Tal como se había previsto desde el inicio de nuestro gobierno, el Bosque había sido acondicionado con una especie de condominio que servía como lugar habitacional de los más cercanos a la Corona, era conocido como "La Villa Imperial", un territorio amplio, lleno de casas muy cómodas y ciertamente lujosas, con mucha vegetación y grandes espacios que servían de zonas recreativas para los hijos de Ministros y demás miembros de la Familia Imperial. La casa de los Hernández era parecida a su residencia en Toluca, pero mucho más moderna, equipada con todo lo que un royal podría desear y necesitar para hacer mucho menor, su necesidad de interactuar tanto con la gente de fuera; pero definitivamente, los nuevos nobles se negaban a dejar sus vidas de siempre, por lo que, los hermanos de Víctor seguían yendo a la escuela, y sus padres, habían rechazado la jugosa pensión que les ofrecimos en algún momento. Después de la coronación, mi familia volvió a Perú, a pesar de haberles sugerido quedarse en México, mamá decidió que continuaría educando a Dominik en nuestro país, pues no quería separarlo de sus amigos a esas alturas, exponiendo así a mi pobre hermano a la más abrumadora atención femenina; muchachas que antes no reparaban en su presencia, ahora, yacían deslumbradas ante el carisma que emanaba un príncipe, y por lo que supe, esto solo consiguió que mi hermano se hiciera más reacio al cariño de una mujer.
Aquella noche, nos encontrábamos cenando con mis suegros, sin más motivo aparente que una simple reunión familiar, platicando de nimiedades y con la pareja intentando enterarse de cómo llevábamos el Imperio, además de pedirnos que les pasáramos alguna especia o salsa. Todo parecía ir en la más maravillosamente aburrida normalidad, hasta que, entre el postre y la última copa de vino, o jugo de naranja, para mi esposo, Laura nos sonrió como solo podía hacerlo cuando tenía algo en mente.
—¿Has hablado con tu madre últimamente, Marina? —Cuestionó, tomando una cucharada de helado de menta.
—Eh... hablamos la semana pasada, el lunes, para ser exactos. ¿Por qué? —Respondí, un tanto preocupada, temía que hubiera tenido algún tipo de problema.
—Bueno, estuvimos hablando, y como tu hermano ya terminó la escuela, y reconoce que desde que eres Emperatriz ambas se han distanciado bastante, por las mismas labores y todo lo consecuente a tu cargo... pues le sugerí que sería buena idea tomarse un respiro de Perú, para venir a vivir aquí, junto con mis hijos y mi esposo. La casa es lo bastante grande, además estoy segura que Víctor puede ordenar las reparaciones que hagan falta, ¿no es así, cielo?
—Es repentino, mamá, no lo voy a negar. Pero sí, ciertamente es algo que se puede arreglar sin mucho problema, mientras se hagan las reparaciones ustedes pueden quedarse en el Castillo, con nosotros. —Ofreció Víctor, echándome miradas de soslayo, no quería adelantarse a mis opiniones.
—No querido, no queremos perturbar su privacidad, ni adicionar trabajo a sus empleados. Volveremos a Toluca el tiempo que duren las reparaciones, extrañamos estar en casa. —Confesó Laura, emitiendo un largo y nostálgico suspiro.
—Mamá, la razón por la que creamos la Villa es para no tener que exponernos más a algo como lo de Sabrina, o Marina. Es cierto que las cosas son mucho más tranquilas y estables ahora, pero siempre habrá esa expectativa, y ahora que volví, me gustaría llevar la gestión con tranquilidad, tenemos un proyecto que necesita toda nuestra atención y no ayuda tenerlos lejos y con su seguridad a la deriva.
—Hablamos de eso con Isaura, está dispuesta a organizarnos una escuadra personal, siempre y cuando tú lo autorices en un documento. —Soltó Máximo—. Sé razonable, Víctor, somos conscientes de lo peligroso que puede ser esto, pero realmente no queremos turbar su ambiente.
—Sí estarán a cargo de las escuadras de Isaura entonces no veo problema alguno, cielo, además, no es como si las reparaciones fueran a durar tanto, son solo unos pequeños arreglos. —Apoyé una de mis manos sobre la diestra de Víctor, viéndolo a los ojos con una sonrisa bastante sutil.

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Imperio. [#2]
De TodoTras la Revolución y nuestro ascenso al trono las cosas en México mejoraron mucho, y es que la presencia de los oligarcas y la burocracia excesiva entorpecía enormemente las labores del Estado. La economía se potenció notablemente y la seguridad au...