22

2K 209 7
                                    

Desperté por el espantoso ruido de una puerta cerrarse con brutalidad, abrí mis ojos de inmediato y en la puerta se encontraba María, ¿Enojada? No, ENFURECIDA.

Haciendo un gran énfasis en la palabra.

―Que lindo, la señorita se escapa y se viene a dormir ―no sabía que decirle, aún estaba aturdida porque recién despertaba. Mis neuronas no querían conectar.

―¡ABUELA! ―grité, con la esperanza de que ella me protegiera.

―No seas tonta Emma, no está, estamos solas y quiero que me des una explicación ¿Por qué te escapaste? ¿Y en qué momento lo hiciste? Me puedes meter en un gran problema

―Por dios María, no es la primera vez que me escapó de tu detención ―dije para luego darme vuelta y seguir durmiendo

―¿Que? ¿Ya te has escapado?

―Y si, tú nunca ibas a ver si estaba o no, así que aprovechaba y me iba.

―Le diré a tu madre que doble la seguridad en la institución, igual, te fuiste y quería hablarte

―¿De qué? ―pregunté en susurró, el sueño estaba comenzado a tomarme de nuevo.

―No te duermas ―pidió molesta y acercándose a mi para sentarse en la cama, abrí las cobijas, pidiendo de alguna forma que se recostara conmigo. ―No, estoy molesta contigo

―¿Por qué? ―pregunté como una pequeña niña traviesa, blanqueo sus ojos y golpeo mi rostro con una de mis almohadas. ―¿Cómo puedo hacer que ya no estes molesta?

―No escapándote cuando estas bajo mi vigilancia ―tomé sus manos atrayéndola hacia mí, sus ojos brillaban y la luz que entraba por la ventana, le ponía la piel con un color bellísimo.

―Lo siento, pero debes admitir que exageraste al mandarme a detención

―Manchaste mi camisa favorita ―me reí, su cuerpo cayó sobre el mío, me incliné un poco solo para poder besar sus labios y obtener de ese beso un recuerdo reconfortante. ―No se arreglan las cosas de esta forma

―¿No? ―pregunté y me volteé en la cama, para poder sentarme encima de sus piernas. Acerque mi rostro a su cuello, amenazando con devorarle la piel, María se movió, no quería que me acercara.

―Seguiré molesta Emma ―negué y blanqueé mis ojos ―Me gustaría hablar sobre Nordelta ―susurró

Asentí quitándome de sus piernas, la cama dejo de ser un lugar cómodo y me apoye sobre el escritorio, mirando a mi amada.

―Bien ―susurró y se acercó a mí. Su perfume a vainilla entro por mis conductos, la piel se me erizo y una extraña sensación me dio un escalofrío. No pude sostenerle la vista y miré por la ventana esperando a que hablara. ―Intenté ignorar esto, pero al fin y al cabo hay que hablarlo, no quiero meterme en tus temas, ni quiero que te sientas "atacada" por así decirlo ―la miré, hablo tan rápido que apenas pude escuchar la mitad ―Tienes una beca en una universidad bellísima y estoy muy feliz por eso, pero no quiero que sientas que esto ―nos señaló ―Pueda interferir, al contrario, quiero estar ahí para ti, como tu novia...

Mi corazón tembló.

―Yo...

―No tienes que decir nada, si no quieres, a lo mejor es una decisión muy apresurada y tu no estas lista ―comenzó a mover sus manos sin control ―Quizás, sabes, no, esto, olvidalo ―no podía mirarme a los ojos ―a lo mejor fue una pésima idea, en mi cabeza sonó bien, bueno, no olvidalo, te veo luego

Tomó envión para ir hacia la puerta que la dejaría fuera de mi habitación, yo ni siquiera había hablado, no sabía que decirle, pero si estaba segura de una cosa no iba a dejar que se vaya, así como así, con el corazón roto. Puse mi peso sobre la gran puerta de madera, me miro inmediatamente y sus ojos estaban cristalizados, eso revolvió todo mi ser. ¿Por qué lloraría? ¿Por qué lo haría? ¿Por mí? Con mi mano derecha puse llave y la tire debajo de la cama, no sé iría de aquí, ni de mí.

―¿Qué haces? ―preguntó sin entender mi acción.

―¿Qué haces tú?

―Quiero retirarme Emma, por favor déjame salir ―negué

Acaricie su mejilla y arrime nuestros labios, al principio fue un pequeño beso sin movimiento, hasta que María comenzó a profundizarlo, introdujo su legua en mi cavidad bucal... ¿Nunca les pasó que quieren volverse una sola persona en un beso? Bueno eso me estaba pasando, su lengua iba tan bien acompañando a la mía, que no quería parar, me recostó en la cama suavemente.

Y se separó por un poco de aire.

Se tumbo por completo en mi pecho y sus brazos rodearon mi cintura.

―No quiero que te vayas, pero es lo correcto, es lo que debes hacer.

―No estoy segura si las relaciones a distancia funcionan ―susurré asustada, escuchaba su corazón latir fuertemente y golpear con violencia su pecho. Apretó mi cuerpo, mucho más que antes.

―Son dos horas en avión y 14 horas en auto

―¿Lo calculaste?

―Toda la noche

―María ―nombré y sus ojos me miraron, iluminados y encendidos como dos faroles. ―Dijimos que nos casaríamos, no que seriamos novias ―bromeé para intentar que la situación no nos deprima más

―¿De verdad te casarías conmigo? Soy insoportable

―Me aterra más tu personalidad tranquila, no olvidemos que me enamore de la insoportable ―golpeo mi rostro y se rio

―No quiero dejarte Emma, no me lo perdonaría jamás ―musitó

Uno nunca sabé que contestar ante aquello, digo, es algo doloroso, la ruptura, el alejarse y yo estoy tan enamorada, que no importaría si María es la que clava en mi corazón su puñal. Tantos meses, meses que lo han sido todo, solo para llegar en unos días al final de nuestra historia, es doloroso, pero mi futuro es importante y haría lo que fuera para que ella, estuviera presente en él.

―Es un caos estar enamorada de ti Emma

―Si, lo es ―afirmé

―¿Y si conoces a alguien? ―preguntó

―Le hablaría sobre ti, sobre lo increíble y encantadora que es María Milani ―sonrío y recostó su cabeza nuevamente, ahora era yo la que se había aferrado con fuerza al cuerpo de la otra. 


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Aroma a CaféDonde viven las historias. Descúbrelo ahora