08

817 54 14
                                    

NARRA JADE

- Buenos días Doctora Thirlwall - me saludó la recepcionista de la clínica.

- Buenos días, Jennifer - saludé de vuelta - ¿Tienes mi agenda para hoy?

- Claro - empezó a buscar algo en el ordenador - Hoy a las 11:00 tiene hora con Daniel, luego a las 12:30 con Sarah... - hasta ahora ya conocía a todos mis pacientes así que no necesitaba sus apellidos - Luego de su descanso tiene hora con la señora Miller a las 14:30... y por último, a las 16:00 vendrá una paciente nueva.

- ¿Como se llama? - pregunté intrigada.

- Perrie Edwards - dijo ella con una sonrisa. Siguió hablando, pero yo dejé de escuchar después de que la nombró.

Algo se removió en mi estómago y por un segundo creí que iba a vomitar, así que salí corriendo en dirección al baño más cercano.

Me senté en uno de los cubículos e intenté tranquilizarme. Luego de unos minutos salí y enjuagué mi rostro. Diablos, susurré mirando mi reflejo en el espejo.

Decidí que ya había estado bastante tiempo encerrada en ese baño por lo que fuí camino a los ascensores.

Llegué a mi lugar de trabajo y me senté en la silla del escritorio, empecé a recorrer el lugar con la mirada hasta que paré en un pequeño reloj que adornaba la pared blanca. Eran las 10:05 am.

Perrie Edwards será mi paciente. No la he visto en 8 años. ¿Se acordará de mi? ¿Se acordará de lo que me hizo? No es que la odie o le tenga rencor, pero me afectó la decisión que tomó años atrás ¡y ahora seré su psicóloga!

No podía parar de pensar en eso. No sabía que hacer. Podía transferirla a uno de mis colegas, pero yo era la única disponible en toda la clínica. El otro psicólogo que podía atenderla estaba con licencia, pues se le ocurrió caerse de una escalera y fracturarse la pierna.

Supongo que no me queda de otra. Tendré que actuar con madurez y ser profesional con mi trabajo, pensé.

Sin darme cuenta ya eras las 10:45. Había estado casi una hora sentada ahí sin hacer nada. Vaya manera de perder el tiempo Amelia, me reproché en silencio.

NARRA PERRIE

Mi horario de trabajo es desde las 8:00 am hasta las 18:00 pm, por lo que tendria que salir antes para ir a mi cita con mi nueva psicóloga. No fue un problema, pues soy la vicepresidente de la empresa, básicamente no tenía un jefe al cual pedirle autorización para poder salir.

Ya eran las 15:00 pm. Me dirigí al ascensor y bajé hasta la salida del gran edificio en el que trabajo. Me subí a mi auto y conduje hasta la clínica. No sabía donde quedaba así que fui con la ayuda de Google Maps.

Unos 30 minutos después llegue a mi destino.

- Buenos días, tengo cita a las 16:00 - dije en recepción.

- ¿Con que especialista? - preguntó una chica rubia de ojos verdes.

- Eh, no me dijeron el nombre, pero es la única psicóloga para adultos disponible - dije tratando de ser lo más clara posible.

- ¡Claro! déjeme ver... - empezó a teclear algo en el ordenador frente a ella - ¿Perrie Edwards?

- Si, la misma - aseguré.

- Bien, empecemos con el papeleo - avisó.

Luego de eso me dirigí donde la recepcionista me indicó, al tercer piso. Me senté en uno de los asientos que habían en el pasillo y esperé a que fuera mi hora.

Estaba jugando con mi celular hasta que oí una puerta abrirse, no me molesté en levantar la vista para ver quien era.

- Nos vemos la próxima semana Señora Miller - esa voz me resultaba bastante familiar.

- Claro, doctora Thirlwall - cuando escuché ese nombre, de inmediato levanté mi vista.

Ahí la vi a ella, parada en el umbral de la puerta mientras miraba unas hojas que tenía en sus manos.

Su cabello seguía castaño, y tenía un par de mechones rubios. Su piel estaba más bronceada que antes, lo que le daba un aspecto más juvenil. Era simplemente perfecta.

Luego de un rato admirando su belleza, la vi fruncir el ceño para luego levantar su vista hasta donde yo me encontraba.

- ¿Perrie Edwards? - preguntó mirándome detenidamente. Yo me limité a asentir con la cabeza, estaba tan nerviosa que mi voz no salía - Bien, pasa - indicó.

Dejó que yo entrara primero a la sala, luego pasó ella cerrando la puerta a su espalda. Se sentó en su escritorio e hizo una seña para que me sentara frente a ella.

Love me baby, please IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora