25. Día de visita

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–Olvidé mi teléfono aquí, lo cual es raro, porque podría jurar que lo llevaba encima al salir de mi habitación para subir al bus. 

Yo hubiera apostado que de haber podido leer la mente de Will hubiera descubierto que estaba pensando en lo mismo que yo: desde luego que Ashton no había olvidado su teléfono por casualidad. 

–Cuando vi que no lo tenía ya estaba como a mitad de camino– continuó–. De ahí no tuve ni un segundo de descanso, todo fueron entrevistas y recorridos, ni siquiera encontré la manera de comunicarme. Además me invitaron a desayunar antes de salir, así que mi regreso se retrasó un poco. 

–Vaya, tan simple como eso– suspiró Will. 

–¿Se preocuparon aquí?

–Hermano, estábamos todos volviéndonos locos. 

–Perdón– dijo Ashton con sinceridad–. Creo que… debería ir con el director para notificarle que volví antes de decirles a los demás que estoy bien. 

–Por ahora tendrás que esperar. Él está adentro lidiando con… otra cosa– Will no pudo evitar lanzarme a mí una mirada ansiosa–. Yo les digo a los demás, tú descuida. 

–Gracias, amigo– ambos se estrecharon afectuosamente la mano y Will y yo nos retiramos del lugar. 

Estando ya solo en la ducha un rato más tarde me di cuenta de que aún tenía el cerebro adormecido. Estaba notablemente aliviado ahora que sabía que Ashton estaba bien y todo no había sido más que un malentendido (un malentendido bastante bien planeado), pero aún así no me podía sentir completamente tranquilo. Era como si a cada intento que hacía por concentrarme en lo bueno, lo malo se aferrara con uñas y dientes a mi conciencia. 

Intenté imaginarme el reencuentro entre Nía y Ashton para sentirme mejor hasta que mi baño terminó. Luego de eso, cada vez que cerraba los ojos, lo único que podía escuchar eran risas malévolas. Eso y un sonido peculiar que me daba ganas de vomitar aunque no tuviera casi nada en el estómago. 

Intenté contenerme. Intenté no enfocarme en ello y olvidarlo, pero al final perdí, porque me comencé a sentir mareado y desorientado y esa sensación no la perdí hasta que trastabillé hacia el inodoro y terminé de rodillas junto a él, vomitando hasta el alma dos segundos después. 

<<A ver si así se te olvida que eres nuestro>>

En parte habían tenido razón, ahora mis pensamientos eran suyos. No lograba pensar en otra cosa ni aunque se me fuera la vida en ello. 

Me incorporé un poco de la taza del inodoro para tomar un poco de aire, pero descubrí que mi garganta estaba cerrada y aquello no me permitió respirar durante cerca de treinta segundos (y vaya que lo intenté). No se abrió sola como yo pensaba que haría, sino que vomité todavía más, llegando tan poco aire a mi cerebro que pensé por un momento que me explotaría la cabeza. Luego tomé una bocanada tan profunda que me permitió volver a la vida. 

Respiré un poco para estar seguro, sentía la garganta ardiente y adolorida por todo el ácido y el maltrato. Por lo demás, me sentía un poco mejor físicamente. Lo malo era que había comenzado a sudar, así que mi baño de hacía unos minutos no había servido para nada. 

Tiré de la cadena y volví a la ducha, tardando menos esta vez. Luego me vestí y volví al exterior como si nada hubiera pasado. 

Como si no siguiera sintiendo a Frank y a sus amigos corriéndose sobre mí. 

***

El día de visitas solo pasaba una vez al año para mí. Es decir, los padres podían ir al internado a visitar a sus hijos cada dos meses, pero los míos solo iban una vez al año, por acuerdo mutuo. Por mí siempre había estado bien. 

All I need is you III © [AINIY #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora