Capitulo 4

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Los ojos de Harry observaron con desagrado mientras él, contemplaba el paisaje teñido de azul de ciudad Roca en Tron. Estaba tan asediado de recuerdos y tan deseoso de dejar este lugar, que le llevó un momento largo recordar que le había hecho una pregunta al pequeño hombre que estaba junto a él.

- Decías?-

El humanoide más pequeño se encontró con la mirada del rey y continuó. -Son las mujeres guerreras de Wani las que dirigen el sector, mi Rey-

Una ceja negra se arqueó lentamente. Harry estaba intrigado. Había oído rumores de un sector gobernado por mujeres guerreras. No supo hasta ahora que los rumores eran verdaderos. -

Cuéntame-.

-Bien-, el hombre humanoide balbuceó, sus manos juntas y torciéndose de atrás para adelante de forma nerviosa, -no hay mucho para contar me temo. Las mujeres del sector lo han gobernado por miles de años Yessat-. Sus siguientes palabras fueron dudosas. -Pienso que usted encontrará mucha resistencia en sus manos si trata de cambiar la forma allí. Es algo oscuro lo que hacen para convencer a los hombres-.

Harry gruñó. No tenía intención de cambiar su día a día pero no necesitaba decirle demasiado al humanoide. No era asunto del pequeño hombre. De todos modos estaba deseoso de asegurarse que Wani entendiera que aunque le importara o no, él ahora era su rey. Le pagarían con lealtad e impuestos. No permitiría insurrectos en el medio. Era lo único que le importaba.

Al menos, Harry admitió mientras su mirada azul evaluaba la debilidad de un Gran Señor que se paró delante, las mujeres guerreras de Wani podrían probar ser subordinadas beneficiosas y hábiles. Era más de lo que él podía decir de los hombres blandos de este planeta. No había que preguntarse porque los insurrectos siempre los fastidiaban. Muchos eran débiles, la mayoría de ellos.

- Y es seguro que estas putas no son simpatizantes rebeldes?-

-Sí, mi Rey-. El Gran Señor cabeceó rápido, su frente transpiraba. -Es una promesa-.

Harry inclinó la cabeza. Eran buenas noticias. Significaba que su trabajo en Tron no sería excesivamente largo. Podría dejar este condenado planeta más rápido. Todo lo que debía hacer era comprobar que las palabras del Gran Señor eran verdad y podría volver a Morak y a su harem.

Los ojos de Harry se encontraron con los del líder del sector, haciendo que el pequeño hombre tragara saliva. La cicatriz en su pómulo derecho giró. -Quiero las coordinadas del sector-, gritó. -

Urgente-.

-Al-toooo!-

Marty gritó la palabrota al saltar al piso desde su posición elevada sobre los hombros de Flora.

Armada con un bryyit, una pistola plateada, cuyo mecanismo disparaba fuego líquido en vez de balas, sus labios giraron con alegre satisfacción mientras enfrentaba su mira-lo-que–hago holo- oponente de siete pies.

Lo iba a lograr. Oh, sí. La cerda era carne muerta.

Gritando desde el fondo de su garganta, Marty cayó al piso y rodó. Unos pocos momentos después, ella disparó hasta sus pies y apuntó al bryyit de la holo-imagen. Tiró del mecanismo para abrir y, en un suave movimiento, carbonizó la holo-oponente en una llama crujiente.

El sonido de aplausos de sus camaradas todas juntas, hizo que Marty, se hinchara de orgullo.

Sonriendo de oreja a oreja, se dio vuelta para mirarlas, haciendo una reverencia como si recién hubiese terminado de dar una actuación teatral impresionante.

Las artes de la guerra, admitió con un respiro corto, eran extremadamente divertidas.

-Hiciste un buen trabajo, Mari-. Tulipán dijo en un tono brusco, el orgullo en su voz era evidente. -Ven. Tengamos una salida de la luna feliz alegrándonos con bebida y festejos. El día siguiente trae otro día y más lecciones-.

Flora resopló en acuerdo. -Gardenia nos espera en aquel pub. Vamos-.

Marty asintió. Su expresión era seria al hablar a sus amigas grandes. -Antes de ir, quiero que ambas sepan que me doy cuenta de la deuda que les tengo-. Ella sonrió. -Ustedes tres salvaron mí vida. Venga lo que venga, pelearé con ustedes hasta el fin más amargo-.

Tulipán golpeó afectuosamente la cola de Marty, haciendo que hiciera una mueca dolorosa. -

Llevas bien puestos los aros de Wani, Mari. Eres una pequeña guerrera pero una guerrera al fin-.

-Gracias-, ella gruñó.

Desde el otro lado de la extensión de suelo de gema azul cincelada, la mykk observaba el trío irse. Sus ojos arrugados las examinaron mientras ellas iban hacia el pub, todas en feliz ignorancia de los eventos predestinados a desarrollarse.

Él vendría por ella, ella supo.

Él pelearía por ella, ella supo.

Y las guerreras mujeres de Wani, pelearían a cambio para proteger a la diminuta de ellas. No podrían hacer nada más, porque esta era la forma.

Pero no ganarían.

Ellasuspiró, girando sobre sus tobillos para volver a su casita.

Esclavizado (H.S) 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora