Capítulo 10

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Ignazio tomó un trago de café, apoyó la mano en la barbilla y suspiró. Después de la petición de Valentina él trató de pensar por dónde sería más fácil comenzar a contar su historia, donde cada hecho encajaría al final para hacerse entender mejor por palabras y que también ayudaría a aclarar sus actos.

- Bueno ... – empezó aun un poco pensativo – Mis padres se divorciaron cuando tenía 11 años, entonces me quedé con mi madre hasta completar 15, pero decidí que sería mejor quedarme con mi padre y mi abuelo. Ellos vivían juntos y creí que sería mejor para mí... Es ciertamente mi primer error significativo en la vida. – Él dijo con cierto humor haciendo Valentina sonreír.
- Entonces, ¿por qué no volviste a vivir con ella? – preguntó antes de que él pudiera seguir.
- No pensé que iba a funcionar porque ella se casó de nuevo poco después de que salí de casa. Mi padrastro era un buen hombre, pero nunca tuve simpatía por él, entonces permanecí con mi padre hasta donde pude aguantar. Mi madre y mi abuelo acabaron muriendo algún tiempo después y quedarme solo con mi padre empezó a afectarme. Él bebía casi todo el tiempo y eso me acabó influenciando. Decidí que debía hacer mi vida y me fui de la ciudad sin mirar atrás. – Se detuvo y reflexionó un poco más.
- ¿Segundo error tal vez? – preguntó divertida.
- Probablemente – concluyó con una sonrisa. – Fue aquí que conocí a Giorgia, sólo meses después de llegar. Ella seguramente fue mi ruina.
- Era sobre ella que estabas hablando entonces...
- Sí... No sé ni explicar cómo ella es o nuestra relación... Digamos que yo quería una relación seria, pero ella no. Nunca aceptó ser mi novia y me dejó por algún tiempo una vez que la pedí en matrimonio cuando estaba borracho. Pero ella era así, se iba y volvía como si nada hubiera pasado y yo siempre acepté. Creía mejor tenerla así que quedarme sin ella. – Ignazio cerró los ojos por un segundo y tragó la saliva. Hablar dolía aún más, recordar todo el infierno que pasó hacía que su corazón se acelerara. Era casi como revivir cada escena. – En el fondo en siempre supe que yo no era el único en la vida de ella, pero yo fingía que no era verdad, siempre encontré más fácil dudar, aquello era más fácil de soportar... hasta el día en que me tiré de aquel puente yo amenizaba el dolor que sentía con el alcohol, hasta que eso no resolvió más. Yo fui al apartamento de ella y la flagré en la cama con otro, más tarde aquel día ella me buscó, pero me mantuve firme y no cedí, todo tenía que acabar y yo estaba demasiado exhausto. – Él suspiró y miró hacia el lado haciendo una pausa. – Nosotros discutimos y ella terminó diciendo que incluso había embarazado más de una vez, no quiso a esos bebés... Pero que no hacía diferencia porque yo no era el padre.

Él levantó la cabeza con cierta vergüenza por estar con los ojos mareados, pero para su sorpresa, Valentina estaba exactamente igual. Lo miraba fijamente, pero ella sólo expresaba emoción por lo que oía. Su mirada no denunciaba ningún juicio, ella sólo se colocó en la situación que él había vivido al lado de aquella mujer y se preguntaba cómo pudo soportar.

- Para completar yo había perdido el empleo. Bebía tanto en los últimos meses que mi jefe se cansó de darme oportunidades. El dinero que recibí de él por mi trabajo también fue llevado por Giorgia.
- Yo siento mucho Ignazio... – dijo después de unos segundos – Lo siento por todo. – Él asintió.
- Llegué al punto de no ver ninguna salida... pasé casi cinco años negando sentimientos, emociones, guardando todo en mi pecho junto con toda la rabia y revuelta que sentía. Rompí mi apartamento antes de intentar matarme con una furia que ahora me deja aterrorizado sólo de recordar. Si tuviera alguien en mi frente en ese momento creo que habría matado... Si Giorgia estuviera todavía allí tal vez yo no aguantara y la hubiera matado.

Ignazio cerró los ojos al darse cuenta de lo lejos que había ido, era perturbador percibir el tamaño de la furia que guardaba en el corazón. ¿Cómo había llegado a convertirse en ese monstruo que podría haber acabado con la vida de alguien? No era así... Y a pesar de sentirse mal por tener que hablar de eso, extrañamente al mismo tiempo, se sentía más liviano. Nunca había hablado con nadie sobre eso y compartir todo parecía amenizar aquel dolor.

Tan sorprendente como eso, fue el pequeño susto que tuvo al sentir que Valentina puso su mano sobre la suya, haciéndole mirarla rápidamente. Ella no dijo una palabra, pero lo acarició con el pulgar y sus labios levemente se inclinaron hacia arriba en una tímida sonrisa. Y Ignazio, de alguna manera, aunque no comprendiera, con ese simple gesto sintió que ya no estaba solo.

Labios Compartidos | Ignazio BoschettoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora