En el curso de las siguientes semanas, él había ido por ella en sólo una ocasión más. El resto del tiempo él había permanecido alejando, buscando batallas que no existían, atendiendo la salida de la puta Kara, rescatando un hermano que no lo necesitaba más...
Pero luego de que había regresado de Joo, Harry no había podido quitarse la necesidad de ver a Mari. Y entonces la había buscado y del modo que ella siempre hacía, lo había rodeado con sus brazos y ofreció a su cuerpo y a su corazón remanso con el uso de su arte de amar. Había eyaculado sobre ella con un gemido, sintiéndose como un guerrero herido que había encontrado al fin un elixir de cura.
Sentado en la sala del comedor dentro de las paredes de hielo de rubí del Palacio de Hielo con el resto de su familia, Harry tomó de su matpow mientras recordaba la última jornada que pasó con la puta Mari.
Su copulación había sido salvaje en esa salida de luna, él recordó. Ella había estado tan desesperada de sentirlo adentro suyo, como él lo estaba de estar allí. Por una vez había sido Mari quien había sido la agresora, cabalgando sus caderas y montándolo fuerte una y otra vez durante la noche. Lo había conducido hasta su canal más veces de las que él podía contar, amando su cuerpo junto al de ella hasta el sol amarillo trastocado apareció por la noche rojo carmesí y lo declaró día.
Ella le había dicho que lo amaba. Una y otra vez ella le había suspirado las palabras hasta que él las creyó. Él había abierto su boca para devolverle las palabras pero se murió de pánico al tratar de decirlas. Harry Q'an Tal nunca había dicho tales palabras a otro ser humano. Ni una vez en todos los cientos de años de existencia.
Como si ella hubiese entendido, Mari no presionó el tema, en cambió continuó hundiendo su canal en su pija mientras seguía diciéndole palabras de amor una y otra vez, sin esperar que él se las devolviera.
Era como si ella hubiese pensando en no verlo nunca más, y por lo tanto necesitaba decir lo que había en su corazón tanto como fuera posible. Pero no...
Harry frunció el ceño ante su copa mientras sus ojos atravesaron la sala del comedor. Toda su familia estaba allí, celebrando la incorporación de Giselle a la familia, junto con los pequeños del minúsculo Rem. Todos estaban contentos, divirtiéndose y sin embargo él, estaba allí rumiando a su copa.
Se le había quitado a Mari desde ahora hasta por una quincena. Y en esa última y maravillosa noche cuando ella le dio su cuerpo y su corazón tan completamente, él lo único que había hecho fue tirarle los regalos en su cara, muy testarudo y miedoso como para darle todo en retorno.
Y de verdad, cuál era su miedo? Que sus hermanos se burlaran de que él había sido hechizado por su propia sirvienta fiel?
No. Cuando todo estaba dicho y hecho, Harry era un guerrero que no marchaba ningún ritmo más que el propio. Sólo podrían reírse y burlarse, y a esta altura, él estaba demasiado intoxicado de Mari como para importarle.
Entonces cuál era el motivo real? Por qué el miedo y el pánico? Hasta que él pudiera responder esa pregunta...
-Me disculpo hermanos-, dijo Harry al llevar la copa de matpow a sus labios, -pero me temo que debo dejar esta salida de luna para ver mis sectores-.
Zor levantó una ceja. -Usted ha visto a sus sectores mucho últimamente. Espero que no haya ningún problema...
Ah, pero hay muchos problemas. Tu tonto hermano no puede estar separado de su endiablada sirvienta fiel. -No-, Harry murmuró, -no es un problema-.
Tonto. Era tonto por estar endiablado, o tonto, por no admitir que estaba endiablado por Mari? Esperaba que fuera por lo primero, pero sospechaba mucho que era por lo segundo.
El cuerpo entero de Harry se congeló cuando una rara premonición lo atravesó.
Mari.
Necesitaba volver a Mari. Algo estaba... muy mal.
Ella se había ido. Ella se había escapado.
Bramando y como un hombre loco, el puño de Harry golpeó la mesa más cercana, rompiendo la estructura de cristal en millones de pedazos.
Ella lo había dejado. Se había atrevido a escaparse de él ,cuando no estuvo.
Ladrándole a uno de sus guerreros para que prepare un transporte de alta velocidad para su partida, las pesadas pisadas de Harry se sintieron por todo el corredor del palacio, cuando él caminó hacia la plataforma de lanzamiento.
Si ella pensaba que podía escaparse de él, se dijo en tono grave, entonces mejor que lo pensara de vuelta. La encontraría. Él tenía una obsesión con eso.
La cicatriz en su pómulo giró de furia cuando él abordaba su transporte de alta velocidad. En el medio de su furia nunca se le ocurrió al Rey de Morak que había una razón de porque él iba obsesionarse con ella. Todo lo que él sabía era que tenía que tenerla otra vez. Y tenía que tenerla ahora.
King Harry Q'an Tal, el caudillo más temido y rudo que todas las dimensiones del tiempo hayan conocido, salió lanzado de la plataforma del transporte preparándose a hacer lo que mejor sabía hacer. Estaba preparado para cazar. La única diferencia, él pensó mientras apretaba su mandíbula implacablemente, era que esta vez lo que el cazaba era una puta.
Ella aceptó la bolsa de créditos del comerciante que le ofreció un alto precio por una de sus qi'kas. Mirando por sobre sus hombros para asegurarse de que nadie la seguía, se dirigió hacia el inquieto pueblo para llegar a la diminuta casucha de cristal en la que se estaba escondiendo.
Se detuvo un momento cuando un extraño revoloteo vibró en su vientre. Esa fue la segunda vez en muchas semanas. Recordándose que no tenía tiempo de reflexionar sobre sensaciones raras, caminó rápidamente hacia el centro del pueblo, su rastro mezclándose con el de otros pasajeros.

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Esclavizado (H.S) 3
FantasíaEl siguiente material incluye contenido sexual gráfico para lectores adultos. Esta historia ha sido calificada como una obra de contenido E por un mínimo de tres críticos independientes. Las escenas de amor sensuales son explícitas y no dejan nada l...