4. Somos dos y solo hay una

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Ethan:
Hay clase de danza y tiene suerte de perdértela. Yo por mi parte no sé bailar y creo que para variar voy a hacer el ridículo ✔✔

Me quedé mirando la pantalla un rato.

A fin de cuentas, gracias a un mensaje enviado por él mismo, me había enterado de que Greg se había sentido mal en medio de una de sus clases y había ido al tópico a atenderse, condenado suertudo.

Nuestro grupo, en cambio, estaba ya en dos filas frente a nuestra nueva maestra sustituta en el coliseo. Ella era como cualquier otra maestra de danza que yo hubiera podido conocer antes: mediamente esbelta debido a su profesión, morena y bonita, de rostro fuerte y exótico. Mi vista estuvo en ella desde el momento en que llegó. Estaba tan nervioso que apenas me podía mover.

La clase no empezó al instante, tanto así que por un rato albergué la esperanza de que la maestra se arrepintiera y se retirara en silencio en medio del tumulto discreto de nuestras conversaciones. Tengo la leve sospecha de que lo hizo a propósito.

Luego de haber hecho un ajuste de no sé qué en el pequeño amplificador que había llevado consigo, se presentó como Patrice, y no nos dijo su apellido porque solo le gustaba que la llamaran por su nombre. Nos dio una explicación rápida sobre lo que haríamos, aunque casi no hubo tiempo para preguntas. Antes de que yo pudiera siquiera darme el lujo de meditarlo demasiado, ya invadía el aire una canción tan ochentera y rítmica que hubiera hecho moverse incluso al más reacio.

Debo admitir que fue más divertido de lo que yo había pensado que sería.

Me había colocado en la última fila, con Sophie, Jade y Nía a mi lado izquierdo. Al derecho se había colocado Will, pero al poco tiempo de haber iniciado la clase la maestra lo puso al frente como ejemplo. Otra de William Perfección Robinson.

Los pasos de baile eran bastante sencillos... para una persona normal. Agradecía mucho estar en la última fila, porque así nadie podía verse ni tener la oportunidad de fijarse en mí. No sentía estar haciéndolo tan mal como había esperado, pero tampoco era el mejor (pfff, vamos, yo no era Will) y estaba tan acostumbrado a sobresalir en materias académicas o intelectuales que fallar en una cosa como esa me daba ganas de que la tierra me tragase en cualquier momento.

Sin embargo, logré ignorar esa sensación de ansiedad hasta que casi desapareció. Después de todo, contrario a como hubiera sido la situación años atrás, no me sentía solo.

A mi lado, Sophie (ya con tanto tiempo practicando gracias a Twice y el resto de sus asiáticas) bailaba divina y delicadamente sin ninguna dificultad. Trataba de ayudar siempre que podía a Julie, que estaba más o menos como yo. Nía se defendía bastante bien y Jade... bueno, Jade era un asunto aparte.

—¡No puedo! —chillaba más o menos cada dos movimientos.

Después de la tercera repetición, la maestra detuvo la música para dar indicaciones, cosa que mi amiga aprovechó de inmediato.

—Listo. Suficiente —gruñó, tendiéndose en el suelo, cruzando los brazos y clavando la mirada en el techo.

—¿Qué haces? —jadeé por el esfuerzo.

La pierna derecha me estaba matando. En algún momento debía haber hecho un movimiento demasiado entusiasta.

—Esperando —contestó.

—¿A tu extintor en su corcel?

Me lanzó una mirada asesina y yo reprimí la sonrisa.

—A que termine la clase —dijo finalmente, fingiendo no haberme oído.

All I need is you III © [AINIY #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora