6. Un viaje inesperado.

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- Doctor, ¿qué puedo hacer por ella? Es mi vida, ¿sabe? No quiero perderla.- La cara de Pablo reflejaba angustia.- Dale todo el cariño que puedas en estos momentos, haz que se olvide de sus problemas durante unos instantes.

-Hola cielo.- Pablo mostró su sonrisa más sincera.- Hola.- Marta también sonrió. ¿Sabes? Te he preparado una sorpresa, cámbiate y coge tu bolso, nos piramos de aquí.- Esta vez la sonrisa de Marta era realmente sincera, de felicidad, las sorpresas de Pablo siempre eran de lo mejor.

Mientras estaban en el taxi, pablo vendó los ojos de Marta para que esta no pudiese ver nada.- ¿Ves algo?-No.- Marta se reía.- Mmmm..¿Cuantos dedos tengo aquí?- ¿3?- No.- Pablo besó la mejilla de Marta.

-¿Preparada?- Siempre.- Pablo agarró las manos de Marta y la dejo caer hacia delante. Marta estaba suspendida sobre un precipicio, lo único que la sujetaba eran las manos de Pablo. Pablo le quitó la venda. Marta puso cara de sorpresa a la vez que de felicidad.-El cañón de..- El cañón de Kebred, el que siempre quisiste visitar.-Prosiguió Pablo.- ¿Ves? Si yo no te sujetara caerías. Si tu me dejaras, te llevaría a la luna solo para que fueras feliz.- Pablo sonrió.- ¿Te quedarás conmigo?- Para siempre.- Marta dijo esta frase entre lágrimas, mostrando su lado más vulnerable y lo enamorada que estaba de Pablo.

Ambos caminaban por el cañón, pasando por zonas peligrosas, pero esa experiencia era maravillosa.

- Chicos, debemos volver ya.- El chico del taxi, Joan, debía avisarlos en cuanto fuera la hora de irse.- Pablo, no me quiero ir, quiero quedarme esta noche y..- Marta miro con complicidad a Pablo.- Entiendo. Joan, vete tú, nos quedamos.-¿Y cómo a vais a volver?- Nos buscaremos una salida, gracias por todo.- No hay que darlas.- Decía Joan mientras se montaba en el coche y lo arrancaba. A lo lejos casi apenas se distinguían ya las luces del coche.- Al fin solos..- Sí.- Marta empezó a besar el cuello de Pablo y le quitó la camiseta. Pablo desabrochó el sujetador de Marta. Se miraron y se besaron, se tumbaron entre los lechos y las margaritas. Pasaron la noche juntos. Marta se había quedado dormida y estaba tiritando de frío, Pablo había traído dos mantas, una de ellas estaba en el suelo y ellos estaban encima, la otra Pablo se la puso a Marta, ella se acurrucó al lado de Pablo y sus ojos se abrieron levemente y se volvieron a cerrar poco a poco.

Se acercaban las 5 de la mañana cuando una sirena alertó a Marta, está de despertó de inmediato. Pablo seguía acurrucadito en la manta.- Este niño duerme como un sobao.- Marta se incorporó y se acercó al precipicio; Marta no temía nada, así que se sentó y contempló la hermosa vista que desde allí se presenciaba.- No puedo creer como tan rápido se pasa la vida.- Marta ya imaginaba que su muerta estaría cerca y quería aprovechar el máximo tiempo junto a Pablo, como fuese.

Marta seguía sin tener sueño, tendida entre los lechos y las margaritas contemplando las hermosas estrellas; decidió ir a por un café, todavía quedaba mucha noche y no quería desvelar a Pablo. Cogió sus zapatillas Airmax y se las puso, bajó por el pequeño e inestable puente de madera hasta llegar a la otra punta, allí lazó un beso en el aire a Pablo, como sí fuese una especie de despedida, aún que sólo se fuera unos minutos.

- Un café solo, cargado por favor, para llevar si puede ser.- Claro, marchando.- Marta se quedó mirando fijamente para un chico que la observaba con todo detenimiento. El chico se acercó.- Hola, mi nombre es Myers, soy californiano.- Tenía un gracioso acento estadounidense.- Encantada Myers, yo soy Marta.- Oh.. Malte, Madtha, Megta..Tú nombre es complicado.- Myers intentaba pronunciar su nombre,pero sonaba muy extraño. Marta se moría de risa.- Siento si te molestó, mi acento es horrible.- Pues la verdad, a mí me resulta gracioso.- Marta le sonrió. Se pasaron 2 horas hablando, hasta que Marta se dio cuenta de que debía volver con Pablo, se dieron los teléfonos y se despidieron con un par de besos.

- Cari, despierta, tenemos que irnos al hospital ya.- Marta había llegado a junto Pablo y estaba intentando despertarlo para volver al hospital.- ¿Qué hora es?- Van a ser las 8 y media, ¡vamos!- Pablo se incorporó, dio un gran suspiro y se colocó su chaqueta de piel.- Vamos.

Durante el trayecto en el taxi el teléfono de Marta sonó unas 5 veces, a las sexta Marta respondió.- Dígame.- Marta, soy el doctor, tengo que comunicarle algo.

Para siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora