CAPÍTULO EXTRA

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La joven Brooke se encontraba tirada en el piso de su habitación. Era un día soleado, bastante lindo para estar afuera, pero la ojiverde no tenía intenciones de salir.

- ¿Que tas haciendo ahí, mana? - una pequeña rubia aparece por la puerta de la habitación.

- Nada interesante TayTay - respondió la joven castaña sin despegar su mirada del techo.

- ¿Quieres juga' conmigo? - preguntó tímidamente la pequeña.

Brooke bufó un tanto cansada pero, al ver la cara de suplica de su pequeña hermanita, accedió a jugar con ella.

Se levantó del suelo y fue corriendo tras su hermana. Estuvieron jugando por al menos una hora. Brooke necesitaba un descanso por lo que decidió escabullirse a un lugar lejos de su energética hermana.

- Hasta que al fin sales de la cueva - comentó Jade al ver a su hija mayor ingresar a la cocina.

- Estaba jugando con Taylor - comentó la adolescente encogiendose de hombros.

- Eres una excelente hermana mayor, cariño - le dijo la castaña acariciando su mejilla con ternura.

- Puede ser... Pero ya estoy muy vieja para correr por toda la casa con una niña de cinco años en mi espalda - se quejó.

- Oh vamos, no estás vieja, solo tienes catorce - dijo la mayor con una divertida sonrisa en el rostro - Admitelo, te diviertes jugando con ellos.

La ojiverde no puedo evitar sonreír, pues era cierto, amaba pasar tiempo con sus hermanos...

Así es, hermanos... Resulta que el primer embarazo de Jade salió por partida doble, teniendo así un pequeño barón y una hermosa niña. El niño es de pelo castaño, tez blanca y ojos azules. En cambio la niña tiene una larga cabellera rubia, la tez clara y los ojos color miel de su madre. Ambos son la mezcla perfecta de Perrie y Jade.

- Por cierto ¿dónde está Connor? - preguntó Brooke mientras sacaba una botella de agua del refrigerador para beber un sorbo.

- Fue con tu madre a ver un partido - respondió rodando los ojos - Aún no entiende que un niño de cinco años no debería estar en esos lugares.

La ojiverde hizo un gran esfuerzo para no soltar una carcajada. De cierta forma le resultaba gracioso que todos los fin de semana sus madres tuvieran la misma discusión.

- ¿A que hora llegan? - preguntó la joven apoyando los codos en el mesón de la cocina.

Justo en ese momento sintieron como se cerraba la puerta principal de la casa.

- ¡Ya llegué! - el grito de la rubia resonó por casi toda la planta baja - ¿Dónde están mis amores?

Brooke y Jade salieron de la cocina a recibirla. La mujer castaña de inmediato corrió para tomar a su hijo en brazos.

- ¿Cómo está mi principe? - preguntó alzando al pequeño para darle muchos besos en su mejilla regordeta.

- Me divertí mucho con mamá Perrie  - respondió emocionado el niño.

Jade comenzó a examinar detalladamente a su hijo, como si estuviera buscando una herida o algo por el estilo. Obviamente no encontró nada fuera de lo común.

- ¿Y para mí no hay nada? - preguntó Perrie frunciendo levemente sus labios.

Jade simplemente negó con la cabeza y se fue de vuelta a la cocina con el pequeño Connor en brazos.

- ¿Y ahora que hice? - preguntó confundida la rubia.

- Le sigue molestando que lo lleves a ver partidos de fútbol - explicó la ojiverde.

Love me baby, please IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora