–Estaré contigo.
–Lo sé, no es eso.
–Entiendo.
–No lo creo.
–No sé lo que sientes, pero lo entiendo– dijo Greg, colocando una mano sobre mi hombro.
Ambos llevábamos casi cinco minutos parados frente a la puerta sin que yo lograra animarme a cruzarla.
–No estás solo– me alentó mi amigo mientras abría la puerta de una vez por todas.
Y en lo que ambos caminábamos por los pasillos, me di cuenta de que ese era precisamente el problema. Jamás estaba solo. Siempre iba a haber alguien a mi alrededor con la intención de pisotearme hasta no poder más, y si no lo había, lo haría yo mismo con los complejos.
Temblando, mirando hacia un lado y hacia otro como en la espera del ataque de una fiera salida de la nada, me encaminé junto a mi mejor amigo al comedor. No había nada raro en el camino, la gente ni siquiera volteaba a dirigirme la mirada. Estaba a punto de exhalar un hondo suspiro de alivio pensando que todo había mejorado (y rezagándome unos pasos del lado de mi amigo para no preocuparlo más) cuando sentí cómo un brazo me rodeaba con muchísima fuerza, apresando mis brazos contra mi cuerpo y provocando que ahogara un grito. Iba a largarme a gritar, pero una centésima de segundo antes de que lo consiguiera otra mano me cubrió la boca casi herméticamente, ahogando cualquier sonido que intentara salir de ella. Pateé, me retorcí y resistí, pero finalmente fui arrastrado irremediablemente hacia atrás, con la angustia creciendo a una velocidad insospechada dentro de mi pecho y viendo a Greg hacerse más y más pequeño hasta desaparecer entre la multitud distante.
El tipo me arrastró durante un largo trecho (porque era hombre, yo estaba seguro, esos brazos lucían como los de un hombre). Mi fuerza de voluntad, al inicio firme y sólida como una columna de concreto, se fue debilitando conforme los metros recorridos me confirmaban que mis esfuerzos no eran suficientes para salir bien librado de esa. Mi cerebro empezó a ofrecerme posibilidades. ¿En dónde terminaría? ¿En el jardín trasero, golpeado por cuatro o cinco tipos? ¿Encerrado en algún cubo de basura? ¿Atado a un árbol y obligado a...?
Ante el último pensamiento posible que mi mente formuló, mi corazón dio un salto que hizo que los nervios se me erizaran dolorosamente durante unos segundos. Fue entonces cuando empecé a hacer uso de la totalidad de mis fuerzas para tratar de escabullirme, sin éxito, por supuesto. La desesperación me invadió a tal grado que sentía que explotaría. De hecho eso fue lo que pensé, en medio de la situación que me estaba llevando lentamente a la locura. Mi mente formuló la imagen de mi cuerpo estallando en mil pedazos a causa de la angustia y la presión, explotando en los brazos del matón y cubriendo su piel de sangre y sesos.
Asqueroso. Pero en eso pensé. Pensé en eso solo para no pensar en lo que me podía estar esperando al final del viaje.
Durante el último tramo del camino, cuando los pasillos ya estaban desiertos y no se oía ni un solo murmullo, sencillamente me resigné y me dejé ir. Mi cuerpo dejó de ser un bulto difícil de transportar y mis talones se deslizaron dócilmente por el suelo en lo que doblábamos en una esquina a otro pasillo, luego en otra, luego en otra más, hasta perder la noción del espacio y del tiempo.
Repentinamente, mi espalda chocó contra la pared tras la esquina que acabábamos de doblar y los dos brazos que me apresaban se aferraron a mis hombros firmemente, pero sin lastimarme.
Mi corazón paró de latir, pero exhaló un suspiro de alivio al mismo tiempo, como si acabara de ser sometido a una fuerte descarga eléctrica.
Los ojos esmeraldas de Will me escrutaban y su pecho subía y bajaba al compás de su respiración acelerada, quién sabe por qué. Por el trecho que había tenido que arrastrarme, por el nerviosismo, por los esfuerzos que yo había hecho para poder liberarme de su agarre, había una infinidad de posibilidades, así como también había una infinidad de razones por las que podía haber hecho lo que acababa de hacer.
ESTÁS LEYENDO
All I need is you III © [AINIY #3]
RandomEthan se dará cuenta de que los problemas no han acabado... y que tal vez no acabarán jamás. *** Inicia la segunda mitad del último año. Cualquiera diría que los problemas han tenido que acabarse después de todo lo que ha pasado, pero en realidad so...