Narra Clarisse:
Felipe logro calmar a la pequeña Lucia, quien aún se encontraba sollozando por momentos y el silencio abundaba en aquella habitación. No sabia que había ocurrido y eso me estaba desesperando pero Lucia era quien tenia que comenzar a hablar.
-¿Ya te encuentras mejor?-Le pregunto su hermano, y ella respondió asintiendo con su cabeza.-¿Vas a contarnos que es lo que ocurrió?
-Felipe no creo que ella...-Quise interponerme para que no se sintiera presionada.
-No quiero volverlo a ver-Sonaba tan débil, tan vulnerable.-No quiero.
-Lu...-Comenzó a llorar con desesperación y yo me apresure para abrazarle. Ella se refugio entre mis brazos y mire a Felipe quien le miraba con pena.
-Si es la persona que creo que es responsable-Sabia que el rey no era tan ciego.-Os juro que lo mato, Erick no saldra vivo de esta.
Bueno tal vez si es un poco ciego.
Antes de siquiera poder decirle algo este salio hecho una furia de la habitación de Lucia, ella entre lágrimas me hizo una seña para que lo siguiera. Fui detrás de el y no tarde mucho en encontrarlo ya que no sabia en que dirección buscarlo.
-Felipe detengase.
-No puedo, algo le ha hecho a mi hermana. ¿Usted va a detenerme?
-No es lo que tu crees, por favor Felipe se prudente y no olvides tu posición-Pude ver desesperación en sus acciones, mis manos sujetaron su rostro y hice que fijara sus ojos en los mios. Intente influir mi calma y pareció funcionar hasta que Erick paso por nuestro lado como si nada en dirección a la habitación de Lucia. Felipe intento ir detrás de el pero lo detuve.
-Dejame ir. Va a ir a su habitación, Clarisse. No puedo dejar que es...-Entre tanta desesperación tome la valentina que me había guardado todo este tiempo para volver a acunar su rostro entre mis dedos y besarlo. El beso no fue tan lento como esperaba, tal vez al principio si pero en el momento que le correspondió me tomo de la cintura acercandome más a el.
¿Qué se supone que estaba haciendo?
Narra Maria:
Mi viaje al castillo había comenzado, era la primera vez que iba a visitar a Bruno pero necesitaba uno de sus consejos. Lamentablemente no conocía a nadie que me pudiera guiar, así que tuve que lidiar yo misma para que me dejaran pasar como si fuera una de sus empleadas. Intenté seguir las instrucciones que uno de los guardias me indico pero termine en medio de un enorme, y cuando digo enorme no exagero, jardín lleno de flores y arbustos podados perfectamente.
-Así que esto es obra de Bruno.
-¿Maria?-Esa voz era imposible no reconocer para mi.
-Diego.
-¿Me ha venido a ver? ¿Tanto me echaba de menos que no aguantado las ganas de venir a verme?
-¿Qué te hace creer que vine por ti?-Mi mirada se fijo en unas ventanas del castillo donde pude ver a Lucia, Diego no tardo en notarlo y supe que si la reconocía iba a ser un problema así que no tuve otra opción que improvisar.-Bueno, si vine a verle.
-Lo sabia-Una sonrisa apareció en su rostro, me gustaba la forma en que su barba le rodeaba.
-Espere, ¿Qué hace usted aquí? ¿No se supone que los generales se encuentran en la base?
-Si, pero aveces hago rondas en el castillo y uno de mis compañeros me informo sobre una mujer llamada Maria que merodeaba por el castillo. No creí que era usted pero vine a confirmarlo y sorpresa, si lo era. Que por cierto, se encuentra muy bella el día de hoy. Trabajando en el bar ya deslumbra pero aquí en este hermoso jardín destaca aún más.
-Diego, ¿No te cansas de soltar tanta palabra?
-Cuando se trata de usted nada me cansa.
-Claro, Bruno trabaja aquí ¿Verdad?-el asintió-¿Sabes donde puedo encontrarle?
-Espera, ¿Mintio cuando dijo que vino por mi?-Voy a responder esta pregunta de la manera que más me conviene.
-No, pero ya que he hecho este viaje puedo aprovechar para ver a mi mejor amigo ¿No cree?
-Si, tiene razón. Déjeme escoltarla hacia donde el vive.
-No hables de esa forma conmigo, me desagrada.
-Crei que le gustaba.
-Prefiero que me tutee que me hable tan...formal. Le creo más.
-Entonces le voy a hablar como siempre.
-Llevame con Bruno.
-Vale, vamos.
Narra Lucia:
-Con su permiso-Lo que me faltaba que Erick apareciera. Intente limpiar mis lágrimas y simular que no había llorado pero cuando me vio su expresión cambio a preocupación.-¿Qué le ha pasado? ¿Se encuentra bien?
-¿Usted que cree?-El castaño se sentó a mi lado y me miro con total atención.
-Ha estado llorando-Dijo mientras limpiaba con su pulgar una lágrima que había quedado en mi mejilla.-¿Puedo saber el por qué?
-No creo que haya nacido para esta vida.
-¿A qué se refiere?
-Mi madre me exige demasiado desde que tengo memoria, mis responsabilidades cada vez son más y no se si pueda con esto.
-Su madre solo quiere lo mejor para ti.
-¿Lo mejor para mi? Como puede saber lo que es lo mejor para mi si nunca se ha tomado el tiempo de conocerme. Ella siempre ha decidido por mi y siempre la he dejado.
-Supongo que le entiendo, nuestras vidas fueron escritas mucho antes de que nazcamos.
-¿Como lo sabe?
-Mi madre me hablo siempre de una niña de cabello oscuro y ojos mar, siempre creí que era alguien que no existía, como si fuera parte de una historia inventada hasta que le conocí aquel día.
-¿Recuerda el día qué me conocio?
-Si fue en uno de los cumpleaños de tu madre, recuerdo haberte visto manchando tu vestido rosa con un trozo de pastel de chocolate y que cuando regresaste llevabas uno azul. Ese iba a juego con tus ojos.
-Pero eso ocurrió hace diez años, yo le conocí mucho después.
-Lo sé, tu madre nos presentó cuando yo era ya un conde. Pero he estado muy cerca de usted mucho antes-No supe que decir en aquel instante, me había dejado muda, sin palabras.-Lucia, ya no llore, por favor. Es una gran princesa y siempre lo ha hecho de maravilla. No importa lo que su madre le diga, yo puedo afirmar que eres muy capaz en todo lo que hagas.
-Erick...-Solo pude decir su nombre pero no existían palabras para decirle lo que realmente quería. El me miro con cariño y sujeto mi rostro entre sus manos, sus pulgares me acariciaban el cabello mientras sus ojos estaban en los mios y entonces dejo un beso sobre mi frente.