NARRA PERRIE
Eran las diez de la noche cuando decidí que ya era hora de regresar a mi departamento. Jesy insistió en llevarme, pero no la dejé hacerlo. Me encontraba mucho más tranquila que hace unas horas, por lo que era seguro para mi conducir.
Estaba por llegar al edificio cuando decidí tomar un pequeño desvío y dirigirme a mi lugar especial. Necesitaba pensar las cosas en un lugar tranquilo y refrescante.
Al llegar, me sorprendí al ver a alguien sentado en uno de los columpios oxidados del pequeño parque.
NARRA JADE
Cuando corté la llamada, no lo pensé dos veces y salí prácticamente corriendo de mi departamento.
Me subí a mi coche y traté de calmar mis nervios, no quería tener un accidente.
Son cinco malditas horas de viaje, enserio desearía vivir más cerca de mi madre. Conduje a toda velocidad para salir lo más rápido posible a la carretera.
No tengo idea de lo que está pasando, mi hermano no me dió explicaciones, pero se oía muy preocupado. Solo espero que mi madre esté bien.
NARRA PERRIE
Me acerqué lentamente y pude distinguir la silueta de una pequeña niña. Escuché pequeños sollozos provenientes de aquella muchacha.
- Hey linda - la llamé. Se paró inmediatamente del columpio y volteó a mirarme.
- ¿Q-quién es u-usted? - preguntó la pequeña con voz temblorosa.
- Mi nombre es Perrie - traté de acercarme un poco más a ella, pero esta se alejaba a medida que yo avanzaba.
- Por favor no me haga daño - suplicó ella con la voz rota. Esta niña estaba demasiado asustada y honestamente me tenía muy preocupada.
- Tranquila, no te haré daño, puedes confiar en mi - dije suavemente y mirándola más detenidamente.
Era una niña de pelo castaño con algunos mechones un poco más claros. Tenía unos enormes ojos color verde, que ahora estaban rojos de tanto llorar. Su piel no era tan blanca como la mía, era un poco más tostada. No debía tener más de seis años.
- ¿Cuál es tu nombre? - pregunté con suavidad para que no se asustara más de lo que ya estaba.
- Me llamo Brooke - respondió tímidamente mientras relajaba de a poco su cuerpo.
- ¿Cuántos años tienes Brooke? - pregunté caminando lentamente hacia ella de nuevo.
No respondió con palabras, me mostró una de sus manos con todos sus deditos levantados, lo que significa que tenía razón.
- Eres muy pequeña - murmuré más para mi misma que para ella - ¿Que haces sola en este lugar? - estaba parada de cuclillas, a solo unos centímetros de ella. Gracias al cielo no se alejó de nuevo.
- Yo... yo solo quería escapar de ella - murmuró mientras miraba hacia el piso.
- ¿De quién? - pregunté preocupada.
Ella negó lentamente con su pequeña cabezita, haciéndome entender que no quería hablar de ello.
- No tienes dónde quedarte ¿no es así? - ella volvió a negar con la cabeza, un poco avergonzada tal vez - ¿Quieres que te lleve a mi casa? - levantó su cabeza y me miró con temor - No tengas miedo Brooke, prometo que no te haré daño.
- No quiero ir - murmuró mientras daba pequeños pasos hacia atrás.
- No te dejaré sola en este lugar - dije sin acercarme a ella aún, tenía que darle su espacio - Por favor, déjame ayudarte.
Ella me miró y luego miró a su alrededor. Se acercó nuevamente a mi, pude ver inseguridad en sus pasos pero aún así quedó frente a mi.
- ¿Prometes que no me harás daño? - me miró con esos enormes ojos verdes.
- Lo prometo - extendí mi meñique para sellar la promesa. Ella tímidamente extendió el suyo y lo entrelazó con el mío - Bien, vamos pequeña.
Me sorprendí al sentir su pequeña mano agarrar la mía. Nos dirigí a mi auto y la ayudé a subirse al asiento trasero. Conduje lentamente hacia mi departamento mientras Brooke miraba atentamente por la ventana.
Unos diez minutos más tarde al fin llegamos a mi hogar. Desde que nos bajamos del auto la pequeña no soltó mi mano en ningún momento, lo que hizo que sintiera algo inexplicable.
Abrí la puerta y como siempre Hatchi me recibió con pequeños saltos y ladridos.
- Que lindo perrito - murmuró Brooke mientras se acercaba a acariciar a mi perro, el cual felizmente recibió las caricias.
- Se llama Hatchi - dije acercándome y acariciando también a la pequeña criatura.
Estuvimos los tres jugando un rato hasta que sentí rugir mi estómago.
- ¿Qué quieres cenar? - pregunté a la niña de ojos verdes.
- Mmm, lo que sea señorita Perrie - respondió ella educadamente, haciendo que soltara una pequeña risita.
- Solo dime Perrie cariño ¿te gustan las ensaladas? - ella asintió con entusiasmo y siguió jugando con Hatchi.
Me levanté del piso y me dirigí a la cocina. Preparé una simple ensalada de pollo y zumo de naranja. Puse dos platos, uno para mi y otro para Brooke, en el mesón de la cocina. Serví zumo en dos vasos de plástico, pues no quería arriesgarme a romper uno de vidrio.
Salí del comedor y me dirigí al living. Al llegar me encontré con la pequeña mirando por el enorme ventanal, la luz de la luna iluminaba su pequeño rostro y pude ver como una lágrima bajaba por su rosada mejilla. De inmediato me acerqué a ella.
- Hey - murmuré para tener su atención - No llores pequeña - ella volteó a verme y me sonrío de una manera tan tierna que lo único que quería hacer era apretar sus mejillas y llenarle la cara de besos - ¿Por qué mejor no vamos a comer? - me puse de cuclillas y sequé sus lágrimas.
- Está bien - dijo tímidamente.
La llevé de la mano hacia el comedor. Las sillas eran demasiado altas por lo que tuve que tomarla en brazos para poder sentarla.
- Gracias - murmuró ella y, antes de que pudiese responder, puso sus brazos alrededor de mi cuello y me acercó a ella para abrazarla.
No puedo explicar muy bien lo que sentí en ese momento. Sentí que necesitaba a esta pequeña en mi vida, sentí que no quería dejarla por nada en el mundo y que quería protegerla de todo lo malo. Tal vez esto es lo que siente una madre al ver por primera vez a su hijo.
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Love me baby, please II
FanficSegunda temporada de "Love me baby, please" Ya han pasado 8 años desde la última vez que Perrie y Jade se vieron. Por un lado, Jade terminó su carrera de psicología en Miami, y ahora la transfirieron a una clínica de salud mental en Londres. Por otr...