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7 de febrero de 2019

Josephine

Hoy es el primer día de clases. No puedo expresar mis emociones... miedo, tristeza, angustia, pero también felicidad porque sé que estoy un paso más cerca de conocer la verdad.

Le dije a Leah que teníamos que llegar temprano, no quiero que Aron nos vea llegar y necesito conseguir un lugar en el fondo del aula para poder tener una vista panorámica de él y de sus amigos. Por supuesto Leah se levantó temprano para estar lista a la hora en que quedamos. Vivimos juntas en un departamento fuera del campus, apenas nos separa a la una de la otra, un living, una cocina y dos baños, pero ella me deja dormir hasta un poco más tarde y se arregla en silencio. Ella necesita tiempo para estar lista, y eso es algo que yo nunca voy a llegar a entender pese a que es mi mejor amiga y la conozco desde el jardín de infantes. No sé por qué insiste tanto en arreglarse, es hermosa esté como esté. Su cara parece de porcelana, sus ojos azules no necesitan ni un gramo de maquillaje para resaltar y su pelo... bueno, yo lo único que le envidio es que tiene esa clase de pelo que no necesita absolutamente nada para siempre estar perfecto.

Yo, por otro lado, prefiero valorar más mis preciosas horas de sueño e ir a cursar de la forma más básica posible. No me levantaría ni loca tres horas más temprano como ella para maquillarme, plancharme el pelo y elegir mi mejor muda de ropa, solo para ir a la facultad. Creo que eso es lo que hace tan perfecta nuestra amistad, pese a que somos demasiado distintas, nos entendemos como nadie y siempre estamos la una para la otra. Leah tiene el don, sabe leerme la mente, no hace falta más que una mirada para que se dé cuenta de lo que me pasa. Honestamente, no sé qué haría sin ella.

Al sonar mi alarma en la mesa de luz me doy cuenta de que se me empieza a hacer tarde y me levanto. Para hoy elegí un atuendo sutil pero seguro, algo así en plan 'me importa una mierda lo que llevo puesto, pero aun así estoy deslumbrante'. En una de nuestras videollamadas, Kate me contó que Aron es el típico chico mimado de clase alta al que nunca le faltó nada pero que aun así siempre reniega de eso. ¿Cómo alguien puede quejarse de tenerlo todo a sus pies? Hay gente que no tiene ni para comer y este cabrón se queja porque su padre le da todos los gustos. Se puede decir que el muy hijo de puta ya me caía mal desde antes de que se convirtiera en un asesino.

Una vez lista me dirijo a la cocina para desayunar con Leah y repasar bien todo lo que vamos a hacer hoy. Ella por supuesto ya está lista y hermosa. Me está esperando con dos tazas de café, una para ella y otra para mí. Dios, amo a mi mejor amiga.

—Buen día bella durmiente —me dice mientras me siento sobre la silla alta de la barra.

—Buen día, Lelé —así le digo yo en la intimidad, ella odia que le digan Leah porque dice que es demasiado formal pero no consigue que las demás personas se acostumbren.

—Repasé el plan tres veces antes de dormirme anoche, pero tengo solo una duda... ¿Qué harás si él te reconoce al verte en el salón? Digo Jo, tú y tu hermana eran muy parecidas físicamente, va, parecidas es quedarse cortas, tú y tu hermana eran idénticas salvo por el cabello y la contextura física.

Eso es verdad, salvo por el hecho de que mi hermana era morocha y yo soy rubia, y por el hecho de que yo soy ligeramente más pequeña de cuerpo debido a que soy dos años menor, cualquiera que nos viera podría pensar que somos gemelas. Supongo que si mi plan se frustra podré echarle la culpa a mi padre y sus malditos genes.

—No me va a reconocer, Kate y yo éramos totalmente distintas en nuestra forma de ser. Ella siempre iba con esa onda 'hippie' por la vida y yo desgraciadamente heredé el gusto fifí de mi padre para vestirme. Además, por eso tenemos que llegar antes que él y sentarnos al fondo, quiero observarlo antes de acercarme, quiero saber cómo me conviene acercarme, no sé si me conviene ir en plan casualidad o que piense que soy de esas chicas que van por lo quieren sin disimular ni un poco. No lo conozco y solo tengo una oportunidad para acercarme sin espantarlo ni que parezca sospechoso, Leah, no puedo fallar.

Por Una Sola VezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora