Ignazio abrió los ojos y parpadeó varias veces lentamente para ser capaz de ver con nitidez. Todo lo que se recordaba era de haberse lanzado de cabeza en el río en el medio de la noche, sentir un fuerte golpe en el lado derecho de la frente y desde allí apenas el movimiento de las aguas del río durante pocos segundos antes de desmayarse.
Así como cuando bebía, sentía la cabeza doler intensamente. Sus ojos ya formaban una imagen mejor del lugar que se encontraba, el problema era que no tenía sentido alguno... Cuando saltó del puente, lo hizo con la intención de acabar con su vida, pero por algún motivo la habitación en que estaba no se parecía ni un poco al infierno que esperaba encontrar después de la muerte. Sin moverse, todo lo que era capaz de percibir era que estaba acostado justo en medio de una cama de matrimonio, estaba cubierto hasta el pecho y los brazos estirados a lo largo del cuerpo. Seguramente no usaba sus ropas ya que estaba con una camisa de manga corta blanca y sin dudas no se acordaba de estar usando bermuda como ahora. Sentía la cabeza vendada, así como la muñeca izquierda. La almohada era baja, pero ofrecía cierto confort para su cuello dolorido. La luz del sol venía de su lado izquierdo, donde percibió que había una ventana, las paredes tenían un tono de gris azulado y la habitación tenía tamaño mediano. Y después de algunos segundos tratando de pensar racionalmente llegó a la conclusión de que no estaba en un hospital. Con cierto sacrificio se inclinó sobre el brazo izquierdo para tener apoyo al sentarse...
Y fue cuando la sorpresa realmente se apoderó de él...
Sentada en un sillón estaba una linda chica. Tenía la mirada hermosa y clavada en él, lo que le hizo darse cuenta que ella había tomado por algo inesperado que él había despertado. Su expresión era seria y preocupada, o tal vez de esa impresión por usar un par de gafas grandes y el pelo castaño hecho con un moño desordenado en la parte superior de la cabeza. Antes de que pudiera pensar en algo, ella se levantó rápidamente, tirando hacia el brazo del sillón una fina manta que usaba en las piernas y después de acercarse, se sentó en el borde de la cama exactamente a su lado.
- Tienes que acostarte – ella dijo sosteniéndolo justo encima de la cintura, ayudándole a tumbarse de nuevo. – Necesitas reposar, no puedes hacer esfuerzo. – ella lo miró durante unos segundos y luego puso la mano en la frente de él donde el vendaje no cubría. – Me parece que no tienes fiebre. Eso es bueno... – dijo con una sonrisa de lado. Sin decir ninguna palabra ella puso el dedo índice de la mano derecha cerca del rostro de Ignazio y él sin entender nada y con cierto temor, apenas siguió con la mirada cuando ella movió la mano hacia la derecha, izquierda, arriba y abajo.
Después de bajar la mano, ella se levantó yendo a un mueble y volvió a sentarse en el mismo lugar. Se quitó las vendas de la frente de Ignazio lentamente, cogió un algodón y se mojó en un líquido, y así que tocó su lesión él hizo una mueca... Aquel maldito remedio ardía. Sin embargo, ella limpió la herida con todo cuidado y delicadamente y así que terminó colocó un nuevo vendaje. Luego hizo lo mismo con su muñeca. Y él apenas observaba pasmo con la situación... Jamás tuvo una mujer cuidando de él así, mucho menos con toda esa atención, la única de quien recordaba era de su madre que había muerto años atrás, después de ella, absolutamente nadie. No estaba acostumbrado a eso. Entonces con la mano izquierda, ella agarró la mano de Ignazio y con sumo cuidado pasó remedio en cada uno de los dedos heridos para luego repetir el proceso en la otra mano... Y él se quedó aturdido en percibir como era delicada para hacer eso, era como si intentase hacer que el dolor ni llegase a él, en realidad, era casi como si no existiera dolor...
- Me alegra que hayas despertado. – ella comentó aun mirando su mano apoyada sobre la suya. – Me preocupé cuando no te despertaste ayer.
-¿Ayer?- Él se preguntó... Entonces había estado desacordado más tiempo de lo que había imaginado, e inmediatamente la miró.
- Al menos ya no tienes fiebre y eso es un gran alivio, significa que ya estás mejor... – ella continuó – A pesar de que yo podría apostar que su cabeza debe estar doliendo como nunca a causa de ese golpe. – ella habló con cierto humor y sonrió sin mostrar los dientes. Ella se puso seria y lo observó por un par de segundos. – Ya que estás despierto es mejor que tomes sus remedios, va a aliviar los dolores. – La chica le entregó dos comprimidos, se levantó, tomó el vaso que estaba en una bandeja y llenó con agua de la jarra de vidrio que estaba al lado, luego se sentó, le entregó el vaso y esperó que tomara la medicación. – ¿Te sientes bien?Ignazio la encaró durante unos segundos y sacudió la cabeza afirmando... Tal vez no fuera una completa verdad. Nadie se arrojaba de un puente en el intento de sentirse bien, sino con el deseo de poner fin a todo, de ahí que no era verdad afirmar que se sentía bien. En realidad, en ese momento exacto ni sabría decir lo que sentía. Todo lo que sabía era que quería estar muerto y no estaba, quería olvidar a Giorgia para siempre y tenía conciencia de que eso no sucedería tan rápido, quería principalmente olvidar todo lo que había pasado en los últimos dos o tres días y aún no era capaz... No era una persona de mucha paciencia.
- ¿Cómo te llamas? – preguntó sacando a Ignazio de su nube de pensamientos. Pero en vez de contestar él apenas se volvió la cara y se quedó mirando el sillón en el que ella estaba sentada antes... No quería hablar, o mejor, no quería abrir la boca ni para responder con un murmullo, quería quedarse quieto y eso era todo. Era lo que iba a hacer... De todos modos tenía ese derecho ya que no había escogido ser salvo. Entonces tragó la saliva y continuó en la misma posición. – Bien... – dijo ella y él no se movió – No voy a presionar ya que no quieres decir... – ella se levantó y él la acompañó con los ojos – Voy a hacerte algo para comer, si necesitas algo puede pedirme... Me llamo Valentina.
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Labios Compartidos | Ignazio Boschetto
Fanfiction"Amor mío Si estoy debajo del vaivén de tus piernas Si estoy hundido en un vaivén de caderas Esto es el cielo, es mi cielo Amor fugado Me tomas, me dejas, me exprimes y me tiras a un lado Te vas a otro cielo y regresas como los colibrís Me tienes co...