Me recosté en mi cama, estaba cansada y un poco resfriada, Milani me iba a pagar lo de tirarme al agua. Cenamos una especie de carne vegana y en la mesa, mi abuela me estuvo contando que fue a visitar a mi tío, que le gustaría que yo fuera con ella, me aburría ir a visitar familiares, suficiente con que estaba aquí. Mi madre me llamó antes de dormir, preguntándome como iba todo y obviamente no le conté que estaba bajo el mismo techo que la profesora de lengua y literatura.
03:55 Am
Me desperté en medio de la oscuridad, agitada y con sed. Tendría que haber traído un vaso con agua, odio bajar las escaleras de noche. Tomé mi celular y encendí la linterna, no iba a prender todas las luces para despertar a todo el mundo. La pintura de mi abuelo me miraba, como si el retrato supiera un secreto mío y se me hacía tenebrosa en la oscuridad. Baje las escaleras con mucho cuidado, lo último que me falta para completar estas vacaciones es caer.
Sería muy estúpido de mi parte si me caigo.
Una vez en la cocina, la silueta de María en remera y bragas, me dejó sorprendida. Estaba agachada buscando algo en la heladera, se levantó con una botella de agua en la mano y un pedazo de torta en la otra. Pego un salto al verme parada ahí y la botella se le resbaló, cayendo al suelo y provocando un gran ruido. Gracias a dios que era de plástico y no era la jarra de vidrio.
―Emma por dios, no puedes aparecerte así a mitad de la noche ―levantó la botella y sacó un vaso de la alacena.
Yo seguía inmóvil por dos razones, la primera su cuerpo estaba semi desnudo y yo la única mujer que vi semi desnuda es Brooke y segundo yo estaba igual o peor, ya que mi remera era una musculosa transparente que dejaba ver mis pechos erizados por el frio y mi ropa interior de color blanco. Ella me miró al ver que no contestaba, podría hacerme la sonámbula o fingir convulsiones. Ninguna de las ideas era válida, debía afrontar la realidad.
―Lo siento, yo no sabía que estabas aquí, vine por agua y me voy ―lo dije tan rápido que dudo que me allá entendido, estaba nerviosa y se dio cuenta de eso.
Me extendió el vaso, el cristal hizo contacto con mis dedos temblorosos y vertí el contenido dentro de mi boca, no podía dejar de ver sus ojos, me miraba tanto que iba a desgastarme.
Dos pasos adelante y retrocedí de inmediato.
Mis glúteos tocaron el mármol frio de la mesada y su cuerpo se deslizo hacia el mío, su mano tomó el vaso quitándomelo muy suavemente.
A estas alturas de la noche, dos mujeres en ropa interior y en la cocina, era una escena para estar alerta. Las yemas de sus dedos se deslizaron por el borde de mi musculosa, haciendo que mi intimidad despertara, era horrible que con un solo toque mis hormonas comiencen a gritar... ¡Descontrol!
Me tomó de la cintura y subió mi cuerpo a la mesada, se interpuso entre medio de mis piernas. Su abdomen tocaba ligeramente la tela que protegía mi intimidad de ella. Sus ojos miraban profundos los míos, ese color madera se había transformado en un negro azabache, tan opaco como el alma del diablo y me miró con una expresión extraña, esa jamás la había visto en alguien.
Mi piel se sentía ardiente. Se acercó lo suficiente para que nuestros labios hicieran un mínimo contacto, pidiendo permiso para hacer lo que tanto deseaba, deslizó su lengua por mi labio superior y entre abrí estos para darle el acceso que necesitaba.
Me besó.
Lo que explotó fueron mis sentimientos dentro de mí, eran emociones pesadas que me hacían odiarme por permitir que ella me besara y a la vez quería más de esa sensación. María tomó posesión de mis labios con tanto deseo, su lengua exploraba cada rincón de mi cavidad bucal, las manos se permitían deslizarse por mi cuerpo y tocar descaradamente mi piel, como si fuera producto de consumo. Mientras el beso seguía y yo no hacía nada para detenerla me imaginé que esto nos llevaría a un problema a uno mayor, yo era virgen y no estaba segura si quería que me metiera los dedos en la cocina. Y en ese beso, que no paso a mayores porque ella supo controlarse, se rompió un hilo muy delgado que separaba lo aceptado con lo prohibido.
Y después de todo esto, alguien perdería la cabeza por completo.
Sus manos comenzaron a tironear levemente mi musculosa, aquella tela se movía temblorosa y mis pechos erizados rozaban los suyos en un suave contacto que me obligaba a que mis pies se apretaran entre sí. Los labios de aquella mujer comenzaron a perderse en mi cuello, mis manos temblorosas se dieron el permiso de explorar el abdomen de la Srta. Perfección, el único ruido latente que había en esta cocina era la de nuestras respiraciones chocar y el sonido de nuestros corazones latir.
―Ah ―gemí al roce de su abdomen con mi intimidad, pero no se detuvo ante mi evidente sonido de placer, aquello la encendió más y dio paso a que mi musculosa quedara tirada por el suelo de la cocina.
Sus labios salvajes pero delicados comenzaron a jugar con mis pechos, su lengua daba leves círculos sobre mis pezones, estos estaban erguidos y duros del placer que había proporcionado su lengua.
¡Que dios me perdoné por el pecado que estoy cometiendo!
Mi boca buscaba la suya con verdadero deseo, estos me ardían y estaban convertidos en fuego, mi mano se atrevió a tocar un poco de lo que era su cuerpo y le quité la remera que cubría su desnudez de mi vista, su mano se enredaba en mi cabello y con verdadera fuerza acercó mis caderas hacia su pelvis, esta daba leves movimientos circulares que convertían mis fantasías en realidad, ese roce hacia arder mi feminidad, quería más y necesitaba más.
Mi cuerpo fue empujado hacia atrás y quede completamente acostada sobre la mesa, estaba a la merced de la oscuridad y de María, ella me tenía y en este punto no podía... o no quería dar marcha atrás. Separó mis piernas con delicadeza y con su lengua saboreo mis desnudos muslos, mi espalda se encorvó y con fuerza me aferré de la mesada, ambas manos tomaron el borde de mis bragas, estas fueron completamente quitadas, entonces me recompuse de inmediato, aquella situación me dio demasiada vergüenza y ella desconcertada me sostuvo de las manos sin permitirme la huida.
―¿Qué sucede? ―preguntó suave, llevó su mano a mi mentón y levantó de este para que mis ojos la miraran.
―Soy virgen ―confesé, después de todo lo que me había dejado hacer y ella sonrió, levanto la prenda que cubría mi feminidad y me dio el pase para vestirme, ella hizo lo mismo.
―Duerme conmigo esta noche ―propuso mientras subíamos las escaleras. ―No pasa nada, Claris no se dará cuenta ―aseguró y trague grueso al imaginar que sería una muy mala idea, porque si mi abuela lo descubriese, estaríamos en grave peligro, aun así, acepté.
Porque sí, soy una delincuente y aparentemente con gustos prohibidos.
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Aroma a Café
Romance¿Qué es el amor? No lo sé, dicen que es una sustancia que entra por tus ojos como una fuerte atracción. Que esta ahí, pero no lo ves hasta que empieza a picar y te saca ronchas enormes. Te lastimas, pero te gusta, es necesario ese pequeño dolor que...