tiene la capacidad para resolverlo. Wivenn descubrió tu IQ cuando te hizo estudios. Tienes el mismo IQ que-

—Zeemett. Tengo el mismo IQ que Zeemett Jaspen —interrumpió Renee, relacionando muchos datos en su cabeza. El "Códice de Zeemett" era un nombre que resonaba en lo más profundo de sus memorias. No podía ser coincidencia. —Mi padre solía decir... solía decir que me parezco mucho a mi abuelo. Que era igual de inteligente que él. Mismo IQ, para ser exactos.

Los tres se miraron entre sí. Renee captó asombro en el rostro de Hazz y, curiosamente, también en el de Eliott.

—¿Estás diciendo que eres la nieta de Zeemett? ¿El mismo Zeemett que escribió el Expediente 512 y dibujó el Códice de Zeemett? —Hazz gritó por el asombro. —Espera, ¿dijiste que su apellido era Jaspen?

Renee comenzaba a pensar que eran muy pocas las ocasiones en que Hazz utilizaba el volumen natural de su voz. O quizás el grito era su volumen natural.

La historia de la familia Belrie iba mucho más allá de lo que recordaba de los relatos de su padre. Él siempre estuvo muy orgulloso de su historia. Del cómo los abuelos de Renee habían sobrevivido la Cuarta Guerra Mundial. Muchas noches durante su niñez, Renee se había desvelado escuchando las historias que su padre le contaba.

Entre ellas se encontraba el cómo su abuelo se había dedicado a hacer algo que revolucionaría a la humanidad. Renee era apenas una niña. No iba a comprender que hablaba del libro que él mismo se había pasado su vida descifrando. ¿Cómo iba a saber que entre todas esas noches le había dado una pieza más del rompecabezas que era todo ese lío?

Su cabeza estaba hecha un desastre. Combinaciones de memorias, investigaciones, historias y muchas más cosas chocaban dentro de Renee. Tuvo que cerrar los ojos para relacionar todo correctamente. Enfocarse en todo lo que su padre alguna vez había dicho sobre su abuelo. En ese momento, su memoria era el mejor aliado que tenía.



Recordó una noche especial. Su hermanito tenía apenas dos años. Él, su madre y Renee se carcajeaban de las pésimas interpretaciones de animales que su padre estaba actuando. Cuando su madre y él tenían días libres en el trabajo, decidían entretenerse con juegos infantiles para pasar un rato en familia. En ese momento la Zeta no había atacado a ningún Belrie.

"Sí, bueno... mi padre siempre me decía que era terrible en este juego", el mayor de los Belrie se rindió, sentándose a un lado de Renee.

Renee para ese momento ya había escuchado muchas historias de quién había sido el abuelo Zeemett. Así que preguntó: "¿Papi? ¿Por qué el abuelo no viene a jugar con nosotros? Podrías invitarlo un día. Quiero conocerlo".

Expediente 512 (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora