Washington, distrito de Columbia
Estados Unidos de América, Tierra de la Primera Dimensión
4 de Julio de 1967 A.D. (Anno Domini)
Habiéndose quitado el poncho que llevaba puesto, Marta -Marty- Mathwes de veintiún años giró con orgullo sobre el armado escenario para enfrentar al mar de paparazzi.
Solo llevaba jeans, un brasier, un par de sandalias Birkenstock, una corona de girasoles en su cabeza y una actitud muy indignante.
Su valentía titubeó un poco cuando se dio cuenta que los fotógrafos reunidos alrededor del podio que estaba cerca a la puerta que conducía a la Casa Blanca estaban tomando fotos de ella más rápido de lo que ella podía pestañear. Podía ella en verdad hacer esto? se preguntó un poco cautelosa.
Podía ver esta protesta del Día de la Independencia del modo en que ella y Jeannie la habían planeado?
Sin justicia! No hay paz!
Sin justicia! No hay paz!
Sin justicia! No hay paz!
Marty resopló con bronca mientras los manifestantes por los derechos de las mujeres comenzaban a gritar. Ella repasó mentalmente la lista de razones que la habían llevado desde Ohio a marchar en el Capitolio.
La igualdad de derechos.
Vietnam.
Las mujeres en posiciones de poder.
La libertad de expresión.
La libertad de elegir.
Basta de pantimedias en el trabajo! Las malditas siempre se corren.
Gruñendo bajo, Marty se juró fervientemente a sí misma mientras sus dedos se elevaban para desabrochar su corpiño que ella seguro llevaría esta protesta a buen término. El girasol que Jeannie había pintado en su mejilla se torció auguriosamente cuando ella se quitó su corpiño y, con un rugido estridente que avergonzaría a Tarzán, lo lanzó a la hoguera encendida.
Los miles de manifestantes por los derechos de las mujeres aglomerados abajo comenzaron a alentar, dando a Marty las agallas para levantar dos puños enojados ante los reporteros y gritar como un alma en pena. Un alma en pena con pechos desnudos.
Sin justicia! No hay paz!
Sin justicia! No hay paz!
La multitud comenzó a alentar, los jaleos se hicieron un fuerte griterío. Llena de triunfo, Marty levantó su cabeza para señalar a Jeannie, dándole a saber a su amiga que era el momento de unirse en el escenario central y quemar su corpiño para la muchedumbre reunida.
Los ojos de Jeannie se agrandaron nerviosamente. Tragó saliva al echar un vistazo al mar de caras allí abajo. No hizo ningún movimiento para unirse a Marty en la plataforma, optando en cambio por escabullirse sin ser vista y salir correteando por la parte de atrás de las escaleras del podio.
- Uy!
Marty resopló mientras miraba a su amiga irse de la demostración como si los demonios del infierno estuviesen mordiendo sus talones. Toda esta idea de quemar el corpiño en el escenario había sido de Jeannie, pensó tristemente. Y sin embargo a la hora de los golpes, Jeannie la había dejado hacer la hazaña sola.
Volviéndose para enfrentar la multitud, Marty se dio cuenta por primera vez que ella era la única persona de toda la concurrencia que era mujer y que andaba topless. Nadie más había dicho que planeaba quemar sus corpiños con ellas hoy.
ESTÁS LEYENDO
Esclavizado (H.S) 3
FantasíaEl siguiente material incluye contenido sexual gráfico para lectores adultos. Esta historia ha sido calificada como una obra de contenido E por un mínimo de tres críticos independientes. Las escenas de amor sensuales son explícitas y no dejan nada l...