21. El castigo

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Cuando lo oí por primera vez pensé que era una broma. Estaba hastiado de bromas de mal gusto, pero eso era algo que no podía darme el lujo de decirle al director Anderson. No conforme con mi interpretación de la frase que salió de su boca, me animé a preguntar.

–Perdón, ¿cómo dijo?

–Dije, señor Ashburn, que cumplirá su castigo a partir de hoy. Ocupará su tiempo libre en servicio a la comunidad con el conserje. Ya hay un grupo de compañeros suyos cumpliendo el mismo castigo, se unirá a ellos. 

Mis compañeros eran nada más y nada menos que Frank y sus amigos. 

–¿Durante cuánto tiempo?– inquirí, sintiéndome instantáneamente nervioso. 

–Dado su buen historial académico y de conducta, le asignaré solo tres semanas de castigo. 

Solo tres semanas. "Solo". Como si tres semanas en vez de cuatro o cinco fueran a cambiar en algo lo mucho que esos tipos me debían estar odiando. 

–Señor Ashburn, ¿necesita algo más? 

Volví a la tierra después de un momento de haber tenido la mirada perdida en algún punto de la oficina y la mente más bulliciosa que nunca. 

–¿Disculpe?

–Dado que no se ha retirado aún de mi oficina, debo asumir que necesita algo más– explicó agriamente, desviando la mirada a una carpeta en su escritorio para luego cerrarla. 

–Bueno…– balbuceé, sin saber con exactitud qué hacer para salir de esa– señor, yo me preguntaba si… si podría asignarme algún otro castigo. 

Anderson se apartó de lo que estaba haciendo para volverme a mirar como si yo fuera idiota. 

–¿Perdón? 

–Señor, no sé si usted estará enterado, pero los compañeros que mencionó están castigados precisamente por un ataque hacia mí y… 

–Tengo conocimiento de mis decisiones, señor Ashburn, pero gracias por intentar enseñarme cómo hacer mi trabajo. 

Su tono mordaz estaba comenzando a derretir mi valentía. 

–Solo quisiera evitar un inconveniente, señor– insistí. 

–Y no lo habrá. Sus compañeros son conscientes de que su castigo aumentará si deciden causar más problemas. Además estará bajo la constante supervisión del conserje, yo no veo ningún inconveniente en el castigo. 

–Director Anderson, yo solo… 

–Eso es todo, señor Ashburn, que tenga buenas tardes. Puede reportarse con Mike luego del almuerzo. 

Abrí la boca dispuesto a seguir luchando por mi propio bien, pero el director me dedicó tal mirada retadora que me obligó a permanecer en silencio. Así que me até la lengua al paladar, me levanté, asentí educadamente hacia él y me retiré de su oficina como si me acabara de notificar que iba a ser ejecutado ese mismo día. 

Casi me sentía de esa forma. ¿Acaso la buena suerte no podía sonreírme durante más de doce horas seguidas, era mucho pedir?

–¿Qué te dijo?

Ni siquiera noté cuando Johanna llegó hasta mi lado, pero fue un alivio tenerla. Sentía que podía perder el equilibrio en cualquier momento.

–Nada en particular– mentí en un acto involuntario. Luego mandé al diablo mis acciones automáticas y le dije la verdad–. El director ya me dijo cuál será mi castigo.

–No me digas, ¿cuál? ¿Limpiarás baños o recogerás comida del comedor? Si son los baños lo lamento, pero no podré ayudarte con…

–Voy a hacer el mismo trabajo que hacen Frank y sus amigos. 

All I need is you III © [AINIY #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora