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La habitación estaba silenciosa, mucho más que antes y el sonido de la respiración, pausada y tranquila de mi madre, me ponía los pelos de punta. No podía, por mucho que intentará, no podía hacer de cuenta como si todo esto no pasara, yo ya había lastimado mucho a Margaret Forniet como para seguir rompiendo su frágil corazón de canceriana.

Tambaleaba mi silla hacia adelante y detrás, el pequeño sillón me invitaba a sentarme, a estar más cerca y confesar con el mundo entero, que estaba enamorada de una mujer. Pero las posibilidades que es mujer acepten este hecho en mi vida, eran demasiadas cortas. Apagué mi móvil, para así evitar ser detenida en medio de mi confesión, pero antes le dejé un mensaje a María.

―Tengo que confesarte algo ―acomodó su cuerpo y dejo el libro de lado. Sus ojos me miraban confundidos y había una chispa de miedo en ellos. ―No quiero que te alteres, ni que levantes la voz

―Emma, me estás asustando

―No, no es para asustarte ―me acerqué al lugar donde ella posaba su cuerpo. ―Me enamore de alguien... ―cerro sus ojos negando con la cabeza. ―de Milani

―¡Que! ―grito enfurecida, se levantó con una velocidad aterradora y me observo desde la otra punta de la habitación. ―Ella... ―asentí y llevo su mano a la altura de su boca, tapo esta con sorpresa y desde aquí podía admirar como la vena de su frente se hinchaba. ―Emma ―nombró ―¡Que dices!

―Lo que has escuchado, yo entiendo que es algo horrible, pero no podía seguir ocultándolo ―llevé mis manos a mi rostro ―Y necesito que por una sola vez en la vida escuches lo que digo

―Emma, estas muy mal de la cabeza ―susurró aun sin poder creer que su hija menor tenía un amorío con una de las profesoras de su institución.

―Estoy enamorada

―¡¿qué vas a saber del amor tú?! Una adolescente inestable, sin poder de decisión, problemática y que a su corta edad cree que estar enamorada, de una mujer. ―escupió aun sin entender lo que mi boca había confesado, pero aquellas palabras, eso si seguía encendiendo mi corazón y consumiendo lo poco vivo en mí.

―No soy inestable ―susurré con las lágrimas choreando de mis ojos, irónico ¿No?, pero me dolía, que ella, que Margaret tenga esa visión de su hija menor, me sentía tan pequeña, de 5 años.

―¿Ella te ha correspondido? ―preguntó, pero fui incapaz de decir palabra alguna, mi corazón se apagaba, de a poco. Se acerco a pasos apresurados, me tomo del mentón con fuerza obligando a que la mirara a los ojos ―¡¿Te ha correspondido?! ―grito en mi rostro, los ojos le ardían, ese color azulado ya había desaparecido. Me giró el rostro con brutalidad, llevé mi mano a mi piel, siento aun sus dedos presionarme ―Tu enamorada, pero por favor

―¿Y acaso tu sí? ―me levanté haciendo frente ―¿Sabes lo que es el amor? Estuviste con un hombre que te golpeaba, que no te amaba ―su palma quedó pegada en mi rostro, el gran chasquido se escuchó de acá, a 5 edificios más y de pronto todo estuvo en silencio.

Nunca, pero ni un millón de años, ella me levanto la mano, jamás se atrevió a golpearme, pero ahora... ¿Era lo de mi padre lo que le dolía? Llevo su mano a su boca, abrió los ojos como platos e intento acercarse, retrocedí.

―Emma, lo siento, no quise ―apretó sus manos e intento una última vez acercarse, me encontraba estupefacta, no podía creerlo. Me lo merecía, sí, pero ya tenía suficiente con sus palabras hirientes y el acto de violencia, solo la convertía en alguien más, mi padre.

―Puedes creer de mi lo que quieras, pero deveras aceptar la idea de que me he enamora, de una persona mucho más pura y sincera, que cualquiera que he conocido. No me ha lastimado y jamás se ha atrevido a romper mi corazón, sin embargo, has sido tú, quien rompe mi corazón todos los días. Y si algo he aprendido, es que no quiero volver a un lugar donde solo me maltratan, en ella siento esperanza y en ti me desvanezco. ―limpié mis lágrimas.

Aroma a CaféDonde viven las historias. Descúbrelo ahora