14. El niño y el hombre

4.7K 577 491
                                    

Es curioso cómo una sola pieza puede hacer la diferencia entre una imagen difusa y una perfectamente descifrable. Cómo un detalle pueda hacer relevante lo irrelevante. 

El día en que habíamos conocido formalmente a Jase, por ejemplo. Will había dicho que ya lo conocía. Había pasado tiempo con él, con Marie y con Valerie. Al parecer la relación que habían tenido era más estrecha de lo que yo pensaba como para que hubiera tenido razones para hacer lo que al parecer había hecho.

Ethan: 
Greg ✔✔

Necesitamos hablar ✔✔

Contesta, te lo suplico ✔✔

Greg me clavó el visto a los pocos minutos luego de que le envié cada mensaje. Aún así, supe que ni siquiera les había dado la importancia suficiente como para verlos intencionalmente. Yo apostaba que los había leído por pura casualidad, por error, por haberlos confundido con los de alguien más. 

Me odiaba a mí mismo en la misma proporción en que quería que Greg me perdonara. Quería retroceder el tiempo, pero no podía, lo había arruinado, tendría que lidiar con las consecuencias que correspondieran. 

En eso pensaba mientras Will y yo, con los nervios de anticipación a flor de piel, caminábamos a zancadas de vuelta al edificio de hombres, a la habitación de nuestro pequeño compañero. Después de hablar con Marie, Will y ella habían hecho las paces. No sabía si Jade opinaría lo mismo cuando se enterara, pero eso era algo en lo que yo todavía no estaba obligado a pensar. 

Cuando ubicamos la puerta me aproximé para llamar, pero Will la abrió sin importarle nada. Sobre nosotros dos se había cernido un silencio implícito e incómodo que nos impedía incluso mirarnos el uno al otro. Como si no pudiéramos percibirnos. O como si no quisiéramos. 

Jase estaba sentado sobre su cama con los audífonos en las orejas, y dio un salto en cuanto Will entró dando un portazo. 

Yo lo seguí en silencio y con discreción. Una vez que estuve dentro, el rubio cerró la puerta tras nosotros y le echó el seguro con bastante prudencia. Su parsimoniosa tranquilidad me inquietó. Sentía que estaba frente a una granada activa que estallaría en cualquier momento. 

Nunca había entrado en la habitación de Jase. Le habían asignado un cuarto de una sola persona, equipada con una cama pequeña, un escritorio y un sofá personal. En realidad tampoco se me había ocurrido jamás preguntarle si tenía un compañero. 

–¿Qué ocurre?– balbuceó Jase. 

Miró primero a Will y luego a mí, pero yo aparté la mirada porque no podía sostenérsela. Aún no me cabía en la cabeza la inaudita posibilidad que nos había llevado a ambos ahí. 

–Que nos contó un pajarito el gradísimo hijo de puta que eres– espetó Will, sin anestesia.

Rescaté muchos detalles de ese preciso momento que no duró demasiado. En la expresión de Jase pasaron varias cosas: su entrecejo se frunció, sus labios se entreabrieron, sus ojos escudriñaron mi figura y la de Will. Nosotros dos ahogábamos nuestra propia respiración en la anticipación. 

–¿Cómo dices?– preguntó suavemente.

Will apretó los puños y yo tragué saliva. Es que viéndolo así, a tan pocos centímetros, sintiéndolo tan pequeño, frágil y confundido, nos sonaba imposible que fuera cierto.

Pero Marie no podía estar mintiendo, ¿o sí? Marie no era así. No era ese tipo de persona.

<<Claro, no es el tipo de persona que corta cabello ajeno, fotografía parejas in fraganti e inculpa personas inocentes>>

All I need is you III © [AINIY #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora