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Cuando abrió sus ojos, MinHee vio el cosel de su cama abierto, cambió de posición, encontrándose a Yi Xan dormida a su lado, giró también a su derecha, SoYoung dormía plácidamente aferrada a una pequeña almohada

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Cuando abrió sus ojos, MinHee vio el cosel de su cama abierto, cambió de posición, encontrándose a Yi Xan dormida a su lado, giró también a su derecha, SoYoung dormía plácidamente aferrada a una pequeña almohada. Ahora agradecía tener una cama matrimonial solo para ella, sino estaba segura de que estarían aplastados las tres. Estiró su cuerpo, escuchando sus huesos crujir.

El sol se filtraba por el ventanal de la habitación, iluminado todo a su alrededor. Los recuerdos de la noche llegaron a su mente, estremeciendo cada extremidad de una manera peligrosa, la preocupación por su hermano mayor llegó, y no la dejo tranquila. Se levantó de la enorme cama dispuesta a cerrar las cortinas del ventanal que daba al balcón, sus pasos se escucharon debido al silencio, algo muy extraño a esa hora cuando ya todas debían estar despiertas para sus clases.

Abrió las ventanas, y pasó al balcón. Bajó la vista hacia la entrada del edificio, el área de Omegas, donde el tipo de raza más debil convivía de una manera pacifica. El reglamento le prohibía pasar al sector A y B, nadie sabía exactamente porqué no les permitían estar tan cerca de los Alfas e imcluso de los Betas, días limitados eran los que las tres razas se juntaban. El internado parecía querer mantenerlos a todos controlados hasta la mayoría de edad.

Con un suspiro escapando, los momentos de hace horas atrás pasaron por su mente como flash, para ella era normal poder ir al Distrito C para juntarse con sus amigos Betas y Alfas, ¿Qué había salido mal esa vez? No podía contactarse con YoonGi a menos que pueda escabullirse a su área como ayer, con la excusa de limpiar las canchas como castigo. Pero los Instructores siempre parecían saber cada uno de sus movimientos.

Deseaba que su hermano esté bien.

―MinHee... ―la voz de SoYoung a sus espadas la hizo girar, salió del balcón cerrando la ventana y las cortinas― Dime que lo de anoche fue un mal sueño.

―No fue un sueño, a menos que soñemos lo mismo.

―Por la Diosa Luna. ―tiró de su cabello, sin poder creérselo― ¿Cómo mierda los instructores llegaron ahí? ¿Por qué JiMin nos iba a atacar? ¡¿Donde estaban los demás?! ―se sentó sobre la cama, con su cabeza doliendo.

―No tengo ni la más mínima idea. ―se sentó a su lado, igual de estresada, con la cabeza llena de preguntas― YoonGi oppa debe saber algo, o los demás... ¿Cómo iremos?

―¿Quieres ir a la zona de alfas? ―la tímida voz de Yi Xan hizo a las dos Omegas girar sorprendidas, la chica gateo en la cama hasta estar cerca de ellas, algo adormilada― Unnie, no se si debamos, mira, ayer por romper las reglas el karma nos llegó. No quiero que un Alfa nos vaya a comer...

―JiMin no iba a hacernos daño. ―aseguró la rubia― Él jamás haría algo así, mi hermano no es capaz.

Yi Xan y SoYoung se observan desconfiadas, estaban seguras de lo que habían visto, y Park no se veía precisamente amigable ante sus ojos. Las garras de él las asechaban en la oscuridad como si fueran sus presas, había gruñido como un salvaje... parecía un lobo primitivo.

―Pero tu viste el rojo de sus ojos, el iba a atacar. ―dijo la castaña, frunciendo su ceño― JiMin nos estaba persiguiendo en el bosque, desde el primer momento que sentí su olor, él nos estaba observando.

Sí, ella había sentido el miedo, pero pensar en que su hermano era quien lo causaba... no le agradaba, JiMin era la persona más dulce del planeta ante sus ojos. Le dolió verlo electrocutado en el suelo, con una marca.

―Tenía una marca rara sobre su ceja, como una cicatriz que la partía, alguien parece haberle incrustado sus garras ahí. Como si hubieran...

―¿Peleado? ―completo SoYoug― Espera. ―la detuvo, recordando― Ayer vi a JiYoung con una marca similar. ―entonces los dos pares de ojos se clavaron en ella de una manera sospechosa― Sí, lo admito, fui a la zona de Alfas para verlo, ¡Eso no viene al caso! Él me trato muy mal, no me dejó ni entrar a su habitación, tenía esa extraña marca sobre su ceja, una cicatriz grande que parecía dolorosa.

Las chicas quedaron en silencio, procesando la información. Pero antes de que alguna hablara, la puerta de madera fue tocada unas dos veces, suficiente para que se anunciará la llegada de la instructora. Una mujer algo rellenita con lentes y moño ingreso a la habitación.

―La hora del desayuno comienza en diez minutos, si no están listas para ese entonces serán castigadas por incumplimiento. Tienen clases de modales a las nueve, dense prisa. ―como si fuera alguna especie de robot, la señora partió sin esperar otra palabra.

( ... )

MinHee observó las personas a su alrededor, unos cien Omegas de sangre pura estaban en silencio mientras comían. La música clásica era suave en sus oídos, como una costumbre, la tranquilidad ya comenzaba a aturdirle. Todos parecían robots, y eso le asustaba. Las reglas que debían cumplir desde niños los mantenían de esa manera. Habían Omegas de todas las edades, algunos de cinco años, recién llegados, y otros a sus diecinueve, a punto de graduarse con honores.

Pasó por las largas mesas de maderas, buscando a sus dos amigas. Las encontró ya a las dos sentadas con sus cubiertos en las manos.

―¿Y JiMin? ―preguntó a su lado cuando se sentó en medio de ambas, frente a otros compañeros que parecían más concentrados en comer y terminar la primera tarea del día. La rubia suspiró, sintiendo sus ojos hunedeserse.

―Dicen que no está, fui yo misma a la recepción para poder sacar un día con él, y no me dejaron. Dijeron que... ―trago saliva, tomando fuerzas para continuar― huyó.―susurró lo último, sus amigas abrieron los ojos lo más grande que pudieron.

¿Cómo era posible aquello? Huir de Acendrado es similar a una posible muerte, miles de jovenes habían intentado irse de esa prisión con disfraz de escuela. Pero era simplemente imposible. Las paredes de tres metros tenían alambres eléctricos capaz de matarte si te atrevía a escalar, y las rejas de las puertas eran también eléctricas si las tocabas sin ser parte de las altas autoridades... terminarias gravemente herido. Simplemente imposible.

¿Cómo lo hizo su hermano? Todo era demasiado extraño, JiMin jamás la dejaría de un día para otro.

―Ya sé que hacer para hoy en la noche. ―les dijo― Debemos visitar a TaeHyung.

―¿A TaeHyung? No, no, él me da miedo. ―negó la pelinegra, a punto de beber su café con extra azúcar. Necesitaba alivianar el shock.

―Es uno de los mejores amigo de JiMin. Él sabrá algo.

―¿Estas segura de eso? ―MinHee asintió convencida― Está bien, pero... intentemos disimular las feromonas cuando estemos allá. Los Alfas algunas veces son agresivos con los Omegas.

―Nada nos va a pasar.―aseguró

―aseguró

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acendrado  ➵ ʙᴛs;; omegaverse [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora