Corazón delator

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Esta noche decido irme a dormir temprano. No suelo soñar muy seguido, y cuando pasa son situaciones simples y carentes de sentido. Ahora que estoy tan unido a Arabella, las cosas son muy diferentes.

Estoy en una suite preciosa, de esas aparecen en las películas. Lo más probable es que la vi en una, pues no tengo tanta imaginación. Me pierdo en las cortinas doradas y me estremezco al ver a Arabella en una pecera circular, sentada en una enorme ostra. Toco el cristal, sonriente. Al apreciar a la sirena con más detenimiento noto que que está maquillada. Una sombra azul resalta sus ojos, y sus labios son de un rojo cereza. El agua no lo arruina. Ella sonríe y mira detrás de mi. Doy media vuelta. Abro los ojos a toda su expresión.

Levi está sentado al pie de la cama, sonriendo. No trae camiseta, solo unos pantalones desteñidos y rotos en las rodillas. Su desordenado cabello violeta le cubre la mitad del rostro.

—Levi...

Su nombre es un suspiro.

Para Arabella ahora soy un libro abierto, sabe todo de mí, sabe que no hay nada ni nadie que desee más que a Levi.

Mi amigo me llama con un gesto. Me acerco vacilante, estudiándolo con detenimiento. Me pierdo en su mirada castaña y sus brazos y costillas repletos de tatuajes. Poco a poco olvido que todo esto es mentira. Me siento junto a Levi y él no dice nada, solo me toma del rostro y empieza a besarme. No puedo evitar gemir contra sus labios, eso parece gustarle. No me suelta hasta que nos falta el aire.

Estoy jadeando y mi cuerpo tiembla. Él sigue tan tranquilo como siempre, clavándome sus ojos de depredador.

—¿Te gusto?—pregunta.

Asiento mientras muerdo mi labio inferior.

—Tú también me gustas—contesta—. Me has gustado desde siempre.

Y vuelve a besarme. Me dejo caer en la cama y me relajo ante el peso de su cuerpo. El calor es intenso y dulzón, lo siento en cada poro de mi piel. No tengo experiencia en esto, así que dejo a Levi tomar todo el control.

Durante las horas siguientes me dejo amar ante la mirada intensa de Arabella. Eso, lejos de incomodarme, me hace entregarme aún más.


Primera plana

Levi se ha teñido el cabello. Ahora es negro cuervo con las puntas de un rojo sangre muy intenso. El flequillo baila sobre su rostro mientras mueve la cabeza al ritmo de la canción que está tocando en su guitarra. Desafina cuando canta, pero eso no nos importa ni a Arabella ni a mí.

—Y esa canción se llamó Dorian me debe 15 dolares—dice Levi al terminar—. Gracias, público conocedor.

Arabella aplaude. En mi mente puedo oír su risa aguda y delicada.

—Otra más, mi último éxito—dice Levi—. Se titula Levi, ya no lleves putas al depa.

Giro los ojos, sonriente. Arabella vuelve a aplaudir.

Él suele venir al almacén un par de veces por semana, o más si es que no está saliendo con alguien. Me gustaría estar en sus zapatos, que mi felicidad fuera tan sencilla. Levi, como he dicho otras veces, solo necesita de la música para sonreír. Música y mujeres. Es un espíritu libre e indomable que no piensa en el mañana y en cuyo corazón no hay espacio para el odio ni el resentimiento. Momentos como estos me hacen regresar a cuando eramos más jóvenes y él me divertía con sus horribles canciones.

—Hay algo que quiero mostrarles—dice Levi dejando su guitarra a un lado y poniéndose de pie. Saca un recorte de periódico doblado de su bolsillo trasero y lo desdobla con cuidado, luego me lo enseña. Yo lo contemplo con los ojos muy abiertos y ambos nos acercamos a Arabella para que lo vea.

En el periódico aparece ella en primera plana, sentada en la copa gigante y echándose aire con un abanico de geisha. Atrás se alcanza a notar la mitad del cuerpo de Dorian en la batería.

La sirena mira su foto con la nariz pegada al cristal, está asombrada. Ha de ser la primera vez en la que se contempla desde afuera, tal y como la ven los demás: una criatura preciosa, con unos ojos únicos y llenos de vida y cuya voz hace sonreír a todos.

Levi regresa a la guitarra y toca canciones más tranquilas. Ya no canta. Arabella no tarda en quedarse dormida, flotando en medio del tanque. Sonríe levemente, quizá está soñando algo lindo.

—Bell está preciosa—dice Levi. Hay un dejo de tristeza en su voz—. Una pena que deba estar aquí.


Solo

—La noche de ayer tuve otro eh....episodio con Susan—dice Levi, arrodillado frente a Arabella, mientras le acomoda los tirantes del sostén. Yo, detrás de ella, le trenzaba el largo cabello castaño. Contengo una carcajada. Sus "episodios con Susan" siempre son muy graciosos.

—¿Otro episodio?—contesto—¿No se te paró porque ella no depiló sus axilas de nuevo?

—¡Shh, no seas tan explícito! Esas son cosas de hombres y estamos frente a Bell ahora.

—Ella es un hombre también.

Levi esboza una leve sonrisa.

—Lo único masculino que tiene son sus células reproductivas.

Arabella, totalmente inexpresiva, le alza el dedo medio. Eso lo hace reír.

—¿Quién te enseñó eso?

—Yo no—me apuro a decir.

—¡Claro que tú no! Tu me reprendes cada que lo hago. De seguro fue uno de los asistentes o el personal del bar donde trabajaba.

Termino la trenza y la acomodo sobre uno de sus hombros. Justo entonces llega Vera a decirnos que ya casi es hora y aún no nos hemos cambiado de ropa.

—Vaya—dice, contemplado a Arabella—. ¿Quien la peinó?

—Fue Jack—contesta Levi.

—Solía trenzar el cabello de mi mamá cuando era niño—digo, un tanto apenado.

—Se ve preciosa—comenta Vera.

—Ella siempre—dice Levi, y se inclina para besar la nariz de la sirena.

Vera, Levi y yo vamos al camerino a la brevedad. Tenemos menos de diez minutos para estar listos .Me visto y peino a la brevedad, y salimos a tomar nuestro lugares. Arabella ya está en su copa, radiante como siempre. La música empieza y siento que mi llama interna se aviva más que nunca.

Esta noche es distinta a las anteriores, pues la melodía del saxofón ya no me deprime. Es lenta y sensual, y mientras toco siento que estoy exteriorizando mi lujuria contenida. Ahora soy alguien distinto, soy mejor. La voz de Arabella acaricia la canción y también a mi. La miro de soslayo, de nuevo me seduce.

En la segunda mitad de la canción empieza mi solo y yo cierro los ojos. Un cosquilleo invade mi cuerpo, como si todos los amantes en este lugar me transmitieran su deseo, sus ansias por recibir la violencia del amor. Por primera vez en mi vida me siento entero, así sea solo por esta noche. El tiempo vuela. Arabella me enciende con su canto y yo respondo al seguir tocando. No hay necesidad de palabras, ahora la música lo es todo.

ArabellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora