IX

535 74 8
                                    

13 de febrero de 2019

Josephine

Necesito aire.

Me acerco hacia la cama y me siento sobre ella mirando hacia abajo. Aron continúa sentado en el sofá que está debajo de la ventana. Quiero vomitar.

Aron me acaba de proponer ser su novia. Esto no puede estar pasándome. Todo se está saliendo de control. Primero, la dichosa carta del otro día, la cual todavía no pude averiguar de quien proviene. Y ahora esto.

El plan era que Aron se enamore de mí y luego me confiese cómo asesinó a Kate, pero yo no quiero esto. No quiero ser su novia. Ser su novia implicaría tener que presentárselo a mi madre o planear cosas juntos.

Hoy, en un momento de confusión, tuve la necesidad de venir a la casa de mis abuelos y él me acompañó.

Ya conoció a mis abuelos y, por accidente, también a mi padre. Pero ¿mi madre? Ella es muy importante para mí. Es alguien especial... conocerla debería ser especial.

—Aron...

Él se pone de pie, pero me da la espalda.

—Aron —le digo—, creo que estás dejándote llevar muy rápido. No eres tú...

—No te atrevas a decirme que no soy yo, sino tú —dice derrotado.

—No lo decía en ese sentido. Mira, escúchame. Esta situación para mí no es habitual. Yo no estoy acostumbrada a estar con alguien —trato de ser sincera—. El solo hecho de pensar en atarme a alguien me da ganas de vomitar. Pero no es por ti. Yo no nací para estar en una relación. Yo quiero ser libre. ¿Entiendes? De verdad no eres tú el problema.

—Estar en una relación no significa estar presa...

—No, por supuesto que no, pero... creo que no estoy lista para estar en una relación formal todavía.

Aron respira hondo y se gira otra vez para mirarme.

—Está bien —me dice—, solo quería ser sincero. Lamento si mal interpreté tus sentimientos.

—No los interpretaste mal... o por lo menos, no por lo que piensas. Me gustas —no puedo perderlo asique opto por darle un poco de esperanza—, pero creo que necesito algo de tiempo.

Esto es un desastre y no sé cómo voy a hacer para arreglarlo.

Desde que me llegó la carta el martes pasado, no consigo dormir bien y la falta de descanso me están pasando factura. No puedo actuar con claridad y eso solo hace que todo me salga mal.

La única cama de la habitación es de dos plazas y no me queda otra que compartirla con Aron.

Pasamos toda la noche sin ni siquiera rozarnos. Ambos dormimos en la misma cama, pero uno mirando hacia un lado y el otro mirando hacia el lado opuesto, espalda contra espalda. No vuelve a dirigirme la palabra en el resto de la noche y sé que es porque herí sus sentimientos.

A la mañana siguiente, cuando suena mi despertador, Aron ya está levantado cambiándose la ropa. Ninguno de los dos previó pasar la noche juntos asique no trajimos una muda de ropa de más. En consecuencia, Aron durmió en bóxer y yo con la misma ropa que use en el día. Por suerte traje otra remera asique ahora sí puedo cambiarme de ropa.

Aron se pone su pantalón, pero sigue en cuero. Sus abdominales son arte puro y tengo que obligarme a darle la espalda para poder cambiarme de remera sin violarlo con la mirada.

Una vez listos, juntamos nuestras cosas y vamos hacia el living para poder despedirnos de mis abuelos.

Les damos un gran abrazo a cada uno y les prometo que volveré a verlos pronto. Ya nada ni nadie va a poder impedírmelo.

Por Una Sola VezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora