XXXII. Llorar

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Renee Belrie
Ubicación desconocida


Resultó que el primer día en la nueva nave, Renee al fin había descubierto cuál era el trabajo de Priss en ese lugar: ella era experta en actuación y maquillaje. Cuando todos se ofrecieron a darle clases a Renee, Priss también lo hizo sin que nadie más supiera, ya que no quería que los demás comenzaran a desconfiar de nuevo en ella. Le enseñó a Renee a representar varios personajes, a provocar lágrimas en cualquier situación y a fingir sonrisas. De igual manera intentó enseñarle a maquillar, pero Renee resultó ser un fracaso en eso. Confeccionar vestidos, por otro lado, había sido pan comido para ella gracias a las vivencias con su madre, Priss incluso se sorprendió que Renee tuviera tan buena mano. Entre las dos lograron hacer el vestuario formal que Hazz les había pedido para un evento que tendrían al llegar a la Colonia Veintidós.

Para no llorar frente a Aprell, Renee utilizó todos los consejos de actuación que Priss le había dado. Cada sonrisa que le había dirigido había sido falsa. Se sorprendió que él ni siquiera lo notara, aunque tampoco esperaba demasiado de Aprell en ese aspecto.

Algo en el pecho de Renee se había roto en cuanto escuchó a Aprell pronunciar el nombre de Hazz entre sueños. Deseó haber estado dormida. No le había sido posible conciliar el sueño por alguna razón desconocida, así que pudo escuchar fuerte y claro lo que dijo Aprell, no una, sino dos veces.

A pesar de las terribles ganas de llorar que tenía en ese momento, Renee se sintió orgullosa de haber logrado engañar a Aprell. Engañar no era bueno ni mucho menos, iba totalmente en contra de la ética de Renee. Sin embargo, todos siempre parecían decirle que debía mostrar menos emociones, por lo que había hecho caso. Aquella puesta de escena no duró mucho, ya que aún no era tan experta como Hazz o Eliott, pero duró lo suficiente para que Aprell no se sintiera tan culpable. Renee no quería hacerlo responsable por nada de lo que había sucedido, así que consideraba que su razón para mentir había sido por una buena causa.

Después de cruzar algunos pasillos, Renee llegó a la habitación de Eliott. Sabía de antemano que él no sabría qué decirle en cuanto se echara a llorar, mas no le importaba. Ella se sentía bien en compañía de Eliott, tan solo su presencia era suficiente.

Lo que no esperaba era escuchar otras voces dentro de su habitación. Renee no quería meterse en asuntos que no le importaban, sin embargo, ella se conocía bien a sí misma. Desde que comenzó con los viajes los Centros de Control por calmantes para su hermano, había desarrollado su oído para escuchar conversaciones ajenas. Semanas antes esa habilidad solo la utilizaba para distraerse, en esos momentos la utilizaría para obtener información que sabría que no obtendría dialogando.

—... esperar hasta que terminemos con esto —pronunció Hazz. Se escuchaba bastante calmada, cosa no muy común en ella.

La puerta de la habitación de Eliott estaba cerrada. A pesar de que las voces se opacaban por el metal de la puerta, la nave era tan vieja que se podía escuchar lo que decían dentro si se prestaba suficiente atención. Renee se encargó de quedarse a la vuelta del pasillo, por si alguien salía de la habitación y la atrapaba espiando.

—¿Estás segura de esto, Hazz? —Kybett. La voz pertenecía a Kybett.

—Por supuesto que no. —Hazz alzó la voz, regresando a ser la Hazz que Renee conocía. —Pero ya tuve suficiente tiempo para pensarlo y... no sería tan mala idea después de todo. Aunque nos divorciemos, podré decir que ya estuve casada. Lo cual será bueno para mi orgullo, aunque no sé qué tan bueno sea decir que me casé con él, ¿eh, Ky?

¿Divorcio? ¿Hazz estaba casada? Entre los pensamientos de Renee saltaron muchas incógnitas. Se perdió un momento, dejando de escuchar la conversación. Las ganas de llorar desaparecieron ante el pensamiento de que Hazz podría esconder mucho más de lo que parecía. No fue hasta que escuchó la voz de Eliott cuando volvió a prestar atención.

Expediente 512 (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora