Capítulo 6

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Ignazio sólo tuvo tiempo de entrar en la habitación y servir un vaso de agua cuando la puerta se abrió rápidamente, entonces se giró.

- Creo que nosotros tenemos algunas cosas para hablar. – dijo con la mano derecha en la cintura y con pose y voz de autoridad.
- No creo. – dijo moviendo la cabeza ligeramente en negación.
- Apareciste aquí herido, sin ningún documento, no abría la boca y hasta unos segundos atrás quería alcohol. El mínimo que me debes es contar lo que sucedió.
- No...
- ¡Salve tu vida! – dijo enérgicamente.
- ¡Y yo no te lo pedí! – él gritó. – Si quieres saber, tenías razón. Yo me tiré de cabeza en el maldito río, pero no tragué agua suficiente y ni la piedra fue lo suficientemente fuerte para matarme. ¿Satisfecha?
- No – respondió inmediatamente. – Esperaba estar equivocada.
- Pero no estabas... Entonces, hagas más suposiciones sobre mí. Eres buena, tal vez descubras todo el resto.
- Haberte ayudado sin que quisieras no justifica que actúes así.
- Lo siento por no caer a tus pies y agradecer. – dijo con ironía. – Tuve mis motivos para querer hacer lo que hice y no voy hablar de eso contigo.
- Me parece que ya estás demasiado bien... La puerta está ahí y el río y las piedras a sólo unos metros, úsalos mejor la próxima vez. – ella iba a salir y Ignazio hizo cara de indignación.
- ¿Estás sugiriendo que intente matarme de nuevo? – ella movió el hombro.
- ¿No es lo que querías? Entonces... – ella hizo una breve pausa – Ahora que sé lo que realmente quieres entonces puedo dejarlo sin entrometerme.
- Tú siendo enfermera debería querer ayudar a preservar vidas y no al revés.
- Si lo que quieres es alguien que te implore y te diga mil razones para no hacer eso, lo siento, has venido a parar en la dirección equivocada. Yo ayudo a quien quiere ser ayudado... Quien realmente quiere vivir.

Se dio vuelta y salió de allí golpeando fuerte con la puerta y Ignazio respiró profundamente algunas veces... Oír aquello dolía. Pero ella estaba cierta. Ella le ayudó porque fue lo que sentía que debía hacer y él mismo que inconscientemente parecía haberse agarrado a un hilo de vida hasta salvarse. Ya que sobrevivió, si tuvo una segunda oportunidad entonces tal vez, sólo tal vez, la vida le estuviera mostrando que aún no era el fin. Pero en días sus angustias aún no habían pasado, ¿quién sabría decir cuánto tiempo llevaría para conseguir cambiar todo lo que no le gustaba a su alrededor y en sí mismo? Porque Giorgia tenía cierta parte de culpa en su situación, pero su propia culpa era mayor: había permitido todo aquel sufrimiento. No actuar contra todo lo que ella hacía era casi como darle permiso para hacer lo que quería... Pero ahora, para Giorgia y para el resto del mundo estaba muerto. Podría entonces intentar rehacer su vida dejando todo lo que le afectaba.

Él tomó el agua rápidamente y se acostó en la cama. Había pasado horas despierto y en su estado todavía se sentía bastante cansado, pero poco después se levantó rápidamente tirando las mantas hacia el lado, abrió la puerta y bajó de la forma más ágil que conseguía y así que terminó los escalones, se fue hasta el sofá y se paró al lado, encarando a Valentina con una expresión seria en la cara y ella lo miró de la misma manera, pero su codo apoyado en el sofá y con la mano sosteniendo el rostro mostraba que ella no parecía tener ningún interés en su presencia. Entonces él soltó el aire pesadamente por la nariz.

- ¡Está bien! – dijo Ignazio. –Si quieres ayudarme, entonces voy a aceptarlo. – ella arqueó la cejaizquierda... Por su falta de expresión facial él dedujo que ella no habíacreído.
- Cambiaste de idea bien rápido.
- Sólo pensé que si estoy vivo tal vez tenga alguna razón para eso... Siemprequise recomenzar a vivir, pero nunca supe cómo. Tal vez esa sea mi oportunidad.– Ella se levantó y después de quedarse frente a él sólo cruzó los brazos ehizo algunos segundos de silencio.
- ¿Estás dispuesto?
- Sí. Si me ayudas, prometo hacer mi mayor esfuerzo. – Ignazio miró al suelo yluego volvió a mirarla – Todo lo que pido es que no digas a nadie quién soy nique estoy aquí.
- ¿Por qué? ¿Quién estaría interesado en saber su paradero? – Él se negó con lacabeza – ¿Policía?
- No. – Siguió negando con la cabeza – Sólo quiero quedarme lejos de todo elpasado que me transformó en quien yo soy hoy.
- Entonces me prometerás que vas a hacer lo que pido y vas a contar todo lo quequiero saber.
- ¿Podemos dejarlo para otro día? – ella asintió.
- Por lo que veo parece que vamos a pasar algún tiempo juntos. – él afirmó conla cabeza – Pero que estés consciente que si en algún momento te niegues adecirme algo o hacer algo, si me parece que desististe en cualquier momento ohagas cualquier cosa que me desagrade, sales por aquella puerta y no entras más.– dijo apuntando el dedo hacia la puerta.
-Está bien – dijo con el tono de la voz baja. – Si no te importa, voy a dormir,creo que alguno de los medicamentos me deja somnoliento. – ella asintió.
- Es mejor que descanses, todavía no estás completamente recuperado.
- Gracias. – ella dio una leve sonrisa sólo con los labios e Ignazio la miróbien antes de girarse y subir a su habitación.

Labios Compartidos | Ignazio BoschettoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora