Nuestra llegada al pueblo no tardo en captar las miradas de los que habitaban. Cuando entramos al bar en el que Maria trabaja las miradas no tardaron en llegar, no podía culparles, supuse que era la primera vez que entraba alguien de la realeza. Bueno, no exactamente porque yo ya había estado allí pero ahora no tenia que ocultarme. Fui acompañada por Clarisse y Alexander quien no se alejaba de mi lado, sabia que el me mantendría a salvo. Busque a mi queridisima amiga por todo el lugar pero al parecer no se encontraba allí haciendo un fracaso aquel viaje. Un señor se nos acerco, este se encontraba vestido de una forma bastante elegante.
-Sumajestad que sorpresa verla en mi humilde posada, ¿Quiere algo de beber? Puedo ofrecerle bebidas de muy buena...
-He venido hasta aquí por Maria.
-¿Maria? ¿Una chica rubia de ojos esmeralda?-Asenti con mi cabeza-No me sorprende que alguien como ella sea de su confianza, la verdad es que no se nada de ella hace ya un tiempo. Me habían comentado que se encontraba en el castillo, creí que era por algún conocido suyo que le servía pero al parecer ha sido por usted.
-Ella partió antes que yo, ¿Esta seguro de que no se encuentra por aquí?
-Muy seguro, princesa. Si me permite contarle, ella tiene que darme una respuesta sobre una propuesta de trabajo hoy.
-Estaba al tanto de ello, por eso su ausencia aquí se me hace muy extraña-Pude distinguir a Bruno entre un grupo de personas en una de las mesas, era el único que no se atrevía a mirarme. Al parecer sus acompañantes estaban muy sorprendidos por mi llegada-¿Puedo ocupar una de sus mesas?
-Si usted así lo desea, escoja una y yo mismo me encargare de prepararla para usted.
-No es necesario, quiero ser una más aquí-Este amable sujeto pareció entenderlo haciéndose a un lado, camine por el lugar hasta llegar a dicha mesa.
-Disculpen, ¿Puedo acompañarles?-El grupo de hombres que se encontraban allí no tardaron en hacerme en un lugar, Bruno quien se encontraba entre ellos intentaba no cruzar con miradas conmigo, pero era el único.
-Sumajestad que honor tenerla aquí con nosotros, si quiere algo de beber puedo pagarlo por usted.
-Que amable de su parte pero no es necesario porque no he venido a beber sino a hablar.
Narra Maria:
Mi llegada al pueblo se había retrasado todavía más, pero es que Diego se había vuelto muy agradable aquel día y terminamos perdiendo la noción del tiempo en aquel lugar. Nunca creí que pasar tiempo con el seria tan...cómodo. Hoy había conocido una nueva versión de el, al parecer tenia varias aparte del imbécil e insoportable que solía ser. Pero esa nueva versión que ahora conocía me tenia encantada. Ya estaba anocheciendo y nosotros estábamos a pocos kilómetros aún de la entrada del pueblo. Estaba un poco nerviosa porque tenia que dar una respuesta sobre la propuesta de trabajo, se me hacia un poco extraño que no tenga que trabajar siempre y que mi paga sea justa. Normalmente era muy difícil todo, con los impuestos, y demás.
-Diego, ¿Su trabajo es digno?-Le pregunte mientras sujetaba con fuerza los lazos del caballo que montaba.
-La mayoría de las veces, sabe que yo he estado arriesgando mi vida por el cuidado de la familia real muchas veces, no ha sido fácil y peligroso pero es digno, yo moriría por la protección de ellos-Se me hacia extraño eso, digno morir por otros, pero de cierta forma tenía sentido para el.
-¿Como lo haces? Yo no se si seria tan valiente para morir con ellos, es decir, siempre han vivido de la mejor manera ¿Realmente lo valen?
-Maria, vera, nuestros reyes siempre han gobernado con sabiduría, pero son humanos y tienen errores que perjudican a muchos pero siempre quieren lo mejor para nosotros. A lo mejor te los pinten como personas arrogantes, aprovechadas de su poder, pero son mucho más que eso.
-Eso lo sé-Conocía a Lucía, y no era para nada parecido a lo que yo pensaba antes-Pero si conociera a alguien de la familia real, y fuera la persona más amable de todas, incluso asi no se si podría soportar perderte por ella.
-No va a perderme-No respondí nada porque sabía que eso era incierto, el no sabía que pasaría. La verdad es que desde que le conocí tuve ese miedo, de quererle y luego perderlo. Eso me rompería, mucho.
Llegamos poco después y mientras Diego iba a dejar nuestros caballos en un lugar seguro, empecé a pensar en que tal vez algún día ya no lo vería más.
-Ya les guarde, ¿Quiere que la acompañe hasta el bar?-Acepte ante su propuesta y nos fuimos. Me mantuve un poco callada el resto del camino hasta que nos encontramos en las puertas del bar, supe que ahí debíamos separarnos.
-No es necesario que entré, es suficiente con que me acompañe hasta aqui-Diego no objeto ninguna queja, solo quedamos frente a frente sin saber realmente que decir o como despedirnos.-Bueno...supongo que debo entrar y tu debes irte.
-Si-Camine lentamente hacia las puertas y las abrí, senti su mirada detras de mi, deje que se cerraran nuevamente y me gire para luego correr hacia el quien se sorprendió ante mi regreso. Pase mis brazos por debajo de los suyos aferrándome y apoye mi cabeza en su pecho, formando un abrazo.
-Gracias por acompañarme, lamento mucho como te trate antes y... también gracias por éste día, ha sido especial con usted a mi lado.-Luego de decir todo eso me separe y corrí hacia dentro del bar, una pequeña sonrisa se me escapo cuando termine de cerrar la puerta. Lo primero que note al entrar como todos se encontraban mirando en la misma dirección, reconocí rápidamente a Clarisse y a otro sujeto quien no conocía. Ambos destacaban por sus vestimentas de nobleza y por ultimo vi a Lucia en una de las mesas compartiendo risas con sus acompañantes. No entendía realmente que sucedía hasta que Bruno pudo verme, este se levantó de la misma mesa en la que ella se encontraba y se apresuro a encontrarse conmigo con una expresión de terror. Al parecer Lucía era el karma que Bruno se merecía por lo que hizo.
-Maria, ¿Donde has estado? Ella esta aquí por ti.
-¿Eso crees?
-Si, aunque también ha estado preguntando sobre asuntos extraños, como si buscará respuestas. Creo que sólo lo hace por mi.
-No lo creó, pero si fuera así, te lo merecerías-Me acerque a su mesa y ella no tardo en notarme.
-Maria-Me nombró y yo le regale una sonrisa, me alegraba verla allí.
-Me alegra verla y saber que se encuentra bien-Se levantó de dicha mesa y se acercó.
-Necesitaba hablar contigo sobre unos asuntos del castillo pero estas personas ya me han ayudado-Y de eso hablaba Bruno.
-Me alegra saber que ha encontrado respuestas aquí.
-Si, ya es algo tarde y debería partir. Pero mi madre me ha dado más libertad, pronto volveré a visitarle. Se lo prometo.
Asenti con mi cabeza y luego camino hacia la salida, todos la miraban y algunos de acercaron a despedirle. Un sujeto, más bien, Vicente se me acerco.
-Maria, que bueno verle por aquí. Supongo que ha venido a darme una respuesta, sino me equivoco.
-No se equivoca para nada. Y me respuesta es que aceptó, aún no comprendo sus condiciones pero con el tiempo a lo mejor lo haga-Alegría fue lo que descifre en su expresión, no entendía porque pero al parecer quería que trabaje allí con el.
-Puede empezar cuando quiera.
-¿Qué tal si...ahora?