Capítulo 11

83 11 1
                                    

Valentina se levantó y salió sin decir nada. Poco después volvió con una botella de vino, ya que había prometido a Ignazio que le diría dónde quedaban guardadas. Ella puso la botella en la mesa con cierta fuerza y ​​aun sosteniéndola se sentó encarando a Nazio que la observaba atentamente.

- Dije que te contaría donde guardo el vino si me contara su historia... No es un lugar secreto ya que es una pequeña bodega que mantengo cerrada con llave desde el día en que abriste la boca para pedirme alcohol. – Ella hizo una pausa y él seguía casi inexpresivo, incluso porque no entendía el por qué ella todavía sostenía aquella botella. Luego pasó la lengua por los labios ya secos, quería mucho un trago... Era mucho mejor que café. – Quiero que quede claro que te dejaré beber una copa durante la cena, no más que eso y en ningún otro momento.
- Pero...
- ¡No! – Ella dijo interrumpiendo antes de que él dijera cualquier cosa. – O es eso o nada, tú eliges... Tienes un problema con el alcohol y de ninguna manera voy a permitir que esto continúe, mucho menos dejarte libre para beber cuanto quieras porque me niego a contribuir con su adicción. Así que voy a permitir esto sólo para que no pases por una abstinencia completa.
- No sé si consigo... En los otros días sentí ganas y me contuve. Pero mirar la botella hace las cosas más difíciles.
- Entonces aprendas a controlar hasta que sea fácil.
- No será fácil.
- Si tienes fuerza de voluntad... Me pediste ayuda y dijiste que necesitaba cambiar, entonces vamos a empezar con los viejos y perjudiciales vicios que tienes o de lo contrario todo seguirá igual. – Ignazio tragó la saliva, desvió los ojos hacia aquella botella que parecía llamar por su nombre y volvió a mirar a Valentina que lo miraba firmemente.
- Todo bien entonces. – Asintió todavía inseguro y ella se levantó.
- Voy a dormir... No te olvides que tenemos otro acuerdo. – Ella caminó hasta la puerta, pero se giró para mirarlo de nuevo. – Sé exactamente la cantidad de una copa, beba más de lo que he hablado y verás todo el vino bajar por el desagüe del lavabo, después romperé la botella en su cabeza. – él miró a los lados rápidamente.
- Su tipo de tratamiento me parece un poco severo.
- No tuviste firmeza para encarar eso solo, así que lo haré, aunque te parezca cruel... No haré nada más allá de lo que me parezca mejor para ti.

*****

A la mañana siguiente Valentina fue directamente a la cocina. Comprobaría si Ignazio había cumplido con su palabra y cuando llegó, analizó la botella, luego la cogió, se abrió y se puso en la boca, tragando un pequeño trago, y en el mismo momento Ignazio entró y se burló de la situación.

- Creo que no soy el único aquí que le gusta un buen vino... – dijo con humor.
- No me gusta tanto, sólo necesitaba comprobar si no habías puesto aquí jugo de uva al algo así.
- ¿Crees que lo haría?
- ¿Y crees que es la primera persona de que cuido con vicio en alcohol?
- ¿Y no soy?
- No... – dijo ella soltando la botella en la mesa y colocando el tapón – Cuidé de un viejo borracho años atrás. – Ella lo miró sonriendo – El hijo de perra colocaba vodka en las botellas de agua, jugo en las botellas de vino después de beber, bebía hasta enjuague bucal en el baño si tuviera alcohol – Nazio sonrió casi sin creer. – Fumaba escondido, tenía más humo en los pulmones que un tren... No fue por casualidad que el hígado estaba casi completamente comprometido.
- ¿Todavía está vivo?
- No, murió de infarto... El corazón hasta aguantó bastante tiempo considerando cómo él vivía. – Nazio asintió lentamente. – Entonces, si no quieres terminar así, sugiero que pienses bien en su salud.
- Créame, lo he hecho... A pesar haber sentido falta de la bebida esos días, no puedo negar que me sentí mucho mejor así. ¿Sabes? No tener mareos o dolores de cabeza fuerte todo el tiempo... Casi ni me acordaba de cómo era.
- Me alegra que ya estés pensando así.
- Has sido severa con lo que dices y haces, pero me has ayudado. Tienes firmeza, era lo que yo necesitaba, jamás conseguiría solo. – Ella sonrió de lado.
- Y qué bueno que bebiste menos de lo que dije. – Él miró con cierta sorpresa – Dije que sabía la medida de la copa... – concluyó divertida. – Voy a hacer nuestro desayuno, todavía tenemos muchas olivas para coger...

Labios Compartidos | Ignazio BoschettoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora