Abrí la puerta de mi hogar, no había ni un solo ruido que demuestre la presencia de mi abuela, subí las escaleras, apresurada por ir al baño, moría de ganas y mi vejiga no resiste mucho. Mi habitación estaba tan limpia y ordenada, por lo que veo Marce había estado por aquí.
Por alguna razón, la foto de mi padre había sido restaurada y pegada nuevamente con cinta en la pared, lo ignoré.
Me quité la ropa de institución, me daría un gratificante baño y si tenía suerte, podría zambullirme en la piscina.
Primeramente, hice del baño, lo necesitaba.
A fuera, hacia el calor suficiente como para tirar y morir en el agua. Abrí la ducha, embaucándome en lo mojado que salía de las cañerías. Mientras deslizaba el jabón por mi cuerpo, recordé la noticia de esta mañana... Nordelta.
―Nordelta ―nombré en voz alta, no podía creerlo y es que tenía mi futuro asegurado en esa institución. Aun no quería hacer de esto una noticia publicá, ciertamente por el hecho de que mie padre estudió ahí y es un asco, pero sin darme cuenta sigo sus pasos.
Mis ojos se aguaron y golpeé con enojo el jabón contra el piso, estaba cansada de sentirme una parte de él.
―Emma, cuenta hasta diez ―me repetí, mientras hacía terapia, mi psicóloga me decía que cada vez que sintiera que todo se viene abajo, controle mi respiración con una cuenta de diez números.
No quería caer en la fría realidad de mi soledad, entonces salí del baño para procurar vestirme rápido y acallar el miedo que inundaba mi corazón.
Bajé las escaleras, la voz de mi abuela se hizo presente, estaba en el living.
―¿En qué momento llegaste? ―preguntó Claris apenas vio mi cuerpo ingresar
―Hace una hora creo ―contesté, la puerta de entrada se abrió, el cuerpo de mi amada entró y me examinó de arriba hacia abajo. ―¿Por qué tan seria? ―pregunté y está, cambio su expresión de repente, a una dulce sonrisa.
―Estas bonita ―dijo en susurró cuando pasó por mi lado, me sonrojé de inmediato y la tomé del brazo con cuidado, me miró extrañada ante mi acción, casi me acerco a besarla.
―Vamos al comedor, ya está servida la cena ―Claris tomó el brazo de María arrancándola de mi lado ―Tengo un vino que quiero que pruebes ―ella asintió.
Me senté en la gran mesa donde comeríamos en familia, era una palabra tan lejana, luego de que todo sucediera, estas cenas dejaron de tener un significado en mí. ¿Cuándo habrá sido la última vez?
Franchesca hablaba con mi abuela muy cómodamente y debes en cuando María dejaba de comer para aportar algo a la conversación, yo por mi parte prefería no hablar, no tenía nada que decir.De pronto la conversación se tornó a una supuesta fiesta, amigos de mi abuela, ¿Quién realiza una fiesta un lunes? Efectivamente las personas que tienen dinero y pueden hacer lo que se les canta.
―¿Entonces iremos? ―preguntó Franchesca, mientras hundía su rostro en la copa.
―Claro, yo separé un vestido espectacular para mí y Emma
―No... Me encantaría, pero debo estudiar, una profesora muy horrible, me reprobó ―dije mirando a María, quien me golpeó con el pie por debajo de la mesa.
―¿Cómo que te reprobó? ―preguntó mi abuela
―No abras estudiado seguro, yo no te vi leer nada durante el fin de semana ―contestó María levantando la ceja, llevó su copa de vino para beber un poco y en todo ese trayecto me siguió con la mirada.
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Aroma a Café
Romance¿Qué es el amor? No lo sé, dicen que es una sustancia que entra por tus ojos como una fuerte atracción. Que esta ahí, pero no lo ves hasta que empieza a picar y te saca ronchas enormes. Te lastimas, pero te gusta, es necesario ese pequeño dolor que...