*Capítulo 42*

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No dije nada. Simplemente cerré los ojos y dejé el ramo en la lápida de mi hermana. De tan solo imaginar que ella estaría aquí a mi lado y que no estaríamos en esta situación.

Este dolor jamás se ira.

Jamás me dejaran en paz las voces que alguna ves escuche.

Las lágrimas que derrame nuevamente salen de mis ojos y mojan mis mejillas.

Esa maldita ira que tengo contra ellos, hace que me de cuenta de que siempre los odiare.

Jamás perdonare lo que ellos hicieron.

Los matare, juro que matare a ambos por todo lo que han echo.

Miseria tras miseria me lleve por culpa de ellos, no dejaré ninguna exención con ellos.

Hare que los dos me pidan a gritos por sus miserables y asquerosas vidas.

¡Ellos deben morir sin cuestión alguna! Solo debo encontrar los para dejar mi cuenta saldada.

Lo hare. Juro que lo hare.

Me levante del césped, sintiendo el aire brusco mover mi ropa juntó a corto cabello. En verdad era peor, era un mal sabor de boca.

Poco antes de venir aquí, había pasado a mi antiguo departamento, al parecer este seguía intacto. Por lo que opté a pagar los meses de renta, no era mucho así que también pagué por adelantado unos dos más.

Hice lo que tenía que hacer, tenía la cuestión de quedar me un poco más, pero no podia, no tenía a necesidad de hacer lo.

Entré mis vagos recuerdos siempre había malos como felices, e incluso peores. Pero siempre los enfrentaba, nunca debía de huir, no ahora, no hoy y nunca jamás voy a huir como hace tiempo.

~Dos horas después~

Aquí me encuntro, en casa, en mi casa, en la que debí de estar demasiado tiempo, en la que ahora pertenezco de ahora en adelante.

Deje mis "maletas" aún costado de la cama y me tire en esta misma. Era tan dura que ni rebote, solo sentí el duro colchón; esta cosa parece una piedra.

Me duelen las piernas y ni que decir de mis brazos. Pero aún no termina nada de esto, necesito buscar bien algunas cosas además de que tengo dos conversaciones pendientes.

Rápidamente me levanté de la cama y salí de mi habitación. Debía de hablar y hoy lo sería.

Las risas chillonas de ella, sus muecas, sus bromas, esos momentos que pasamos ambas. Ya estan cinco metros bajo tierra.

Tanto ella como yo, estamos muertas.

No escuchaba nada, no habia ningún ruido en ningún pasillo y eso no me daba buena señal; sin decir que odio los pasillos con largos silencios.

Entre más caminaba más me sentía rara y con miedo de no encontrar a nadie. Aún que por otra parte me siento bien es solo escuchar el sonido del aire, los grillos, sin la voz chillona de Eto, sin las miradas asesinas de Ayato, sin que los hermanos Bin me mo-... ¡¡Maldita sea!! ¡¿Donde estan todos?!

Mire a mi izquierda y había unas dos personas caminar por allí. Como buen instinto camina de manera rapida tratando de alcanzar los, sin motivos del porque, escuche al menos algo que no debía.

Mis Ojos En Ti (Kaneki Y Tú) Tomo 1.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora