XVI

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26 de marzo de 2019

Josephine

Hoy rindo mi primer examen universitario. Hace casi un mes que Aron me da clases particulares y todavía siento que no estoy preparada. Esta es la materia que cursamos juntos asique él también tiene que rendir el examen. Pero por supuesto, él está tranquilo mientras que yo estoy a punto de quedarme sin uñas.

—Descuida, conoces todos los temas a la perfección —me tranquiliza mientras entramos al salón—. Tuviste al mejor profesor, no vas a fallar.

—Si... yo también quiero follar —le contesto desorientada.

Honestamente, no estoy prestando atención a lo que me dice. Me siento muy nerviosa.

—¿Qué?

—¿Qué dijiste tu? —le pregunto porque debo haberle entendido mal.

—Que no vas a fallar en el examen.

—Había entendido que tu querías follar. Lo siento.

—Bueno, siempre quiero follar contigo...

Después de todo este tiempo, los comentarios subidos de tono de Aron aun hacen que me sonroje.

—Después... —le prometo mordiéndome el labio inferior.

Nos sentamos en nuestros pupitres y yo agradezco que Aron esté cerca mío. Supongo que me dejaría copiarme de él si lo necesitara, ¿no? Pero descarto esa idea de mi cabeza, ¿Qué clase de persona hace trampa en la facultad? Sería muy poco ético de mi parte. Aunque últimamente la ética es un valor del que estoy prescindiendo.

—Recuerda, si apruebas, tendrás la mejor noche de tu vida —me motiva Aron en un susurro para que nadie más pueda oírnos.

El profesor empieza a repartir los exámenes y yo siento como el sudor recorre mi espalda y mi frente. Mi corazón palpita como si fuera a salirse de mi pecho.

Odio la vida del estudiante universitario.

Termino el examen con más confianza de la que esperaba. No fue tan difícil. Aron es un excelente tutor y confío en que respondí todo bien.

Él terminó primero asique cuando salgo del salón, lo encuentro esperándome apoyado contra la pared.

—¿Cómo te ha ido? —me pregunta luego de besarme.

—No lo sé, pero creo que bien. Respondí todo y no tuve muchas dudas.

Aron me sonríe y pasa un brazo por detrás de mis hombros para que caminemos a la par.

—Dentro de tres horas tenemos que venir a buscar los resultados, ¿qué te parece si te invito a merendar mientras tanto?

—Yo pago... todavía te debo las clases particulares —le respondo sujetándome más fuerte de su cintura.

—Descuida, eso puedes pagármelo más tarde... en tu cama... desnuda...

Aron me lleva a la misma cafetería en la que tuvimos nuestra primera cita. La magia del lugar me atrapa como si fuera la primera vez.

Ya van a ser casi dos meses desde que estamos juntos y a mi cada vez me cuesta menos acostumbrarme a él. Una sola pregunta me recorre la mente: ¿Qué haré cuando todo esto termine?

Aron pide un café con leche con unas tostadas para él y yo pido la misma torta de Nutella que pedí la primera vez que vine.

Pero no logro disfrutar la comida de la misma manera que lo hice aquella vez por culpa de una morocha despampanante que se nos acerca a la mesa.

Por Una Sola VezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora