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3 años después

- Feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños querida Brooke...

Una gran familia le cantaba a la pequeña castaña de ya ocho años. Dos mujeres sostenían un pequeño pastel de la princesa Jasmin, siendo esta la princesa favorita de la pequeña cumpleañera.

Luego de que la canción de cumpleaños llegó a su fin, la niña cerró sus ojos con fuerza y pidió tres deseos. Luego de abrir los ojos sonrió a sus madres y empezó a apagar las velas que se encontraban en la cima del pastel.

Todos en el comedor empezaron a aplaudir y las madres de la pequeña se acercaron a abrazarla con fuerza.

- Feliz cumpleaños, princesa - le dice la mujer rubia para después depositar un pequeño beso en su mejilla.

- Mi pequeña ya tiene ocho años - dice la castaña apretando las mejillas rosadas de su hija.

- Mamá no hagas eso - se queja la niña ojiverde arrugando su nariz para después soltar una risita.

- Brooke, te amamos, siempre serás nuestra pequeña - habla la rubia tocando la nariz de su hija y acariciando la mejilla de su esposa.

Así es, Perrie y Jade se casaron hace apenas seis meses. Su amor iba creciendo cada día, y todo era perfecto en sus vidas.Tenían una gran casa en una zona prestigiosa de Londres, tenían una adorable e inteligente hija, tenían trabajos estables y bien pagados. No podían pedir nada más... Bueno, talvez más hijos a los que criar juntas.

- Yo también las amo - dijo la pequeña ojiverde abrazando nuevamente a sus dos madres.

Luego de ese momento familiar, la rubia y su esposa se dirigieron a la cocina para partir el pastel y alimentar a sus invitados.

Todos se dispersaron en el gran comedor de la casa Edwards-Thirlwall.

A un lado se encontraba Norma conversando animadamente con Emma y Margaret. Luego estaban Jed y James jugando con Brooke y Joe, que ahora son algo así como mejores amigos. También estaba Jesy y su novio Chris, junto a Leigh y su novio Andre, los cuatro entretenían a la pequeña Ava. Todos sus seres queridos se encontraban en ese comedor.

- Bueno, ya es hora de comer, acomodense en la mesa - avisó Jade desde la puerta del comedor. Todos obedecieron y se sentaron alrededor de la enorme mesa.

Luego de una linda tarde de juegos y risas, los invitados se iban yendo de a poco, no sin antes despedirse de las anfitrionas. Luego de un rato la casa se vació y la pequeña familia quedó sola.

- ¿Cómo la pasaste hoy peque? - preguntó Perrie subiendo a la pequeña en su regazo - ¿Te divertiste con tus primos?

- Me divertí mucho con Joe, él es muy gracioso - respondió Brooke jugando con los risos rubios de su madre.

Madre e hija se encontraban en el sofá de la sala, estaban viendo películas infantiles mientras comían palomitas de maíz.

Jade, sin que su esposa se diera cuenta, se dirigió al baño de su habitación. Minutos después se encontraba tirada en el piso llorando amargamente.

NARRA JADE

Ya han pasado dos malditos meses y aún no funciona. Aún no puedo concederle un hijo a Perrie.

No entiendo que pasa, Perrie y yo nos hicimos un montón de exámenes y todo parecía en orden. Hice la estúpida inseminación por nada. Se siente horrible, tengo un dolor punzante en el pecho y mis lágrimas no paran de salir.

Estuve ahí tirada hasta que alguien tocó la puerta del baño. Me levanté rápidamente del suelo, me lavé la cara y traté de sonreír, pero se me fue imposible.

- Cariño ¿estás bien? - escuché la voz de mi rubia al otro lado de la puerta.

Esto solo hizo que empezara a llorar de nuevo. Me duele tener que decepcionarla, ella desea con todo su corazón tener otro pequeño al que criar. Yo igual lo deseo, pero todo parece estar en mi contra.

- ¿Amor? - volvió a hablar.

Me sequé mis lágrimas y fui hacia la puerta. No la abrí, simplemente me recargué en ella sabiendo que mi mujer hacía lo mismo del otro lado.

- Lo lamento - dije con la voz completamente rota.

- Jade, por favor déjame entrar - suplicó.

Me separé de la puerta, saqué el seguro y la abrí lentamente. Ella al verme en ese estado, se acercó sigilosamente y me envolvió en sus brazos. Comencé a sollozar en su hombro mientras ella acariciaba mi cabello. Sentí cómo me sacó del baño y me dirigió hacia nuestra cama matrimonial. Me sentó en la orilla de esta y se posicionó entre mis piernas.

- Te amo demasiado, y no quiero verte así - susurró tomando mi rostro entre sus manos.

- Lo lamento - era lo único que salía de mi boca en ese momento.

- No te disculpes, lo volveremos a intentar ¿ok? - acarició lentamente mi mejilla tratando de limpiar las lágrimas secas que habían ahí.

Ella sabía por qué estaba llorando, pues ya había pasado por esto anteriormente. El primer mes después del tratamiento me hice una prueba de embarazo y salió negativa. Lloré una noche entera en los brazos de mi amada esposa.

La historia se vuelve a repetir.

- ¿Y si no funciona? ¿Y si no quedo embarazada? No voy a decepcionarte de nuevo, no quiero sentirme así de nuevo - mis ojos se volvieron a llenar de lágrimas, ella depositó un pequeño beso en mi frente y me volvió a mirar fijamente a los ojos.

- Primero, no me decepcionaste, jamás lo harías - me sonrío con ternura - Y segundo, existen más formas de ser madre ¿sabes? Puedes adoptar, justo como hicimos con Brooke.

Esas últimas palabras hicieron que me sintiera mucho mejor, porque es cierto, si no podía embarazarme podría adoptar a un pequeño o pequeña que necesitara un hogar.

- Gracias Pez - murmuré - Te amo, no sé que haría sin ti - rodee su cintura con mis brazos y la subí a mi regazo. Ella rodeó mi cuello para luego depositar un tierno beso en mi mejilla.

- Yo tampoco sé que haría sin ti, eres el amor de mi vida - dijo en el mismo tono. Se acercó lentamente hacia mis labios y me besó.

Luego de eso escuchamos un grito que nos hizo saltar de la cama. De inmediato corrimos hacia la habitación de Brooke.

Al llegar nos encontramos con nuestra pequeña hija parada frente al ventanal de su habitación mirando fijamente hacia el exterior. Esa imagen por alguna razón me dió escalofríos, pues la pequeña no se movía, tenía los ojos bien abiertos y parecía estar en un trance.

- ¿Brooke? ¿Hija qué pasa? - preguntó Perrie notablemente preocupada.

La pequeña no reaccionó. Mis manos empezaron a temblar. Miré a Perrie y pude notar que estaba igual de asustada que yo. Me hizo una seña para que nos acercaramos, asentí con la cabeza y empecé a caminar hasta llegar al lado de mi pequeña. Perrie se puso al otro lado de ella y tocó suavemente su hombro, aún así no reaccionó.

- ¿Qué está mirando? - preguntó mi esposa en un susurro apenas audible.

Ambas volteamos a ver hacia el ventanal y entonces lo vimos. Mi piel se erizó por completo y mi corazón empezó a latir con fuerza. Mierda.

Love me baby, please IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora