Impala se había convertido en uno de los lugares favoritos del joven Víctor, sus visitas eran tan seguidas, largas y provechosas para el negocio, que los dueños autorizaron su ingreso incluso si no se encontraba acompañado de los amigos que lo llevaron por primera vez; el futuro Emperador no escaló de la marihuana a otra droga, pues sabía que si probaba algo más terminaría de hundirse, y le bastaba con la decadencia desbordada entre botellas de tequila añejo que iban y venían en bandejas transportadas por voluptuosas damas con diminutos uniformes de látex. Aparentemente, el bar se había convertido en la solución a todos sus problemas, dejando relegada la razón inicial de su asistencia; pues, por una especie de incomprensible capricho, su maldito orgullo o una obsesión aprendida, se negaba a dejar a Eugenia, incluso cuando habían sucedido cosas parecidas al incidente del vídeo, él vivía feliz sabiendo que la rubia era suya en compromiso, y estaba lo suficientemente pendiente de solventar sus adicciones como para percatarse de la fama que lo envolvía en su círculo virtual.
A la fecha, Víctor no se había aventurado a iniciar su vida sexual con una de las exclusivas escorts del bar, a pesar de que sus amigos se habían mostrado más que encantados de pagarle los servicios de la mejor, pero este tenía contemplado planes mucho más trascendentales que sexo por dinero. Estos planes tenían nombre y apellido, además de una historia personal con el Emperador, y es que se trataba de la inocente Sofía Ferrer, una amiga de la infancia y evidente admiradora del muchacho, a quien la pubertad había convertido en una señorita agraciada y de importantes atributos femeninos; Sofía estaba ciertamente extrañada con la inusual y repentina atención que Víctor le prestaba de repente, pues ambos solían convivir únicamente cuando había algún tipo de reunión en la que necesitaran despejarse de la monótona conversación de los adultos, pero esto no quitaba que se sintiera sumamente encantada, ignoraba incluso que él salía con Eugenia, pues siempre había sido muy reservado con esos temas.
Una tarde de otoño, Víctor recibió una llamada de Sofía, quien le dijo que sus padres habían salido de la ciudad por cuestiones de negocios y estarían fuera todo un fin de semana, a este no se le ocurrió mejor idea que invitarla a pasar un buen rato en Impala, y ella aceptó, sorprendida por la idea de que el chico tuviera pase libre en ese tipo de lugares a pesar de ser menor de edad, una falsa idealización de madurez y responsabilidad. Aquella extraña cita terminó con el par de jóvenes en una de las habitaciones del lugar, ambos ebrios y muy drogados, acariciando sus nubiles cuerpos inexpertos, aprendiendo torpemente el arte del amor físico y bebiendo un placebo del romance bastante desabrido.
A posteriori, Ferrer se convirtió en la escort personal del futuro Emperador, quien llegó a tomarle el cariño que a uno le inspira un objeto encantador, ella sirvió al objetivo de poner celosa a Eugenia con las fotografías y vídeos, donde se le veía muy cercana a Víctor, que la tormentosa rubia recibía como estocada indirecta a sus constantes infidelidades documentadas, pero esto se hizo insostenible a medida que el muchacho iba profundizando en su psique hasta darse cuenta del monstruo en el que se había convertido, pero esto también le trajo remordimiento, un remordimiento que le impidió dejar a Sofía, incluso si esto fuera la evidente solución al tácito sufrimiento de la muchacha.
Como si se tratase de un regalo divino o una segunda oportunidad, ella tuvo que mudarse a París, dejando "desolado" al muchacho, quien tuvo el descaro de acompañarla hasta el aeropuerto y despedirse de ella entre lágrimas, prometiendo nunca olvidarla; esa misma tarde, Víctor se encargó de contactar a Eugenia y mandarla al carajo.
El Emperador creía que había logrado enterrar los recuerdos de aquella parte tan nefasta de su vida, hasta que una tarde le llegó un spam de mensajes de su hermano, se trataba de proto fotografías rescatadas de su viejo iPhone 3GS, las imágenes, aunque de pésima calidad, le mostraron el recuerdo de un adolescente estúpido con sonrisa socarrona y trapos de emo que sostenía la cintura de una delicada florecilla de sonrisa forzosa, ahogada en su propio deseo de pertenecer a un círculo en el que claramente no encajaba.
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Imperio. [#2]
RandomTras la Revolución y nuestro ascenso al trono las cosas en México mejoraron mucho, y es que la presencia de los oligarcas y la burocracia excesiva entorpecía enormemente las labores del Estado. La economía se potenció notablemente y la seguridad au...