- ¡Ignazio! – Giorgia gritó venido detrás de él – ¡Ignazio! – ella insistió y se volvió.
- Vuelve allá con otro de tus amigos. Termine lo que estabas haciendo... Nosotros dos sabemos que eso es lo que realmente quieres.Él se giró, pateó el tapón de botella de vino hacia un lado y golpeando la puerta. No sabía si ya había sentido una rabia tan grande en su vida.
Incluso viviendo en un lugar relativamente lejos, casi no tardó en llegar, y así que lo hizo descontó toda la rabia que tenía en los pocos móviles que poseía. Estaba tan furioso que ni siquiera se acordaba de haber llegado a su apartamento ni como una de sus sillas había ido a parar al otro lado de la cocina y otra sobre la mesa. Su dolor de cabeza aún presente en el momento en que había salido del restaurante había aumentado de intensidad dada su estado de irritación. Sin pensar dos veces cogió un par de pastillas y las tragó con la vodka, la primera bebida que apareció delante de él y poco después terminó cayendo en el sofá y se durmió.
*****
Cuando se despertó en la tarde siguiente, su dolor de cabeza y en el corazón aún estaba presente y en aquel momento juró ser incapaz de curarse. Después de tomar una taza de café bastante fuerte y lavar la cara y los cabellos en el lavabo del baño cogió una chaqueta y salió. Llegó al restaurante y como Stefano había prometido, estaba con todo el dinero dentro de un sobre.
Ignazio sólo tomó el sobre y lo guardó en la cintura, agradeció a su antiguo jefe rápidamente y salió de allí. Su rabia de todo aún era tan grande que se oyera cualquier palabra de quien fuera sería capaz de cometer una locura.
Después de comprar algunas botellas de bebidas y algunos alimentos volvió a casa. Dejó el sobre con dinero en el móvil al lado de la puerta y las compras en la cocina, tomó un baño rápido antes de comer un poco de espagueti que sobrara de otra noche. Comió un poco y tomó una copa de vino, hacía sólo unos instantes que se había sentado en el sofá para ver la televisión en el intento de relajarse cuando su puerta se abrió súbitamente... Se levantó rápidamente cuando Giorgia pasó por la puerta.
- ¿Creías que me ibas a dar a la espalda de esa manera? – ella preguntó con cierto aire de indignación y él bufó casi incrédulo. Casi porque viniendo de ella era de esperar la escena de cinismo.
- Descarada y sin vergüenza es poco para llamarte. – Dijo con la cara pensativa, tenía que pensar en un par de adjetivos aún más adecuado, pero era difícil...
- No vas a tratarme así Ignazio.
- El mínimo que te merecías era que te expulsara a patadas de aquí, pero yo sólo voy a pedir que salgas.
- ¡No! – dijo en alto tono. – No quiero quedarme sin ti. – dijo acercándose a él. – ¡No puedo! – Ignazio la agarró por las muñecas en el mismo instante impidiendo que ella se acercara aún más.
- Llega de mentir que sientes algo por mí. – habló empujándola hacia la puerta.
- ¡No me vas a rechazar! – gritó con rabia para luego golpear una tapa en el rostro de Ignazio. Él la dejó y miró con tanta rabia que por primera vez en la vida Giorgia sintió miedo. Él la empujó aún más fuerte y para intentar defenderse colocó la bolsa delante del pecho, pero Ignazio hacía tanta fuerza para intentar sacarla de allí y ella para equilibrarse que luego la bolsa acabó abriéndose y todo lo que estaba en ella se cayó en el suelo. – ¡Para! ¡No estás viendo que hiciste, miserable!... ¡Mis cosas!
- ¿Quieres tus cosas? – Preguntó con rabia – ¡Pues toma! – él tomó algunos de los objetos y los echó por la puerta dejando caer en el pasillo mientras ella gritaba furiosa.Ignazio todavía tuvo tiempo de lanzar un par de cosas antes de que uno de los objetos llamara su atención y cuando cogió se quedó aturdido... Era una prueba de embarazo.
- ¿Estás embarazada? – preguntó después de unos instantes y ella lo miró.
- Estaba embarazada. – dijo con tranquilidad.
- ¿Cómo? – preguntó incrédulo. No podía ser lo que estaba pensando.
- Tú entendiste. – respondió arrancando la prueba de farmacia de su mano y dando media vuelta. – De todos modos no es asunto suyo.
- ¿Cómo puedes decir eso? ¿Cómo escondiste algo así de mí? – él gritó enojado.
- ¿Para qué tanto drama? ¡Si yo no quería ese bebé tú no tienes que entrometerse! ¡Esa no es la primera vez y de todos modos no eran suyo!Ignazio sintió un apretón en el corazón en aquel instante. No sabía lo que era que dolía más en su pecho en aquel momento. ¿Cómo podía ser tan insensible? Sabía que era egoísta, pero no tanto...
- Tome el resto de sus porquerías y salgas de aquí. – él dijo tratando de parecer tranquilo o de lo contrario la mataría. Él se giró dando la espalda a Giorgia, pasando las manos por la cara. En aquel instante ella terminaba de recoger los pocos ítems que quedaban, fue cuando vio el sobre con el dinero en el móvil, y con cuidado para Ignazio no se diera cuenta, lo colocó en la bolsa y pocos segundos después salió cerrando la puerta.
Ignazio sólo se dejó caer en el sofá casi sin creer en todo lo que había oído. Había subestimado Giorgia cuando pensó que las cosas no podían empeorar entre ellos. Entonces, sin conseguir más controlarse, acabó cediendo a las lágrimas que empezaron a caer por su rostro. Luego se levantó, agarrando los cabellos y perdiendo el control, agarró una botella de bebida y la arrojó contra la puerta y fue en ese instante que percibió que su dinero tampoco estaba allí.
- ¡Malditaaaa! – Gritó tanto como era capaz – ¡Maldita! – gritó al mismo tiempo que jugaba más botellas en las paredes y en el suelo para luego romper el espejo en mil pedazos con fuertes golpes hasta dejar las manos llenas de sangre.
*****
La noche había caído y más desolado que nunca, Ignazio sentía que ya no tenía vida. Parecía que todo había sido arrancado de él... Tal vez por eso estuviera de pie en el borde de un puente alto.
Él miraba el río que se deslizaba agitado casi sin parpadear. Sus ojos ya estaban enriquecidos por el llanto, ni sabía si aún tenía lágrimas... Todo lo que sabía era que aquella agua turbulenta parecía llamar su nombre. Cerró los ojos un par de segundos y tragó la saliva tratando de pensar en sólo una razón para creer que todavía había esperanza de una vida mejor, pero para su desesperación, no encontró ninguna respuesta.
Tomado de la mayor amargura, apenas cerró los ojos y dando impulso, se arrojó desde lo alto del puente...
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Labios Compartidos | Ignazio Boschetto
Hayran Kurgu"Amor mío Si estoy debajo del vaivén de tus piernas Si estoy hundido en un vaivén de caderas Esto es el cielo, es mi cielo Amor fugado Me tomas, me dejas, me exprimes y me tiras a un lado Te vas a otro cielo y regresas como los colibrís Me tienes co...