Romance a la luz de las luciérnagas.

CAPÍTULO 11:

Cuando llegamos a casa me tiré en el sofá mientras Hugo y Dániel preparaban algo de comer, se notaba la tristeza en el ambiente todos estábamos devastados aunque a mi se me notaba más y no es que a Hugo no le doliera la muerte de nuestros padres ni mucho menos, es que él lo disimulaba, conozco bien a mi hermano bien y se que no le gusta que los demás lo veamos débil pero esa coraza que se pone le hace sentir peor y lo se por que yo hago lo mismo, por ese motivo se que está mal pero intenta hacerse el fuerte para ayudarme según él.

Dániel lleva quedándose en casa unos días para hacernos compañía y ayudarnos en algunas cosas, él nos apoya mucho esta constantemente cuidándonos y ayudándome con mi hermano por que después de que la familia haya disminuido Hugo me quiere mandar a estudiar al extranjero a pesar de que sabe que no quiero hacer eso gracias a Dios está aquí Dániel que está convenciendo a mi hermano y creo que lo está consiguiendo.

Una hora después nos sentamos los tres a la mesa para almorzar, todo se sentía tan vacío sin mamá y papá.

-Rebecca te prometó que aunque no estén nuestros padres nunca te va a faltar nada,nadie te hará daño y te protegeré con mi vida si es necesario sabes que aunque soy un poco sobreprotector te quiero con locura,eres lo único que tengo-dijo Hugo dirigiendose a mi.

-Lo sé,no te preocupes sabes que yo también te quiero-le dije.

-Lo siento por interrumpir esta maravillosa conversación pero la comida se enfría-nos dijo Dániel con una pequeña sonrisa en la cara.

Dániel tenía razón así que comimos y por primera vez desde el accidente todos estabamos sonriendo.

Pero de repente Dániel mencionó un tema que no quería tocar:

-Bueno Rebecca dentro de poco sera tu cumpleaños.

-Es verdad con todo esto se me había olvidado ¡hay que celebrarlo!-dijo Hugo con un brillo especial en sus ojos.

-No voy a celebrarlo-respondí.

-Pero¿por qué?-preguntó Dániel.

-No estoy de humor para celebrar nada-respondí molesta.

Y en ese momento toda la felicidad que había hace un momento se había vuelto a convertir en tristeza.