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maratón 1/3

NARRA PERRIE

- Adelante, puedes contarmelo - me alentó la hermosa castaña que estaba frente a mi.

- Pues... Todo el tiempo estoy arrepintiendome de un error que cometí en el pasado - traté de explicar - Pensé que ya lo habia superado, pero me dí cuenta de que siempre estuvo ahí, solo que traté de ignorarlo.

- ¿Quieres hablar sobre ese supuesto error? - preguntó - Tal vez hablar de ello te ayude a quitarte un peso de encima.

- Jade, yo... - no sabía si decirle.

Si le hablaba del tema, lo más probable es que ella se sintiera incómoda, o tal vez molesta conmigo. Pero por otro lado, en serio sentía la necesidad de disculparme con ella. Tal vez si lo hago, la culpa ya no seguiría consumiendome todos los días.

- No te juzgaré ¿Lo sabes verdad? - la media sonrisa en su rostro hizo que todos mis miedos se fueran.

- Lamento lo que pasó hace ocho años - comencé a hablar para después mirar el piso - Tal vez esto te ponga incómoda, pero si no te lo digo ahora, siento que voy a explotar - ella no dijo nada, asi que decidí continuar - Te dejé ir, y fue el error más grande que he cometido... Sé que te dañé, no fue mi intención, pero era muy idiota. La culpa me esta consumiendo, y desde que te volví a ver no he parado de pensar en ello - estaba tratando de contener mis lágrimas, pero se me hizo imposible.

- Perrie - trató de llamar mi atención, pero yo no tenia el valor para mirarla a la cara - Oye - volvió a llamar, pero yo seguía mirando el piso, que estaba algo borroso por mis lágrimas.

Entonces sentí como se levantó de su silla y se puso de cunqulillas frente a mi para que la mirara.

- Eso ya pasó ¿ok? Tienes que dejarlo ir - dijo mientras quitaba las lagrimas de mis mejillas.

- No puedo - dije entre sollozos - No sabes lo mal que me siento por eso... Enserio perdóname - casi le supliqué.

- Claro que te perdono - me sonrió de una manera fraternal - Ahora debes dejar el pasado atrás y vivir el presente ¿ok? Eso probablemente te ayude.

- ¿Enserio me perdonas? - pregunté con notable incredulidad en mi voz.

- Claro que si... Guardar rencores me sacará canas - bromeó ella.

Me hizo reír, pero al instante apareció mi tos. Ella río conmigo y me dio unas palmaditas en la espalda.

Cuando logré calmarme ella volvió a su asiento, puso ambas manos en su regazo y luego me miró.

- ¿Te sientes mejor? - preguntó. Asentí con la cabeza.

- Siento que me saqué un enorme peso de encima - le dediqué una tímida sonrisa.

- Eso es genial - dijo ella devolviéndo la sonrisa.

Me quedé mirando fijamente esos ojos color avellana, ella hizo lo mismo y sentí un incesante cosquilleo en mi vientre.

NARRA JADE

Nos quedamos mirando fijamente los ojos de la otra. Sentí como las mariposas revoloteaban en mi estómago.

Al darme cuenta de que llevabamos más de un minuto ahí, simplemente mirándonos, aparté mi vista y sentí como el color subía a mis mejillas.

Diablos, eso fue tan vergonzoso pero tan hermoso a la vez.

Sus ojos siempre me habían hecho sentir un cosquilleo en el estómago, y esta no fue la excepción.

De reojo pude ver que ella también se habia sonrojado.

- Y bien - rompí el incómodo silencio que se había instalado en la pequeña pero cómoda habitación - Creo que ha sido todo por hoy, Perrie.

La rubia tenia su vista pegada al piso, aún podia notar lo sonrojadas que se encontraban sus mejillas.

Luego de un par de segundos, al fin levantó la vista y me miró con algo que no logré decifrar.

- ¿Quieres ir a cenar conmigo este Viernes? - Okay...en definitiva no me esperaba esa pregunta.

Me quedé estática, analizando las palabras que habían salido de su boca.
¿Acaso me acababa de invitar a una cita?

- Pezz, yo no... - dejé de hablar al notar su cara de sorpresa - ¿Que sucede? - pregunté preocupada.

- T-tú acabas de llamarme Pezz - dijo la rubia, aún con esa expresión de asombro en el rostro.

- Oh - murmuré al darme cuenta de que efectivamente lo habia hecho - Lo siento, se me salió.

- ¿Por qué te disculpas? - preguntó con una media sonrisa, la sonrisa más tierna del mundo.

- Creo que fue algo inapropiado. Eres mi paciente y no creo que sea correcto vincular mi vida privada con mi trabajo - expliqué un tanto avergonzada.

- Entiendo - dijo - Pero si por casualidad estuvieramos fuera de esta clínica ¿me tratarías como a una amiga y no como a una paciente? ¿y me llamarías por el apodo que tanto me gusta? 

- S-supongo que si - respondí no muy segura de lo que estaba pasando.

- Entonces ¿Quieres salir a cenar conmigo este Viernes? - volvió a preguntar.

Lo dudé por un segundo, pero al ver la suplica en sus ojos no me quedó de otra que aceptar su invitación.

Le di mi número telefónico para así ponernos de acuerdo. Luego se despidió y seguí con mi día de trabajo.

Love me baby, please IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora