13. Cartas de amor.

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Marta lanzó un par de notitas al aire, las cuales acabaron en la mesa de Pablo. Marta susurró.- Léelas al salir.- Pablo asintió. Tocó el timbre y Pablo se apresuró a refugiarse en la esquina de la clase y leer esas dos notas. Pablo se sonrojó y dejó caer la notas en el suelo y se volvió a sentar en la silla con esas rojas mejillas; Marta se levantó de su silla, cogió las notas, las rompió y las tiró a la basura; se sentó en su silla de nuevo y le guiñó el ojo a Pablo.

Buenos días.- Marta se destapó la cabeza y una profunda claridad arruinó sus pupilas. Se volvió a tapar.- Joder.- Esos tacos cariño.- Elena, su madre estaba en la habitación.- ¿Te subo el desayuno?- No, mamá, de momento solo te pido que bajes esa persiana o me dejarás ciega.- Elena obedeció.- Vete, ahora bajo.- Está bien.- Elena cerró la puerta y bajó las escaleras.- Marta se incorporó y cogió su iPhone.- Sin batería, perfecto.- Lo puso a cargar. Se puso unas mayas negras, camisa vaquera, un jersey granate y newbalance rojas. Abrió la puerta y se asomó, gritando.- Mamá, ¿y mi chaqueta militar?- Aquí abajo, en la cocina.- Marta bajó.- ¿Qué hay de desayuno?- Leche, tostadas con mermelada, y fruta.- Marta se dirigió hasta el salón con su desayuno y encendió la televisión. De pronto su iPhone sonó.- Mierda.- Corrió hacia arriba.- ¿Sí?- Hola.- Una voz femenina se oía al otro lado.- ¿Quién es?- Gina.- Como que..¿Gina?- Se cortó.

Una hamburguesa triple, unos nuggets de pollo extra, patas bien grandes, chicken salad, un capricho y unos aros de cebolla.- Pablo abrió sus ojos de la impresión.- Joder.- Sara lo miró.- Llevo más de cinco meses sin probar de estas mierdas.- Sara se rió.- Cojamos una mesa.- Se sentaron en una mesa del fondo.- ¿Qué tal con Marta?- No, no he hablado con ella. No se dónde ha pasado la noche. No sé nada.- Pablo agachó la cabeza.- Idiota, come, así ahogar las penas.- Sara le metió media hamburguesa en la boca. Pablo estaba todo pringoso. Ambos se empezaron a reír.- Cerda, que eres un cerda.- dios, que hambre.- ¿Cómo tienes tanto apetito?- Pablo se limpió el ketchup de las mejillas.- La droga tiene mucho que ver y tal.- Se rió.- ¿Y cómo es un tú tienes tan poco?- No sé, no tengo mucha hambre.- Pablo sólo había pedido unas patatas.- Come, anda, come.- Acabaron y salieron de allí.- Espera, ¿vale? Voy a la esquina esa a mear.- Vale.- Pablo asintió.- Hola bonita.- Un grupo de dos chicos se acercaron a Sara. Pablo no estaba cerca, así que no podía ni ver ni oír nada.- ¿Qué hace un chica como tu, por un sitio como este?- Dejadme en paz e iros a hacer el gilipollas a otros sitio.- Uno de le acerco y le puso el dedo en la boca.- Shh, Shh.. No digas nada, eh.- Sara lo empujó.- Que me dejéis en paz.- La agarraron entre los dos, y otro apareció de los arbustos.- Te va a doler un poquito, ¿vale?- Le taparon la boca. Ella pataleaba con todas sus fuerzas, pero era inútil. El líder, que parecía ser el último que había aparecido, le desabrochó la camisa poco a poco. Sara dejó caer unas cuantas lágrimas.- no llores, te gustará.- Sara seguía pataleando inútilmente. El líder le bajó un poco la falda hasta las rodillas. Sara consiguió liberarse unos segundo de la mano que tapaba su boca.- Paaaaaabloooo.- Uno de ellos de dio un golpe en el estómago.- Cállate zorra.- Una silueta de un chico de complexión fuerte se acercaba bordeando esquina. Al ver a los tres tíos con Sara reaccionó.- Dejadla.- Empezó a correr hacia ellos,pero era tarde, Sara había recibido una apuñalada en el abdomen y ellos habían huido.

-Un médico, por favor, un puto médico.- Pablo corría sin saber hacia dónde. Sus manos estaban llenas de sangre, y el pulso de Sara era débil, muy débil. Pablo la llevaba en brazos.- Ayúdenme por favor.- Pablo rogaba. Entró en un pequeño hospital de los alrededores, un médico lo atendió.- Ha, ha, ha recibido una puñalada en el abdomen y ha pedido mucha sangre.- Pablo estaba nervioso. Sangre y lágrimas manchaban su cara.- No se preocupe, la ayudaremos.- ¿Puedo ir con ustedes? Por favor.- El médico asintió.

-Hola doctor.- Hola pequeña.- El doctor Henry le dio un beso en la frente.- Hoy vamos a hacer una pruebas de movilidad, ¿vale?- Melanie asintió.- Siéntate en la camilla, te llevarán a una sala muy oscura, no te asustes.- Melanie sonrió.- No me asustaré, soy muy fuerte.- Seguro que sí.- Henry sonrió.- Isabelle, su hija no nota los dedos. Ha perdido la sensibilidad ya. Me temo que nosotros aquí ya no podremos hacer nada.- ¿Qué quiere? ¿Qué me la lleve?- No, no es eso. Pero llegará un punto en que no servirá de nada hacerle pruebas y demás cosas..- Lo sé.- Isabelle asintió y limpió sus lágrimas.

- ¿Hola?- Mire, ¿es el hospital Lender?- Sí.- Le llamaba por una paciente, no sé si se encuentra ahí la señorita Gina.- Mmm.. Gina.. Gina.. ¿Bassani?- No sé su apellido, pero es italiana.- Entonces es ella.- ¿Podría pasar a verla mañana a primera hora?- Claro, se lo comunicaré.

- Sara, te pondrás bien, ¿vale?- Sara estaba en la sala de operaciones, y Pablo a su lado. Pablo lloraba.- Prométeme que volverás, ¿vale?- Lo intentaré.- La máquina emitió un pitido de larga duración que no cesaba. Un médico dijo.- Ha entrado en parada cardíaca, rápido.

Para siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora