Capítulo 1

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Giorgia seguía con las manos apoyadas en el pecho de Ignazio, pero en los últimos segundos los movimientos de las caderas de ella ya no eran tan acelerados como antes. Él seguía sosteniéndola por la cintura y disfrutaba de la posición en que estaban en la cama e incluso si no le gustaba, era así que ella quería siempre. Giorgia le gustaba asumir el control en todo, incluso en la vida íntima.

Luego su celular dio un leve bip y ella se inclinó hasta el criado mudo y empezó a prestar atención en el aparato en lugar de continuar con lo que estaba haciendo, aunque no había parado de moverse completamente, Ignazio la encaró con cierta indignación al ver que ella escribía sin dar la menor importancia a él.

- ¿Qué estás haciendo? – preguntó sosteniéndola por las caderas haciéndola parar.
- Estoy respondiendo el mensaje de mi prima. – respondió como si fuera la cosa más natural en el mundo.
- ¿Tienes que hacerlo ahora? – ella se movió un hombro.
- Sólo estoy esperando que termines. – habló con descuido.
- ¿Qué?
- Ya he gozado Ignazio... Hace tiempo. – dijo incomodada. Ya que eso había ocurrido tan fácilmente podría por lo menos demostrar buen humor. Luego ella lo miró. – ¿Vas a tomar mucho tiempo?
- Estás de broma... – gruñó enojado y la agarró por la cintura para dar impulso a Giorgia para que saliera de encima de él.

Ignazio se puso la ropa interior y luego empezó a buscar su pantalón que debía estar en algún lugar en el suelo de la habitación, mientras que Giorgia colocaba su vestido negro ya que ni siquiera acostumbrada a usar sujetador. A pesar de no tener los senos de gran tamaño su vestido era tan escotado que por poco no dejaba casi todo de fuera, eso sin contar que era bastante cortito.

- No te enojes conmigo guapito... – ella dijo apretando las mejillas de él con el pulgar y el indicador, uno en cada lado de su cara, clavando las uñas. – Sabes que hace meses que no la veo. Ella me va a esperar en una fiesta, puedes ir conmigo si quieres, va a ser divertido.

Él arqueó una ceja y aún con cara de desagrado asintió. Era siempre la misma historia: Alguien la invitaba a salir, o ella iba sola sin decir nada o decía que sería divertido, y realmente era, pero sólo para ella, porque él se quedaba en un canto, completamente ignorado y perdido mientras ella bailaba con las amigas, fumaba y bebía hasta caer.

No iba a ser diferente hoy...

Y después de menos de una hora allí estaba Ignazio, en el rincón más oscuro junto con un amigo que por un milagro había encontrado solo aquella noche, y Giorgia bailaba y saltaba como una loca con la prima y una amiga que él no conocía...

- ¿Por qué estás con esa cara? – preguntó Enrico mientras Ignazio miraba hacia Giorgia.
- Ella paró con el sexo conmigo para coger el celular. – el amigo hizo una mueca.
- Eso es horrible... Pero no es sólo eso ¿verdad? – él lo miró. – Desiste de ella, Ignazio. Hay tanta mujer en este mundo y quieres una que no es de nadie. – Nazio bufó y tomó un trago de su bebida – ¿Cuántos años hacen que ella te está malogrando? ¿Tres? ¿Cuatro? Y tú no has logrado que ella te acepte como novio hasta hoy. ¿Dónde crees que esa relación va a llegar?
- Lo sé, pero no puedo... – respondió desanimado. – Ya he intentado alejarla, pero al final siempre la acepto de vuelta.
- ¡Ella te está destruyendo! ¿Alguna vez has parado para pensar en todas las veces que ella volvió a buscarte? ¡Siempre ha sido el mismo! Ella decía que no te quería, quién sabe con cuántas ella estuvo antes de decir que estaba arrepentida y volver.
- ¡Pero nunca la pillé con otro!
- ¡Eso no quiere decir que no sucedió Ignazio! Conoces muy bien su carácter. ¿Qué crees que hace cuando se va tres días seguidos sin al menos llamar para decir si está viva?
- Vamos a cambiar de asunto. – Ignazio dijo ya molestado.
- Bueno... Pero mejor abras los ojos hermano, porque ella te arruinará, puedes estar seguro...

En el fondo Ignazio sabía que Enrico estaba cierto, apenas no quería admitir en voz alta. Giorgia era una cínica, y de hecho, desde que la había conocido, su vida había cambiado para peor. Y de vez en cuando las mismas situaciones se repetían: ella desaparecía por días, sin decir adónde iba ni con quien, no atendía ni siquiera el celular. No aceptaba ningún compromiso a pesar de que él le había pedido que fuera su novia varias veces. Sus mayores diversiones eran fumar, beber, ir a fiestas y hacer sexo, y no tendría nada de mal en todo eso si ella no hiciera siempre de forma exagerada. Y Ignazio sabía que probablemente no era su único amante aunque nunca hubiera flagrado nada... Por varias veces ella se fue o se interesó por otros hombres y lo dejó sin pensar, aunque después volviese diciendo que había ido sola o con amigas, volvía llorando y diciendo que estaba infeliz, que nunca conocería a nadie tan bueno como él y lo convencía de que le gustaba, que estaba arrepentida y jamás sucedía otra vez... Pero siempre sucedía de nuevo.

Y por más que Ignazio intentase ignorar o deshacerse de ella, nunca conseguía. Era como si tuviera algún tipo de hechizo envolvente del que no podía librarse. Y ciertamente Giorgia era como una especie de ángel caído. Era hermosa de apariencia, algo casi angelical si no fuera por el maquillaje siempre de colores oscuros, así como las uñas, ropas, zapatos y alma... Porque aunque fuera bonita, su personalidad y carácter no coincidían con eso. En un general, era bastante insensible, no se importaba con otras personas, era altamente egoísta, egocéntrica, descarada y disimulada. No media las palabras ni actos y hacía siempre lo que quería y como quería sin considerar ningún factor que no fuera su propio bienestar... Por eso hacía lo que hacía con Ignazio. Porque sabía que lo tenía caído a sus pies y que él no podría negarse a estar con ella si no tuviera a nadie más a quien recurrir. En cierto modo, él era sólo una garantía de que no se quedaría sola y nada más. Y el pobre Ignazio casi no tenía fuerzas para luchar contra todo eso. Estaba siempre deprimido, tenía el corazón destrozado y el alma en pedazos, pero ya no se sentía capaz de intentar cambiar su situación, porque él era quien tenía que cambiar de actitud y poner un fin a todo, porque sabía que Giorgia jamás cambiaría su manera de ser... Y lastimaba saberlo.

Él seguía observándola con lamirada mientras ella bailaba. Luego, ella, la prima y la amiga se fueron haciael baño, y pasaron varios minutos hasta que Ignazio resolvió buscarlas. Caminódespacio entre la multitud mirando con cuidado alos lados para intentar encontrarla, y cuando consiguió, sintió un apretón enel pecho... Giorgia estaba besando a tal amiga en la boca, incluso con másdeseo de lo que solía hacer con él . E Ignazio no se importó con el hecho deque ella estaba besando a otra mujer, le molestó saber que ella besaba a otrapersona, entonces la pregunta era: ¿Cuántos más?... Él apenas bajó la cabeza ynegó levemente mientras cerraba los ojos, miró para las chicas nuevamente y segiró, saldría de aquel lugar lo más rápido posible.

Labios Compartidos | Ignazio BoschettoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora