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NARRA JADE

- ¿Y bien? ¿Qué la trae por aquí? - pregunté tranquilamente.

Estaba tratando de ser profesional, por lo que decidí ser neutral con ella y así no mostrar todas las emociones que estaba sintiendo en ese momento

Me miró un poco desconcertada. Supongo que se le hizo raro que la tratara de 'usted' y no de 'tú'. Soltó un largo suspiro antes de empezar a hablar.

- Básicamente mi mejor amiga, Jesy, me obligó a venir - explicó.

Me pregunto si será la misma Jesy que yo conozco. No, eso es imposible, en el instituto se llevaban como el perro y el gato.

Decidí dejar esos pensamientos de lado y continuar con mi trabajo.

- Y yo supongo que su amiga tiene razones para obligarla a venir - dije acomodandome mejor en mi asiento.

- Bueno... hace ya varios meses he estado lidiando con los "ataques de pánico" - dijo haciendo comillas con sus dedos en las últimas palabras - o así los llama ella.

- ¿Usted no está segura de que sean ataques de pánico? - pregunté arqueando una ceja.

- La verdad, no lo sé - dijo encogiendose de hombros.

- Pues eso lo descubriremos ahora - dije mientras sacaba mi libreta de apuntes - Le haré una serie de preguntas y usted tratará de responderlas todas, si no quiere responder alguna esta bien, no puedo obligarla - expliqué mientras ella me miraba atentamente.

- Ok - asintió con la cabeza, dándome a entender que ya estaba lista.

- ¿Qué es exactamente lo que siente cada vez que le ocurre esto? - pregunté.

- Bueno... siento que no puedo respirar bien y eso enserio me aterra. En esos momentos lo único que quiero hacer es llorar y gritar pero no puedo - dijo Perrie tratando de evitar el contacto visual.

Anoté algunas cosas en mi libreta y volví a mirarla.

- ¿Cuanto tiempo lleva lidiando con esto? - pregunté. Ella seguía sin mirarme.

- Aproximadamente dos meses...La primera vez que me pasó creí que estaba teniendo un ataque al corazón y en serio me asusté - respondió, para luego mover sus pies de un lado a otro.

Cuándo éramos jóvenes, me di cuenta de lo hiperactiva que podía ser Perrie, no podía quedarse ni un segundo quieta. Al parecer ese aspecto no ha cambiado.

- ¿Y que tan a menudo le sucede? - pregunté tratando de ignorar el movimiento insistente de sus pies.

- Al principio no eran tan frecuentes, pero ahora si... Ya fueron tres veces la semana pasada y una vez está semana - respondió mirando sus manos.

- ¿Esto le ocurre en situaciones específicas? Como por ejemplo, en lugares con mucha gente alrededor - la miré. Y al fin ella me miró a los ojos, pero sólo por unos segundos, ya que apartó la vista hacia una de las paredes del consultorio.

- La primera vez que experimenté esto, fue cuando me enteré de la enfermedad de mi madre - explico removiéndose incómoda en su asiento. La miré sorprendida y con un poco de tristeza - Pero ahora ocurre sin razón alguna. Puedo estar acostada en el sofá de mi sala y sucederá.

- Cuando está en casa ¿suele pasar demasiado tiempo pensando en cosas que la inquietan? - pregunté.

- Si - dijo con simpleza.

- ¿Que son esas cosas que la inquietan? - pregunté de nuevo.

- Son muchas cosas, la verdad... puedo pasar horas pensando en las idioteces que hice en el pasado, en los errores que cometí- dijo mirándome fijamente a los ojos. Sabía a lo que se refería y eso hizo que me sintiera un poco incómoda - Al pensar en ello, lo único que quiero hacer es volver en el tiempo y hacer mejor las cosas, pero no puedo.

El corazón se me estrujó al escuchar las palabras que salían de su boca. Sus ojos lucían tristes, sabía que estaba arrepentida.

- ¿Solo piensa en el pasado? - pregunté tratando de mantener mi compostura.

- También en el futuro, pero son cosas demasiado estúpidas - dijo soltando una pequeña risita al final.

- No creo que algo inquietante para usted sea algo estúpido - dije.

- Bueno... A veces me acuesto en mi cama y empiezo a imaginar varios escenarios trágicos, donde puedo ver las posibles formas en las que puedo morir - explicó un tanto avergonzada por sus palabras - No sé, pero la muerte enserio me aterra.

- ¿Y la pone ansiosa? - pregunté entendiendo a dónde iba todo esto.

- Si - respondió sin pensarlo dos veces.

Por su expresión facial, supuse que era la primera vez que lo admitía en voz alta. Eso hizo que sintiera satisfacción con mi trabajo.

- Bueno, creo que se lo que ocurre, y creo que su amiga Jesy tenía razón - dije sonriendole por primera vez desde que nos encontramos.

- ¿Qué es lo que tengo? - me miró como si estuviera a punto de diagnosticarle una enfermedad terminal.

Me pareció, de cierto modo, adorable.

- Por lo que me ha dicho, es más que obvio que sufre de ansiedad - usé un tono bastante profesional, uno que no solía usar con mis otros pacientes, pero este es un caso especial - Aún no sabemos que tipo de ansiedad tiene, pero a medida que avancemos con las sesiones lo iremos descubriendo - dije mientras anotaba algo en mi ordenador.

- Entonces ¿si son ataques de pánico? - preguntó con la voz temblorosa. Supuse que estaba asustada, todo esto era nuevo para ella.

- Efectivamente. Pero no se preocupe, aprenderemos a controlarlos - aseguré mirándola con ¿ternura?

- ¿Ósea que no dejaré de tenerlos?- se veía algo desanimada, y me dieron ganas de abrazarla y decirle que todo estaría bien, pero no podía, tenía que ser profesional.

- Eso aún no lo sabemos. Lamentablemente la ansiedad no tiene cura, es crónica - me miró aterrada - pero si se puede mejorar y aprender a controlarla - traté de animarla.

- Eso espero - dijo ella mientras sonreía un poco más aliviada.

Estuve un rato anotando unas cosas en el ordenador, sentía su mirada atenta sobre mi, y me puse un poco nerviosa.

NARRA PERRIE

- Bueno - dijo Jade llamando mi atención - Eso ha sido todo por hoy. Pídele a la recepcionista una hora para esta otra semana.

- Esta bien - dije levantándome de la silla, ella imitó mi acción.

- Nos vemos la próxima semana, Perrie - se acercó a mi para darme un beso en la mejilla.

Cuando mi piel estuvo en contacto con la suya, una corriente eléctrica recorrió todo mi cuerpo.

- Adiós, doctora Thirlwall - la miré con una sonrisa. Para mi buena suerte ella me devolvió el gesto.

Dicho eso, salí de la sala y me dispuse a ir hacia el ascensor.

Love me baby, please IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora