Nochebuenas

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Durante su juventud, Máximo jamás se había mostrado precisamente entusiasmado por las celebraciones de fin de año, Navidad siempre significaba un completo dolor de cabeza para el joven, puesto que su madre gustaba de organizar fiestas masivas y llenas de viejas arpías que se enfundaban en costosos trajes de diseñador y se dedicaban a pasar toda la noche criticando en fondo y forma a todos los elementos del panorama de la mansión Hernández, inclusive, a sus habitantes mismos. Pero todo aquello cambió cuando se convirtió en padre, algo dentro de él veía como una necesidad que sus hijos gozaran de unas encantadoras festividades y recibieran lo que sea que hubiesen puesto en las cartas a Santa Claus; y se mantuvo así hasta incluso después de que el mayor de sus retoños se hubiese convertido en un reservado y tímido universitario, aunque ciertamente, sus preferencias paternales eran cada vez más notorias.

Precisamente, la Navidad del 2015 era mucho más especial que cualquier otra, su princesa Sabrina volvía de una exitosa temporada de intercambio escolar en un internado de París y todo debía ser perfecto; pero la sola existencia de Víctor parecía opacar los grandes proyectos de su padre, no había nadie más gris y apagado en toda la casa, y eso era una enorme traba a la felicidad decembrina. El ritual de la familia consistía en ir de compras durante la última semana de Noviembre y abastecerse de lo necesario, ya fueran ornamentos, vestimenta especial u obsequios para los niños y viceversa; y luego, se convocaba a todos los familiares que simpatizaran con la pareja de anfitriones para poder ambientar la casa y acomodar las habitaciones destinadas a albergarlos durante dos semanas más y hasta uno o dos días después de Año Nuevo. Y una vez más, se organizó justo así.

Las cosas eran mucho más distintas en casa de los Altamirano, pues mientras la responsabilidad de preparar la cena y la casa para el día especial reposaba sobre los sirvientes de los Hernández, su contraparte lo hacía por su cuenta, dejando a la abuela Luisa hacer maravillas en la cocina, a Diana y sus hijos encargándose de las decoraciones, y a los hermanos de esta última, previniendo el abastecimiento de bebidas espirituosas y buena cumbia; el abuelo Alejandro se encargaba de esconder y envolver los regalos para grandes y pequeños, priorizando siempre a los niños de la casa.

—¿Dónde se metió tu hija, Diana? Dijo que haría el postre para esta noche y no la he visto desde la mañana. —Preguntó Luisa, evidentemente molesta, mientras encendía la luz del horno para revisar el pavo.

—Ya llegará, creo que salió con sus amigas un momento, termino con el árbol y subo a llamarla.

Diana la llamó, tal como había prometido a su madre, pero Marina no atendió al teléfono, estaba muy ocupada conversando con Ulises, quien había pasado a recogerla para poder llevarla a una muy curiosa y famosa locación.

Barrow era una singular taberna, muy querida por los trujillanos de la clase dominante, ambientada en la época de los 20's en su totalidad, con buen jazz sonando en cada rincón y hermosas señoritas acompañando a intimidantes hombres trajeados, compartiendo entre susurros escandalosas conversaciones o prohibidos y pasajeros romances bajo las luces ámbar empotradas en las paredes, las cuales conseguían iluminar a medias el lugar, otorgándole un aura mucho más misteriosa y densa; aunque el local fuera tocayo del conocido Clyde Barrow, esta fama no afectaba al negocio, sino que potenciaba poderosamente su popularidad. Marina siempre había querido ir, y finalmente se encontraba ahí, sentada frente al hombre más importante de la escena política del momento, ataviada con un bonito vestido negro que resaltaba las formas nobles de su cuerpo, mismas que habían conseguido volver loco a Ulises Del Anda, quien besaba el dorso de su mano, viéndola directamente a los ojos.

—Dime que vas a considerarlo, Marina, sería un desperdicio si una mujer como tú no acepta volverse mi segunda al mando. Te aseguro que voy a comprometerme con tu formación y haré de ti una maravillosa vicepresidenta, cuando cumplas los treinta y cinco años estarás lista para gobernar a mi lado.

Imperio. [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora