XLV

288 34 2
                                    

5 de octubre de 2019

Aron

—No le veo el sentido a que sigas buscando departamentos si aún no nos mudaremos —me dice Josephine mientras alza la vista hacia mi desde el libro que está leyendo.

Desde que aceptó casarse conmigo, hemos estado hablando demasiado sobre el tema. Nos casaremos cuando ambos hayamos terminado nuestros estudios, pero eso no impide que nos vayamos a vivir juntos ahora.

Estoy sentado en un taburete con mi computadora sobre la barra viendo los clasificados de vivienda y Josephine está leyendo un libro recostada sobre el sofá. Realmente nuestra imagen es digna de un futuro matrimonio.

—¿Por qué te reúsas tanto a que consiga un departamento? Prácticamente vivimos juntos aquí... ni siquiera recuerdo cuándo fue la última vez que dormimos separados —le respondo encogiéndome de hombros.

—A ver... déjame que te explique por milésima vez porque creo que no debes seguir buscando departamento —se endereza y sienta sobre el sofá, yo cierro mi computadora para darle completa atención, aunque ya sé lo que va a decir—... tú no tienes trabajo, yo no tengo trabajo... un departamento conlleva gastos... los gastos sólo se pueden solventar con trabajo... ¿ahora lo entiendes?

Por supuesto que lo entiendo... simplemente me parece una excusa barata.

—Tus padres pagan este departamento, no entiendo cuál es la diferencia de que paguen otro hasta que consigamos un empleo.

—Mis padres pagan la mitad de este departamento —hace un especial énfasis en la mitad—, los padres de Leah pagan el resto.

—Pero yo correría con la mitad de los gastos —le digo algo que es obvio.

—Tu padre correría con la mitad de los gastos... —me corrige.

—Mi padre paga mi residencia, para él es lo mismo pagar un departamento.

—Pero para mí no, Aron. ¿Por qué no quieres entenderlo?

—Lo entiendo, pero...

—Ya lo hemos hablado —me interrumpe y se levanta del sofá para acercarse a mi—... pensé que habíamos llegado a un acuerdo.

La última vez que hablamos del tema, Josephine prácticamente impuso su opinión y acordamos que primero encontraríamos un empleo cada uno y luego nos mudaríamos juntos. Por ahora ella quiere quedarse aquí hasta conseguir una estabilidad económica que exceda a nuestros padres, pero yo estoy cansado de este departamento.

—Aquí hay demasiados recuerdos malos, Jo —le digo haciendo referencia a cuando Ian intentó violarla.

Ella toma mi rostro entre sus manos antes de hablar:

—Pero también hay muchos buenos... no lo dudes ni un minuto: yo soy quien más sufre entre estas cuatro paredes... cada vez que miro a esa ventana recuerdo aquella noche... pero este departamento también fue el principal testigo de nuestro amor. No quiero que esos recuerdos se arruinen. No tengo miedo aquí porque estoy contigo.

Le costó mucho tiempo a Josephine aceptar que los recuerdos atormentaban su subconsciente. Ella se negaba a aceptarlo incluso para sí misma. Supongo que pensó que, si decía que estaba bien, su mente se lo creería, pero un día explotó y tuve que frenarla yo mismo para que no vaya hasta dónde Ian está encarcelado para matarlo. No paraba de repetirle que yo también lo quería muerto, pero que debíamos confiar en que la justicia se encargaría de él. Después de eso, me pidió que nunca más toquemos el tema porque si no iba a ser imposible para ella olvidarlo, y aunque no me pareció sano hacerlo, prometí respetar su decisión solo con la condición de que ella comience a ver a una psicóloga.

Por Una Sola VezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora